Cristo nace en cada corazón que está dispuesto a recibir su paz y su amor y compartirlo.
Nace para tí y para mí, para darnos su amor, para darnos vida plena. Para cambiar y tener coraje y fortaleza para transformar este mundo nuestro, profundamente materialista en un mundo más humano, para así llegar a ser más a lo Divino.
Está en nuestras manos la posibilidad de lograr el cambio, de construir un mundo mejor, esa nueva humanidad por la que tanto luchó Pablo VI y Juan Pablo II, la Nueva evangelización del Amor y desde el amor.
Que no nos deslumbre la luz de los coloridos callejeros de estos días en pueblos y ciudades, acudamos a Él, Luz del Mundo para que su resplandor se deje notar, en los pobres, abandonados, marginados... En aquellos que nada tienen pero que esperan todo de este Niño nacido pobre y que pobre murió en el leño de la Cruz por nuestros pecados.
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