viernes, 15 de febrero de 2013

En tiempos difíciles soluciones fáciles:

Fachada de San Pedro de Roma el día de la Canonización de San Martín de Porres, por el Beato Juan XXIII.




Se desprende por las palabras del Santo Padre que en el Vaticano las cosas no están muy bien, hace falta más santidad y más humildad en la Iglesia de Dios. Lo difícil es conseguirlo, lo más fácil es acudir a Dios por la vía más rápida. La asistencia del Espíritu Santo. Sin olvidar la poderosa intercesión de la Santísima Madre de Dios, la Virgen María y la de tanto santo humilde que ha dado la Santa Madre Iglesia, para que ponga en este rebaño de Cristo esa humildad que tiene el Pastor Supremo y que es imprescindible para alcanzar en su seno la paz, la armonía y la tranquilidad.
Oremos muy especialmente por los señores cardenales que tienen la misión de buscar entre todos a ese hombre humilde y santo para Vicario de Cristo y para unir nuestra Iglesia en una que sea en verdad: Una, Santa, Católica, Apostólica y romana.
Es decir, Una, esperando que logren la unidad plena y no busquen discordias y nuevas divisiones.
Santa, en sus miembros que aunque pecadores busquen por la iluminación d Cristo, verdadero camino verdad y vida el saber hacer lo que tienen que hacer y que el pueblo de Dios espera en cada momento.
Católica, pues aunque tenga en Roma la base, la Iglesia es universal, y cada rinconcito del mundo tiene la fuerza y la asistencia del Espíritu Santo. Este no está cautivo en el Vaticano.
Apostólica, porque ya tenemos unas bases, unos cimientos que no podemos ignorar, y nos dan las pautas para nuestro diario camino, camino hacia el encuentro con el Padre amado.
Y, Romana porque reconoce en el Vicario de Cristo al hombre puesto por voluntad divina para dirigirla, gobernarla e impulsarla por el camino de la esta Verdad divina.
Y todos, Cardenales, Obispos, Sacerdotes y Laicos, le deben obediencia, amor y respeto.
Yo como amigo y devoto de San Martín de Porres, ejemplo de humildad y sencillez y como cristiano y dominico reconozco en él tanta fuerza y tantas virtudes, por lo que le pido con humildad que en estos momentos difíciles interceda por nuestra amada Iglesia, la suya, la de Cristo.
Fr. Francisco E. García Ortega, O.P.


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