FOTO TOMADA EL 7 DE OCTUBRE DE ESE AÑO, DÍA EN QUE EL PRIOR
ME ENTREGÓ EL HÁBITO DE LA ORDEN, ATES DE LA PROCESIÓN DE
LA VIRGEN DEL ROSARIO.
Hacía más de medio año que yo me había hecho una escapada al convento de las Caldas de Besaya, pero coincidió que murió de repente D. Daniel, sacerdote fundador de la Obra benéfica San Martín, en cuyas oficinas yo trabajaba.
Ante esta muerte doble, la de D. Daniel, y el mismo día la del sacerdote ayudante (cuyo nombre no recuerdo), que murió unas dos horas mas tarde, muerte causada por la impresión que le dío cuando la Madre Superiora de uno de los Colegios, al llegar temprano por la mañana para celebrar la misa le notificó la muerte de nuestro querido D. Daniel. El Obispo de Santander nombró a D. Miguel Manso como nuevo Director de dicha Obra Benéfica, y este me pidió que aplazara mi ingreso en la Orden al menos 3 meses, ya que él desconocía asuntos que para mí eran cotidianos ( que asuntos, si yo contara….)
En comunicación con el P. José Larrínaga, Prior de las Caldas, fijamos mi entrada para el día 15 de Junio de 1969.
Solamente cuando me llegó la carta del P. Prior fue que mis padres se enteraron de que yo me marchaba de fraile Dominico, yo hablaba del asunto, pero nadie en casa me daba crédito, aunque creo que tampoco eran conscientes ni me daban crédito de que casi un año antes, me presente en Capitanía General de Santander para solicitar ir a Ifni, como voluntario del Ejército, que era territorio español, y que cediera España a Marruecos en el año siguiente, el 1969, pero que en el 68, cuando yo quise ir allí estaba la cosa muy caliente en África . Lo cierto fue que no me aceptaron por contar entonces con 16 años, con los 17 me permitían ir a cualquier sitio que pidiera dentro de la Península , pero no a África en con esa situación. En el fondo mi ilusión era hacer el servicio militar antes de entrar en el convento, pero no pudo ser.
Llegado a esta fecha del día 15 despedida con lagrimas y tristeza, cosa normal, mi madre más triste, mi padre contento, me regaló ese día un crucifijo que aún conservo, que pertenecía a un familiar antiguo, deán de la Catedral de Burgos, de los Mantilla. Pero más afectada quedó mi hermana Mª Luisa que me suplicara que aplazara mi marcha para otro día, ya que este día era su cumpleaños.
Se dio el caso curioso de que durante este día en todas las misas de los Padres Franciscanos, de la calle Perines, de Santander, se pidió por mí y por mi vocación, peticiones que a más de una curiosa motivó para llamar al Prior de las Caldas preguntando quien era esa vocación nueva y si se sabía el por qué de Dominico y no el de Franciscano, ya que yo desde los 13 años entraba por el convento de los Franciscanos como Pedro por su casa, además pertenecía a la Legión de María y pasaba muchas horas con el superior de los Franciscanos y alguno más de aquellos frailes vascos que estaban en aquel humilde convento, antes de edificar el que actualmente tienen.
Al entrar en mi “celda” de las Caldas un detalle, algunos libros en mi estantería, libros regalados por los frailes filósofos, algunos dedicados y un ramo de rosas frescas y aromáticas en la repisa junto al crucifijo.
Pasado un par de meses el Prior junto con el Maestro de Estudiantes Fr. Cándido Aniz determinaron que me trasladara a una habitación que había dejado Fr. Leopoldo, al salir este de la Orden y pasarse a la de los Sagrados Corazones de Torrelavega. Estaba situada esta celda en la primera plana del claustro donde vivía la Comunidad de padres y se encontraba la celda del P. Prior, cuya vista daba a la portería y escalinatas del Santuario y el conventito de las Dominicas que cocinaban y atendían a la Comunidad.
Nunca olvidaré el año y tres meses que pasé en ese convento, ni a los más de 150 frailes que en él habitaban, particularmente al P. Prior Fr. José Larrínaga, el P. Alberto Fuentes, el P. Desiderio, Fr. Luís y tantos otros, de los cuales muchos abandonaron la Orden sin pasar a Salamanca para la Teología.
No hay comentarios:
Publicar un comentario