Oh
Señor, Padre Celestial, cuyo bendito Hijo Jesús vino no para ser
servido, sino para servir; Te suplicamos bendigas a todos aquellos
que, siguiendo las pisadas de tu Hijo, se ofrecen a sí mismos al
servicio de sus semejantes. De aquellos que hoy celebramos nuestro 25
aniversario de Ordenación, de todos los que colaboran con nuestro
ministerio..
Bendice a mis padres, a mi padre tenlo junto a tí en el cielo, bendice a mi madre para que con sus 86 años pueda seguir cuidando de tía Valentina y de todos nosotros, a mis hermanos y cuñados, a mis sobrinos y familia, para que gocen siempre de tu bendición. Ellos me han animado siempre en mi camino vocacional y me han alentado en todo momento
Bendice
y ten en tu regazo al buen Obispo D. Hermín Negrón Santana a quien
llamaste recientemente a tu presencia, que me trasmitió todas la
Ordenes Sagradas. Al Cardenal Luis Aponte Martínez que me dio las
licencias para poder ser Ordenado. Al P. Basilio Cosmen Adelaida y su
Comunidad de Yauco, que me animaron y me arroparon en todo momento,
Al P. Vicente van Rooij que siempre fue un padre para mí, y a las Comunidades de Puerto Rico donde
trabajé.
Gracias
Señor también por los Dominicos de la Bética que me recibieron a
mi regreso a España, a las Comunidades de Jerez, Granada, Málaga y
ahora Granada de nuevo, a las feligresías de estas Comunidades, muy
especialmente la feligresía de la Parroquia de Santo Domingo de
Málaga que me han soportado como Pastor por cinco años, a los que colaboraron directamente conmigo en mi trabajo, a Pepe y a Paco que desde el Despacho de la Parroquiame animaron siempre, a Aaron que supo infundirme no sólamente a mí, sino a la Parroquia su alegría y su madurez a pesar de su juventud y a su familia, que en los momentos tan difíciles y recientes me recibieron en su casa como uno más de la Familia. Al Sr.
Obispo de esa Diócesis, Don Jesús, al Clero Regular y Secular que
me animaron en todo momento. A todos invístelos de sabiduría,
paciencia y valor para que puedan fortalecer al débil y levantar al
caído; y que, siendo inspirados por tu amor, seamos dignos pastores
en tu Nombre, para que a los que sufren y a los desamparados y
necesitados les demos un mensaje de amor y esperanza; por amor de
Aquel que entregó su vida por nosotros, el mismo, tu Hijo, nuestro
Salvador, Jesucristo. Y por el recuerdo de tantos hermanos que nos
han precedido en nuestra Orden de Predicadores, y el espíritu
siempre vivo de Ntro. Padre Santo Domingo que nos empuja y alienta
para no desfallecer en el camino de la dura vida en estos tiempos de
oscuridad. Amén.
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