viernes, 27 de junio de 2014

CABILDOS Y OTRAS ACTIVIDADES COFRADES



Presidiendo el Cabildo de Elecciones de la Hermandad de la Santa Cena de Granada.

Una cofradía es algo más que una peña, un grupo de colegas que se juntan de vez en cuando, ES UNA HERMANDAD, unidos en Comunión con la Santa Madre la Iglesia, con un ideal igual para todos: JESÚS, y una MISIÓN en todas ellas igual, desde la FE y la ESPERANZA EN LA SALVACIÓN hacer Iglesia, comunidad de AMOR con la vida y con la Hermandad.
Por este motivo felicito a Francis, el nuevo Hermano Mayor y le pido de corazón, que por encima de todos los proyectos, de todos los planes de Hermandad, de todos los trabajos por realizar, incluso, por encima de los Cabildos, de las Juntas, de los Cultos de Hermandad, de la misma Estación de Penitencia tenga como propósito primero buscar caminos de unión y fraternidad de los Hermanos.
Lo mismo que deseo para la Hermandad de la Santa Cena deseo para la Hermandad de la Humildad, de las cuales soy vuestro humilde consiliario.
Una persona, un Hermano vale más que todos los enseres, joyas y posesiones de la Hermandad, luchemos todos por los Hermanos, que se sientan queridos, acogidos, amados y escuchados para que brille el amor de Dios en nuestras Hermandades.

EL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS:


En el Evangelio de este día solemne leemos: “Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados que yo os aliviaré. Mi yugo es llevadero y mi carga ligera. Aprended de mi que soy manso y humilde de corazón”.

El que confía en él no se sentirá ni solo ni abandonado.

En un lugar un hombre estaba postrado en la cama por enfermedad. Un día recibe la visita de un amigo que era piadoso creyente y el enfermo le hizo una pregunta de un tema que le preocupaba. Le dijo: mírame a mí, nunca he rezado, siempre he vivido alejado de Dios y ahora que me veo enfermo y postrado en la cama quisiera estar a bien con Dios, pero no sé como hacer, no se rezar, no conozco oraciones… El amigo le animó: Para orar no necesitas saber oraciones, es sencillo, haz lo siguiente, coloca una silla a la cabecera de tu cama, como has mandado hacer a tu hija hoy para recibirme a mí, imagina que Jesús está sentado en la silla y habla con él, y cierra los ojos de vez en cuando, escucha, que seguro algo te dice.
El hombre mandó a la hija poner la silla a su cabecera y dejarla ahí siempre, tenía todos los días largas charlas con Jesús, cada día estaba más animoso y cosa curiosa, al contrario que antes estaba más feliz cuando estaba solo en la casa y su hija estaba trabajando o haciendo los recados.
Un día la hija visitó al párroco preocupada por la salud de su padre y la nueva manía de hablar con una silla, él párroco le visitó, y el enfermo le contó lo que le había dicho su amigo y como orar, el párroco salió de la visita fascinado y emocionado por la fe y confianza en Jesús del enfermo.
A los pocos días la hija se presenta de nuevo llorando al párroco, había encontrado a su padre muerto, pero de manera muy rara, estaba abrazado a una silla, a la silla. El cura comprendió inmediatamente que antes de morir Jesús estaba sentado realmente en la silla y que para morir le llamó a sus brazos, el enfermo murió en los brazos y apoyada su cabeza sobre el costado de Jesús, su amigo. El sacerdote llorando por la emoción le dice a la hija: No te aflijas por como has encontrado a tu padre muerto, ya quisiera yo para mí una muerte así.


El Sagrado Corazón de Jesús está para que nosotros lleguemos a Él, a su gran amor, que poyemos nuestra cabeza, en las tribulaciones, en las penas, en las alegrías en su divino corazón y que esperemos de él todas las gracias.

jueves, 26 de junio de 2014

SOLEMNIDAD DE SAN PEDRO Y SAN PABLO:




Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia


Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 12, 1-11


Pedro recapacitó y dijo:
–«Pues era verdad: el Señor ha enviado a su ángel para librarme de las manos de Herodes y de la expectación de los judíos.»

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo 4, 6-8. 17-18


”Yo estoy a punto de ser sacrificado, y el momento de mi partida es inminente. He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe. Ahora me aguarda la corona merecida, con la que el Señor, juez justo, me premiará en aquel día; y no sólo a mí, sino a todos los que tienen amor a su venida”.


Lectura del santo evangelio según san Mateo 16, 13-19

En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos:
–«¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?»
Ellos contestaron:
–«Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas.»
Él les preguntó:
–«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?»
Simón Pedro tomó la palabra y dijo:
–«Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.»
Jesús le respondió:
–«¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo.
Ahora te digo yo:
Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará.
Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo.»


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SAN PEDRO Y SAN PABLO Y SÍMBOLOS DE LA IGLESIA.





Primera lectura: Sólo Dios libera, Dios arranca las cadenas de las esclavitudes de los hombres. El hombre –como Pedro, encadenado por la injusticia de los hombres- es liberado por el Señor.

En la película INVICTUS vemos como Mandela vive por muchos años encerrado en una celda de escasísimas dimensiones, muchos le preguntan que como pudo vivir tantos años así, el contestaba que a pesar de estar preso sin embargo su corazón, su espíritu era LIBRE. La mezquindad humana puede arrancarnos nuestra libertad física, pero no así con nuestro corazón, con nuestro espíritu, el transciende los muros del mal para vivir libremente. En la experiencia de la vida son muchos hombres libres que pasan por la vida haciendo el mal, éstos, por más que gocen y se diviertan son esclavos del mal y son presos del mal, están encadenados por el mal, nadie puede encadenar un corazón bueno y noble como el de San Pedro, ese permanece libre y nos da una hermosa lección.

He corrido hasta la meta, he mantenido la fe. San Pablo nos anima a vivir con fortaleza y miras altas la vida de cristianos. No podemos quedarnos quietos, el cristiano tiene que ser cristiano en acción siempre, siempre corriendo hacia la meta, siempre luchando para que no dejemos apagar la llama de la fe. Es como en el Maratón, no importa ganar, no es la cuestión trascendental ganar o perder, la cuestión es correr o quedarse quieto con los brazos cruzados, así por supuesto no llegarás nunca a ninguna parte, tampoco al cielo, Dios no lo puede hacer todo él, Él te da a ti la gracia y la fortaleza para que corras, para que participes, para que luches por la victoria, la lucha en  sí ya la recompensa. Así lo vivió en gran San Pablo, su vida es un buen ejemplo de lo que ha de ser un cristiano, y también de lo que no ha de ser pues el que no se esfuerza, el que no pone de sí no está preparado para el cielo.

“Tu eres el Mesías, el Hijo de Dios”, hermosa confesión de Pedro en el Evangelio de este Domingo, pero no vamos a la iglesia, no nos reunimos en asamblea para ver como confesaba su fe San Pedro o para ver como la propagaba por todos los pueblos gentiles San Pablo, vamos a la iglesia porque Cristo te hace a ti una pregunta y esa pregunta tu tienes que contestársela a Él, pero esa contestación no es una cuestión personal tuya y del Señor, no te salvas individualmente, te salvas en Comunidad y tu respuesta o es pobreza para todos o enriquece a todos, dependiendo de si estás plenamente con el Señor o vas a tu bola.

Ciertamente que para vosotros, queridos lectores, o para los que acuden al templo cada domingo, Dios ya obra en vuestros corazones, de lo contrario ni te molestarías en leer esto ni tampoco te molestarías en acudir a la Misa. Pero tenemos que reconocer que en nuestra sociedad se da una escasez de VIRTUD que empequeñece al hombre y por tanto dificulta la acción constante en nosotros de la fuerza del Espíritu Santo.

En el Evangelio Jesús le dice a Pedro que esa confesión maravillosa de lo que es Jesús no es de él, es de la acción del Espíritu Santo que está en él. ¿Pero por qué está en él?, simplemente porque ha dispuesto su corazón a la acción del Espíritu.

En nuestro ambiente vemos a muchos “dejados” de las cosas de Dios. Unos por que se cierran a la misericordia de Dios, se creen malos e incapaces de alcanzar la salvación, no son conscientes que para salvarse simplemente hay que encaminarse, hay que correr la carrera, hay que ponerse en marcha, cuando te llegue la fatiga es Dios quien se encarga del abastecimiento de energías, Él en eso siempre es espléndido. Lo que tú no alcanzas, hasta llegar a la meta, será cosa suya, Él sabe muy bien eso de dar empujoncitos.

Por otra parta están otros que son creyentes, pero que piensan que con la fe solamente ya están salvados, luego viven la vida pasivamente esperando que sea Dios el que se encargue de hacer todo mientras ellos se encuentran cruzados de brazos, estos también se cierran a la Gracia de Dios, pues Dios espera de nosotros el esfuerzo. Es el ejemplo de superación y de esfuerzo el que los Santos Apóstoles Pedro y Pablo nos dan en el día de hoy, imitemos sus vidas que entonces llegaremos gozosos a nuestra meta.

Se dice que en unas fortísimas inundaciones el agua arrastraba a un hombre, pero este era un fanático religioso que lo esperaba todo de Dios directamente y mientras iba arrastrado por el agua gritaba a Dios que le salvara.
Uno le lanzó un salvavidas con una cuerda, pero él pendiente de Dios no le hizo caso, lo mismo sucedió con el que arriesgando su propia vida le acercó un gran trunco para que se agarrara a él, lo mismo con el que se aventuró con una pobre barquita para aproximarse. Ni caso.
Cuando murió y llegó al cielo recriminó con dureza a Dios por su abandono y Dios le contesta: Pero ¿que quieres que yo hiciera por ti?, te mande un salvavidas, te mandé un tronco, te mandé una barquita y no hiciste caso.




domingo, 22 de junio de 2014

Corpus Christi. Ciclo A






El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna


Lectura del libro del Deuteronomio 8,2-3.14b-16a:

“No te olvides del Señor, tu Dios, que te sacó de Egipto, de la esclavitud, que te hizo recorrer aquel desierto inmenso y terrible, con dragones y alacranes, un sequedal sin una gota de agua, que sacó agua para ti de una roca de pedernal; que te alimentó en el desierto con un maná que no conocían tus padres”.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 10,16-17:

El cáliz de la bendición que bendecimos, ¿no es comunión con la sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿no es comunión con el cuerpo de Cristo? El pan es uno, y así nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo, porque comemos todos del mismo pan.

Lectura del santo evangelio según san Juan 6,51-58:

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: «Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo.»
Disputaban los judíos entre sí: «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?»
Entonces Jesús les dijo: «Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí. Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre.»
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COMENTARIO A LAS LECTURAS:

En la 1ª lectura: El camino es una prueba para el pueblo de Dios y ha de ser también una prueba para nosotros. Todos de una manera o de otra hemos vivido nuestro éxodo, tenemos nuestra experiencia de desierto, hemos caminado nuestro camino con penurias y calamidades. La cuestión es ¿como vemos la meta?. Una cosa es cierta, esa tierra prometida la encontraremos en lo más profundo de nuestro ser, de nuestro corazón y también en el ser de la Comunidad, de la asamblea, la familia, la Iglesia. Allí donde hay dos o tres que se reúnen en mi nombre…

En la 2ª lectura: Esta vía de Camino del Éxodo converge en el centro de nuestra vida de FE. Ya no nos alimenta el maná, Es el mismo Cristo quien nos ofrece su cuerpo y su sangre como comida de salvación. Al comulgar nos unimos a él, él está en nosotros, pero también nos unimos entre nosotros, es la “común” – “unión”. Es un lenguaje agresivo, fuerte, firme y nosotros hemos de asumirlo, no salimos de la misa como entramos, ni mucho menos, salimos “saciados”, hemos sido alimentados, es más, sobrealimentados con el “PAN” de la Palabra y el PAN de la Eucaristía. Es por tanto la Eucaristía nuestro signo más claro de unidad, de amor, de generosidad. Lo que hace Cristo por nosotros lo tenemos que hacer nosotros con el hermano, lo mismo que él se da por ti y por mí nos obliga a darnos nosotros por lo demás con ese amor y ese desprendimiento de uno mismo por amor.

En el Evangelio Marcos nos reafirma las palabras que hemos escuchado de Pablo: Jesús es el nuevo maná que nos da vida y vida eterna, es, junto a los otros Sacramentos aquel resorte de agua viva que nos lanza hasta la vida eterna. Él es el Pan de Vida, el pan que da la vida, con este pan Jesús establece con el hombre un nuevo camino, una nueva alianza que nos conducirá hasta la eternidad con Dios, nos unirá con Dios Padre. Tenemos que estar unidos a Cristo por su Cuerpo –y en su Cuerpo-  y su Sangre y esta unión con Cristo nos une al Padre, así todos desde la diversidad de pueblos, lenguas y naciones seremos UNO en Dios.
Este Evangelio nos lleva a la Última Cena, y de esta Cena no olvidemos nunca el comienzo en aquella sala de Jerusalén, lavó los píes de los discípulos. Nosotros viviremos el Espíritu Eucarístico siempre y cuando asimilemos esta unión entre servir y comulgar. El comulgar para llenarse uno no se da en el Cristianismo, la Comunión es para el bien de la Comunidad, es para el bien personal en la medida que te entregas a los otros, especialmente a aquellos que están abandonados, en la periferia, los apartados del mundo, los excluidos.


PANGE LINGUA:
Canta, oh lengua,
el misterio del cuerpo glorioso
y de la Sangre preciosa
que el Rey de las naciones
Fruto de un vientre generoso
derramó en rescate del mundo.
Nos fue dado,
nos nació de una Virgen sin mancha;
y después de pasar su vida en el mundo,
una vez propagada la semilla de su palabra,
Terminó el tiempo de su destierro
Dando una admirable disposición.
En la noche de la Última Cena,
Sentado a la mesa con sus hermanos,
Después de observar plenamente
La ley sobre la comida legal,
se da con sus propias manos
Como alimento para los doce.
El Verbo encarnado, pan verdadero,
lo convierte con su palabra en su carne,
y el vino puro se convierte en la sangre de Cristo.
Y aunque fallan los sentidos,
Solo la fe es suficiente
para fortalecer el corazón en la verdad.
Veneremos, pues,
Postrados tan grande Sacramento;
y la antigua imagen ceda el lugar
al nuevo rito;
la fe reemplace
La incapacidad de los sentidos.
Al Padre y al Hijo
sean dadas alabanza y gloria,
Fortaleza, honor,
poder y bendición;
una gloria igual sea dada a
aquel que de uno y de otro procede.
Amén.

jueves, 19 de junio de 2014

PROCLAMACIÓN DEL NUEVO REY FELIPE VI



Desde el respeto a la Constitución y al Pueblo de España mi felicitación al Rey Felipe VI, deseándo que sus anhelos se hagan realidad y que España sea cada vez más consciente de que solamente será grade desde la unidad, pero como dijo el Rey en su discurso unidad desde la diversidad de nuestras regiones. 
Por otra parte, también muy importante en su discurso para este siglo XXI que vivimos, la esperanza en las nuevas generaciones, que tomen nota los políticos, en todos los aspectos de la vida tenemos que ir cediendo paso a los jóvenes, dejarnos guiar por ellos y ellos mantener respeto y cercanía hacia los mayores que son los que tienen la historia en sus años de vida.

lunes, 16 de junio de 2014

CON MOTIVO DE LOS 800 AÑOS DE LA FUNDACIÓN DE LA ORDEN DE PREDICADORES LAS COFRADÍAS DEL ROSARIO SE MOVILIZAN.



Invitamos a todas ellas a que manden representante a Caleruega, para que entre todos avivemos más y mejor nuestras Archicofradías, Cofradías y Hermandades del Rosario, se pongan sobre la mesa procedimientos a seguir y se ayuden unos a otros a poner en común logros alcanzados para el beneficio de todos.

HIMNO DE LAUDES DE HOY:



Llenando el mundo, el sol abre
la mañana más y más,
la luz que transcurre ahora
aún más pura volverá.
Descansa el peso del mundo
en alada suavidad,
teje la santa armonía
del tiempo en la eternidad.

Vivir, vivir como siempre;
vivir en siempre, y amar,
traspasado por el tiempo,
las cosas en su verdad.
Una luz única fluye,
siempre esta luz fluirá,
desde el aroma y el árbol
de la encendida bondad.

Todo en rotación diaria
descansa en su más allá,
espera, susurra, tiembla,
duerme y parece velar,
Mientras el paso del mundo
tira del cuerpo y lo va
enterrando dulcemente
entre un después y un jamás.

Gloria al Padre omnipotente,
gloria al Hijo que él nos dá,
gloria AL Espíritu Santo

en tiempo y eternidad. Amén.

miércoles, 11 de junio de 2014

DOMINGO DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD. CICLO A.





Dios mandó a su Hijo para que todos seamos UNO con el Padre y el Espíritu Santo.



Lectura del libro del Éxodo 34,4b-6.8-9:

«Si he obtenido tu favor, que mi Señor vaya con nosotros, aunque ése es un pueblo de cerviz dura; perdona nuestras culpas y pecados y tómanos como heredad tuya.»

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios 13,11-13:

Alegraos, enmendaos, animaos; tened un mismo sentir y vivid en paz. Y el Dios del amor y de la paz estará con vosotros. Saludaos mutuamente con el beso ritual. Os saludan todos los santos. La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo esté siempre con todos vosotros.

Lectura del santo evangelio según san Juan 3,16-18:

Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios.

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En la primera lectura de este Domingo de la Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo, donde ya desde la antigüedad se nos muestra un Dios cercano al pueblo elegido, preocupado por sus situaciones y por sus desvíos, un Dios que quiere estar en el centro del Hombre, en el centro de sus vidas y en el centro de su Historia, para lograrlo quiere, sobre todo estar en el corazón del hombre.

En la segunda carta del Apóstol San Pablo a los Corintios nos anima a vivir alegres, esto es reconociendo el Don de Dios que obra en nuestro corazón y en nuestra Comunidad, este Don está muy presente en nosotros pues la semana pasada hemos celebrado esta gran fiesta, Pentecostés.
Pero no basta con vivir en la Alegría del Espíritu, sabemos que el pecado causa estragos en nuestra vida cristiana, en nosotros y en la Comunidad, no hay un solo pecado pequeño o grande que afecte solamente a la persona que lo comete, el pecado afecta a la Comunidad, cada pecado por muy individual que sea quita o priva de la Gracia de Dios a toda la Familia del Señor, la Iglesia, por eso es menester vivir sí en la alegría del Espíritu Santo, pero también buscar el remedio a nuestros males con el arrepentimiento, el volver al camino, el enmendarnos y hacer propósito de ser cada vez mejores. Si no hay un propósito serio la enmienda no dará resultado, será insuficiente, tenemos que poner toda la fuerza, la nuestra y la que recibimos de lo alto para que sea eficaz y cause en efecto deseado, el estar en el camino del Señor por años sin término.
Por último se nos pide en esta segunda lectura: “Animaos”, sin ánimo no somos convincentes ni atractivos a los demás, el cristiano necesita llegar al otro, ser atrayente, Mostar una manera de vivir distinta a la que el mundo ha elegido. Lo vemos en el diario vivir, el hombre está devaluado y ha ocupado su valor el dinero, hoy en día no importan las cifras de los hombres y mujeres, las de jóvenes y niños que están en el umbral de la pobreza, que carecen de lo necesario, que incluso mueren de hambre, para el mundo los números que mandan son los del dinero, la bolsa, la economía de unos pocos que juegan incluso con la vida de los demás, de la mayoría. Este es el crudo y real mensaje que quiere hacernos ver en sus escritos y en sus homilías el Papa Francisco. Por eso hay que animarse, no perder la esperanza y hacer atrayente el Evangelio de Jesús como el único camino que da paz al hombre, que da vida al mundo, a este mundo destrozado por el egoísmo, es decir, el pecado.

El Evangelio San Juan nos quiere llevar de la mano al mismo centro de Dios, el corazón de un Dios que ha amado tanto al hombre, con tanta intensidad y tal grandiosidad que se ha dado todo a él y para él, lo que podría ser una obra más creada por Dios pasa a ser el centro de su creación, el hombre deja de ser algo insignificante para ser en centro, la obra más grande en la que Dios ha puesto todo su amor y se nos da como familia trinitaria. Como un Padre creador que nos crea a su imagen y semejanza. Como el Hijo, que viene a nuestro mundo, asume nuestra naturaleza para que lo sintamos cercano, para ser la Palabra del Padre, para estar en nuestros corazones. Como el Espíritu Santo, Viento, Susurro o Tempestad de Dios que todo lo abarca, lo crea, que a todo llega, que todo llena, que infunde calor en el corazón más frío del hombre, que quiere hacer cada día todas las cosas nuevas para que el Hombre pueda siempre retornar al corazón del Padre. "Me creaste Señor para Tí, y mi alma no encontrará consuelo y paz hasta que retorne a tí."

En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo empezamos todo en nuestras vidas, esté presente en todo lo largo de nuestra existencia y puedan ser las últimas palabras que sellen nuestros labios cuando el Señor nos llame a su Reino glorioso.





sábado, 7 de junio de 2014

LOS SIETE DONES DEL ESPÍRITU SANTO:








Los siete dones del Espíritu Santo pertenecen en plenitud a Cristo, Hijo de David. Completan y llevan a su perfección las virtudes de quienes los reciben. Hacen a los fieles dóciles para obedecer con prontitud a las inspiraciones divinas.

Don de sabiduría: 
Nos hace comprender la maravilla insondable de Dios y nos impulsa a buscarle sobre todas las cosas, en medio de nuestro trabajo y de nuestras obligaciones. Nadie conoce a Dios si no es bajo la obra de su Don admirable.

Don de inteligencia: 
Nos descubre con mayor claridad las riquezas de la fe. Nos capacita para el CONOCIMIENTO en general, abre nuestro corazón a otras posibilidades además de lo que estudiamos, leemos o comprendemos.

Don de consejo: 
Nos señala los caminos de la santidad, el querer de Dios en nuestra vida diaria, nos anima a seguir la solución que más concuerda con la gloria de Dios y el bien de los demás. Así lo vivimos y así lo enseñamos con palabras y sobre todo con acciones cotidianas.

Don de fortaleza:
Nos alienta continuamente y nos ayuda a superar las dificultades que sin duda encontramos en nuestro caminar hacia Dios. Fortalece toda nuestra vida para no abandonar, para permanecer firmes en todo tiempo de nuestra vida, tanto en el dolor, la angustia y la  flaqueza como en tiempos buenos o abundantes.

Don de ciencia: 
Nos lleva a juzgar con rectitud las cosas creadas y a mantener nuestro corazón en Dios y en lo creado en la medida en que nos lleve a Él. Nos acercamos más a Él a través de la maravillosa obra de la Creación o del mismo progreso de la ciencia. Detrás de la mano humana que progresa está la mano invisible de Dios creador incluso a través del ser humano.

Don de piedad: 
Nos mueve a tratar a Dios con la confianza con la que un hijo trata a su Padre. Da a nuestro corazón esa alegría desbordada cuando nos acercamos a Él, a lo que consideramos viene de lo Divino. Nos capacita para mirar esperanzados al cielo y a vivir dentro de los Sacramentos que Jesús dejó a la Iglesia como su más grande tesoro.

Don de temor de Dios: 
Nos induce a huir de las ocasiones de pecar, a no ceder a la tentación, a evitar todo mal que pueda contristar al Espíritu Santo, a temer radicalmente separarnos de Aquel a quien amamos y constituye nuestra razón de ser y de vivir; pero también a ser luchadores contra las tentaciones, a crecernos cuando aún vencidos por el pecado volvemos nuestro corazón al Padre, como el Hijo Pródigo, a sacar bienes de los males e incluso de la miseria humana. Con Cristo no somos nunca fracasados, con él somos vencedores. Con palabras modernas podemos “reciclar” nuestros pecados y miserias para que nos sirva de crecimiento espiritual y nos acerquen más convencidos a Dios.

viernes, 6 de junio de 2014

Domingo de Pentecostés Ciclo A.






“Como el Padre me envió, así os envío yo...”


Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 2, 1-11

Primera lectura:

En este texto del libro de los hechos de los apóstoles, Lucas pretende describir el acontecimiento más importante después de la Ascensión: la venida del Espíritu Santo. Esto significa el punto de partida de la misión universal de la Iglesia. Dios nos envía a proclamar la Buena Nueva. La Novedad de su presencia en medio de la Comunidad, en nuestros corazones. Escogemos este Párrafo de la Primera lectura para nuestra meditación:


“De repente, un ruido del cielo, como de un viento recio, resonó en toda la casa donde se encontraban. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se repartían, posándose encima de cada uno. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, cada uno en la lengua que el Espíritu le sugería”.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 12, 3b-7. 12-13

Segunda lectura:

La comunidad de Corinto, a la que Pablo le escribe en esta ocasión, está pasando por dificultades: hay divisiones entre sus miembros. La lectura nos ayudará a discernir si las formas de enfrentar las dificultades son o no del Espíritu de Cristo.

”Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos. En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común.
Porque, lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo”.

Lectura Tercera lectura:

El Evangelio de hoy, nos presenta una escena de las apariciones de Jesús a sus Apóstoles: “Paz a vosotros”. Contemplamos a Jesús deseándonos la paz y enviando a los suyos el don del Espíritu Santo y a cada uno de nosotros  enviándonos a todos los rincones y cada corazón para atar y desatar. Para dar su paz, para anunciar su Reino, para ser otro CRISTO en medio de la Comunidad de creyentes y testificando atraer a todos hacia el corazón de Dios.

 

 Del santo evangelio según san Juan 20, 19-23

 

Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:
–«Paz a vosotros.»
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
–«Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo. »
Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:
–«Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos. »

Secuencia de Pentecostés

Ven, Espíritu divino,
manda tu luz desde el cielo Padre amoroso del pobre,
don en tus dones esplendido; luz que penetra las almas; 
fuente del mayor consuelo.

Ven, dulce huésped del alma 
descanso de nuestro esfuerzo, 
tregua en el duro trabajo, 
brisa en las horas de fuego, 
gozo que enjuga las lágrimas 
y reconforta en los duelos.

Entra hasta el fondo del alma, 
divina luz, y enriquécenos. 
Mira el vacío del hombre 
si tú le faltas por dentro; 
mira el poder del pecado 
cuando no envías tu aliento.

Riega la tierra en sequía, 
sana el corazón enfermo, 
lava las manchas, 
infunde calor en el hielo, 
doma el espíritu indómito, 
guía al que tuerce el sendero.

Reparte tus siete dones 
según la fe de tus siervos. 
Por tu bondad y tu gracia 
dale al esfuerzo su mérito; 
salva al que busca salvarse 
y danos tu gozo eterno.

“Ven Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos la llama de tu amor. 
Aleluya”


Comentario:


Hoy celebramos la fiesta de Pentecostés.El mundo se renueva de alegría, se renueva la faz de la tierra. Nos dice el Himno de Laudes que esta es la hora en que rompe el Espíritu el techo de la tierra, y una lengua de fuego innumerable purifica, renueva, enciende, alegra las entrañas del mundo.

“Creo en el Espíritu Santo”, decimos en la profesión de fe. Y creer en el Espíritu Santo supone un estado permanente de revisión y renovación. Pentecostés es un buen momento para darnos cuenta de quién manda en nosotros, en nuestras vidas. Nuestra vida está orientada, -tiene que estarlo-, por el Espíritu de Cristo, de lo contrario habremos descendido a estar orientados por el espíritu individualista y consumista de nuestra sociedad post-moderna, que mata la Vida plena que Él nos da, aniquila la obra creadora del Espíritu, nos lleva a un camino sin retorno de guerras, divisiones, desuniones, es decir, todo lo que es contrario a la fuerza pacificadora y unificadora que es Don de Dios. El enemigo siembra la desunión, las tinieblas, la maldad en el corazón del hombre.

Siguiendo con el Himno de Laudes, celebramos la fiesta de la Fuerza que pone en píe a la Iglesia en medio de las plazas y levanta testigos en el pueblo, para hablar con palabras como espadas delante de los jueces. Él es la llama profunda que escrutas e iluminas los corazones de los hombres: Restablece la fe con tu noticia, y el amor ponga en vela la esperanza, hasta que el Señor vuelva.

Celebramos en día del nacimiento de la Iglesia con ilusión siempre renovada. La presencia de nuestro Papa y Pastor bueno nos confirma y anima a vivir el Evangelio desde un espíritu pobre y sencillo, un corazón seráfico, así, al estilo de San Francisco, al estilo de Santo Domingo, al estilo de los Santos, que precisamente llegaron a santos por tener este corazón humilde y sencillo. En nuestra Iglesia nunca, y más en nuestros días NO TIENEN CABIDA LOS CORAZONES ALTIVOS Y ARROGANTES, ni en los Pastores ni en el Rebaño. Pero no siempre hemos sabido estar a la altura de miras que el Papa Francisco quiere para su Iglesia, la Iglesia que no es ni de él, ni de los Cardenales ni incluso de los Obispos, es la Iglesia de Cristo, por eso necesitamos pedir perdón. Perdona, Señor, nuestra ineficacia de cristianos opacados y cobardes, y danos la fuerza de tu Espíritu para anunciar hoy a Cristo como esperanza de la humanidad y verdad que vence la mentira, como paz y libertad que fundamenta la dignidad humana, como vida que supera la muerte, el desamor y la opresión, como amor y fraternidad que derrotan al odio y la violencia, como única liberación, capaz de crear personas libres que aman”(*). No nos cansemos nunca de decir:

¡Ven, Espíritu divino! Llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego perenne de tu amor¡”.

(*)
(Esta última oración está tomada de B. Caballero: La Palabra cada Domingo, San Pablo, España, 1993, p. 103)