Álvaro es natural de Zamora, en donde nace a mediados del siglo XIV. Perteneció a la noble familia Cardona Se da la fecha de 1360 para su nacimiento.
Y se comenta que ingresa desde muy joven a la Orden de Predicadores, fue en el convento dominico de S. Pedro en Córdoba, en el año 1368. Durante muchos años, fue profesor de teología en el colegio de San Pablo de Valladolid, y es ahí en donde en 1416 recibe el magisterio en teología en la Universidad de Salamanca. Fue en este tiempo confesor del rey Juan II de Castilla y de su madre. Se puede pensar, por tanto, que como san Vicente Ferrer, su contemporáneo tuvo gran influjo en la situación religiosa y política de Castilla y en la situación de la Iglesia dividida por el cisma.
Fue un famoso y ardiente predicador, y con su ejemplo y sus obras, contribuyó a la reforma de la Orden, iniciada por el Beato Raimundo de Capua y sus discípulos.
Buscando a realizar las consignas de la reforma de la orden propuesta por el beato Raimundo de Capua, entre los años de 1418-1420 viaja a Italia y a Tierra Santa. Y cuando vuelve todo su trabajo se centrará en la fundación del convento de Escalaceli, cerca de Córdoba, que va a ser la cuna de la reforma dominicana en España, de la cual el beato Álvaro es Prior mayor.
Pero este viaje también cambia su vida de otra forma. Después de volver de la peregrinación a Tierra Santa, quedó impactado en el corazón por el doloroso camino del Calvario, recorrido por nuestro Salvador.
En su convento propone una meditación localizada en la pasión del Señor con la construcción de dos capillas y dando en el lugar, un reflejo de los mismos lugares de Jerusalén, por lo que indudablemente puede ser considerado como el introductor en Europa de la devoción del «Via Crucis».
Deseoso de vivir una existencia en soledad y perfección, donde poder templar el espíritu para un apostolado más provechoso, con el favor del rey D. Juan II de Castilla, del que era su confesor, pudo fundar a tres millas de Córdoba el famoso y observante convento de Sto. Domingo Escalaceli (Escalera del Cielo), donde había varios oratorios que reproducían la “vía dolorosa”, por él venerada en Jerusalén. Esta sagrada representación fue imitada en otros conventos, dando origen a la devoción tan bella del “Vía Crucis”, apreciadísima en la piedad cristiana. Desde su convento de Escalaceli influye con un apostolado eficaz dentro y fuera de la Orden.
De noche, se retiraba a una gruta distante del convento donde, a imitación de su Sto. Padre Domingo, oraba. Con el tiempo, ésta se convirtió en meta de peregrinaciones para los fieles. Poseía el don de profecía y obró milagros.
Muere un 19 de febrero alrededor del año 1430. Su cuerpo se venera en el convento de Escalaceli. El Papa Benedicto XIV aprobó su culto el 22 de septiembre de 1741.
En Córdoba, en la región española de Andalucía, conmemoración del beato Álvaro de Zamora (o Álvaro de Córdoba), presbítero de la Orden de Predicadores, que se hizo célebre por su modo de predicar y contemplar la Pasión del Señor (c. 1430).
El Beato Fr. Álvaro introduce en España la práctica del Vía Crucis tan propia de este tiempo de Cuaresma. |
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