Este anuncio es vigente para ti y para mí en nuestro hoy lo mismo que en nuestro mañana.
Torah o Torá (aceptado por la Real Academia Española como Tora) [תּוֹרָה] es una palabra hebrea que deriva de la raíz י.ר.ה Y.R.H que significa "acometer", "dar un tiro" y que en Hif'il הורה Horáh significa "dirigir el tiro", de ahí que el significado de Torah es la guía para dar en el blanco y de ahí, se ha entendido como enseñanza, instrucción, o como ley en el mundo occidental. |
Lectura del santo Evangelio según San Lucas 1,1-4; 4,14- 21
Ilustre Teófilo:
Muchos han emprendido la tarea de componer un relato de los hechos que se han verificado entre nosotros, siguiendo las tradiciones transmitidas por los que primero fueron testigos oculares y luego predicadores de la Palabra. Yo también, después de comprobarlo todo exactamente desde el principio, he resuelto escribírtelos por su orden, para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido.
En aquel tiempo, Jesús volvió a Galilea, con la fuerza del Espíritu; y su fama se extendió por toda la comarca. Enseñaba en las sinagogas y todos lo alababan.
Fue Jesús a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el Libro del Profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito:
«El Espíritu del Señor está sobre mí,
porque él me ha ungido.
Me ha enviado para dar la Buena Noticia a los pobres,
para anunciar a los cautivos la libertad,
y a los ciegos, la vista.
Para dar libertad a los oprimidos;
para anunciar el año de gracia del Señor.»
Y, enrollando el libro, lo devolvió al que le ayudaba, y se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él. Y él se puso a decirles:
–Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír.
Muchos han emprendido la tarea de componer un relato de los hechos que se han verificado entre nosotros, siguiendo las tradiciones transmitidas por los que primero fueron testigos oculares y luego predicadores de la Palabra. Yo también, después de comprobarlo todo exactamente desde el principio, he resuelto escribírtelos por su orden, para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido.
En aquel tiempo, Jesús volvió a Galilea, con la fuerza del Espíritu; y su fama se extendió por toda la comarca. Enseñaba en las sinagogas y todos lo alababan.
Fue Jesús a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el Libro del Profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito:
«El Espíritu del Señor está sobre mí,
porque él me ha ungido.
Me ha enviado para dar la Buena Noticia a los pobres,
para anunciar a los cautivos la libertad,
y a los ciegos, la vista.
Para dar libertad a los oprimidos;
para anunciar el año de gracia del Señor.»
Y, enrollando el libro, lo devolvió al que le ayudaba, y se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él. Y él se puso a decirles:
–Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír.
Aaron Proclamando la Palabra |
Después de escuchar la semana pasada el relato de la boda de Caná de
Galilea, donde Jesús empieza a anunciar por medio del “SIGNO” del milagro del
vino su ministerio, hoy la liturgia está centrada en lo que podíamos llamar la
presentación del proyecto o programa de Jesús al iniciar su vida pública. Un proyecto
que concluirá con su pasión y su muerte y con la certeza de que pasó por la
vida haciendo el bien y realizando lo que el Evangelio de este domingo anuncia
y siglos antes el Profeta ya vaticinaba sobre su misión salvadora. Este
evangelio es la presentación del propio Jesús ante sus paisanos, la gente de su
propio pueblo. Lucas nos presenta a Jesús, el hijo de José, el carpintero de
Nazaret, como el Mesías, el ungido
del Señor anunciado por los antiguos profetas. Palabras escuchadas en días
anteriores cuando celebrábamos el Bautismo del Señor.
Trae un mensaje nuevo, viene a restaurar
a la humanidad caída, ofreciéndola un horizonte de felicidad, de liberación de
todas sus angustias, es la sanación integral que empieza aquí en esta vida, en
nuestros días, es un mensaje para aquellos que escucharon sus palabras y para
los que a través de los siglos en la historia de la humanidad han prestado atención
a su mensaje evangélico, un mensaje que empieza en nuestro entorno y culmina en
la casa del Padre.
Este, va a ser el núcleo del mensaje de Jesús que se inicia en Galilea y se
desplegará a lo largo de su vida pública hasta subir a Jerusalén, invitando a
todos los hombres y mujeres que quieran seguir sus pasos. Pero también esta es
nuestra misión, la del hombre o mujer bautizado, hacer realidad en nuestros días
lo que hoy anuncia aquí Él en su Evangelio: “Abrir las mazmorras de la
intolerancia, del egoísmo humano, de la incomprensión, las mazmorras que
apartan, desunen, dividen y clasifican a los hombres como si de bestias se
trataran”.
También nos manda romper las cadenas que nos esclavizan, los miedos, temores
a no dar la talla, espantos y quebrantos que tanto mal nos hacen a la
humanidad, Como veis hermanos y hermanas no viene a condenar a nadie, no saca
de su grupo a nadie, a todos ama, a todos perdona, a todos y para todos tiene
palabras de acogida y de bondad. Él anuncia la libertad para los que viven como
en una cárcel por la ceguera, por la rabia contra los otros, por la pobreza o
por la violencia, y este ha de ser nuestro discurso hoy y siempre.
¿Por qué nos empeñaremos tantas veces en predicar entonces lo contrario?. Jesús
dice que para eso ha venido Él, y que con la fuerza de Dios, llevará a cabo el
encargo que su Padre le ha mandado: dedicar su vida a hacer el bien y ayudar
a los demás.
¿Qué esperamos para hacer nosotros? Ya sabemos lo que él espera de cada uno
de nosotros, de si Iglesia, de sus sacerdotes, de los predicadores. De cada uno
de los cristianos.
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