Así es la infinita misericordia de Dios. En
estos días he leído mucho sobre lo maravilloso que es nuestro Papa
Francisco, pero también he leído y apreciado un cierto “resquemor” de
algunos respecto a comparaciones del
nuevo Papa con el anterior y parece que a algunos les molesta la actitud
del Papa Francisco como si la bondad del nuevo papa quitara prestigio o
valor al papa Benedicto.
También
se ha escrito que Benedicto es el Papa de la cabeza, mientras que Francisco es
el Papa del corazón.
Nada
más equivocado que todas estas comparaciones, pues cada persona, -y esto
gracias a Dios es así- es totalmente diferente a otra persona, y en un Papa no
tiene para nada que ser parecido uno a otro, la verdadera riqueza está
precisamente en lo que el nuevo aporta como propio de él y que es lo que hace
que sea diferente, sin por eso ser mejor ni peor.
Desde
el año 1846 a
nuestros días, y podíamos ir siglos para atrás de igual manera, hemos tenido 12
grandes bendiciones en cada uno de los Sumos Pontífices que han gobernado la Iglesia de Jesucristo, y
el secreto está precisamente en esto, que la Iglesia no es del Papa, es de Cristo y Él pone al
frente de la misma a aquel que es el oportuno para llevar a término su trabajo
evangelizador que ella precisa, que el pueblo necesita.
No
valen pues las comparaciones, no son necesarias. Lo que si podemos hacer es
hablar y admirar aquella impronta que cada uno deja como herencia para todos
nosotros y la certeza, cada día más clara, que la acción del Espíritu Santo está
en aquellos que pone al frente de la
Barca de Pedro.
Según el orden de las fotos
de izquierda a derecha y de arriba abajo:
Pío IX (1846.1878)
León XIII (l848-1903
Pío X (1903-1914)
Benedicto XV (1914-1922)
Pío XI (1922-1939)
Pío XII (1939-1958)
Juan XXIII (1958-1963)
Pablo VI (1963-1978)
Juan Pablo I (1978-1978)
Juan Pablo II (1878-2005)
Benedicto XVI (2005-2013)
Francisco (2013-….)
Elevo
mis plegarias por el amado Benedicto y no me canso de dar gracias a Dios por lo
mucho que ha hecho por la
Iglesia, y por lo que sigue haciendo con lo que considero es
un heroico gesto lo de renunciar. Y elevo mis plegarias por el Papa Francisco y
le doy gracias a Dios por darnos un Papa que nos dice que el estilo de vivir la
fe y de vivir en Iglesia puede ser distinto y además puede ser más evangélico,
sin que esto menoscabe el trabajo y reste la impronta de los papas anteriores.
Cada época tiene sus personales y cada uno trae su propio estilo. Al final se
dirá: TODOS FUERON MUY BUENOS.
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