Dando
una vuelta por la ciudad en esta tarde oscura y de paraguas he visto gente
correr, en dirección al sonido de los tambores que anuncian la presencia de una
hermandad, algo escasas en este lunes santo por el mal tiempo.
Pero
a consecuencia del correteo, en ocasiones violento, la gente va, no mira, te
meten el paraguas por los ojos, no reparan, no piden disculpas, es como si no
existieras. Pues eso, mi pensamiento del tiempo reinante he derivado en el
valor del tiempo, el que vivimos, el que en este instante ya es parte del
pasado, y he pensado sobre la vivencia
de valores que nos muestren que en realidad no hemos perdido nuestro tiempo,
perder el tiempo es perder la experiencia de vivir.
“El tiempo no
espera a nadie, Atesora cada momento que tengas.
Lo atesoras mas cuando puedes compartirlo ……..con alguien especial”
Lo atesoras mas cuando puedes compartirlo ……..con alguien especial”
¿Cuál ha sido el
producto de tu vida? ¿Qué hiciste para poder decir que no has perdido el
tiempo?. Ciertamente que cada uno de nosotros tenemos que interrogarnos sobre
nuestro tiempo, lo que hacemos, lo que teníamos que haber hecho y no hicimos y
en definitiva el tiempo que hemos perdido y que ya no recuperaremos.
¿Le diste a Dios
parte de tu tiempo o simplemente lo gastaste? No, el tiempo no es nuestro, no
somos los “señores del tiempo” el Señor es Dios, el nos ha puesto aquí en este
mundo para que gestionemos nuestro tiempo como el gran tesoro y produzcamos
muchos frutos espirituales que se traducen principalmente en productos de amor,
compasión, en una palabra: misericordia. En nuestro “tiempo” se pierde el
tiempo con mucha facilidad. Vamos como la gente de la calle de ruido en ruido,
de tambor en tambor y no nos centramos en lo esencial. Lo esencial es el
silencio. En el silencio está Dios.
Pero nuestro Dios
que es el Señor de nuestro tiempo es compasivo, sí, y no se cansa, nunca se
cansa. Comienza de nuevo. Nunca es tarde si se quiere, si de verdad se desea.
Da el primer paso y Dios se acercará a ti. Te ayudará a seguir hasta que
encuentres tu misión, el por qué de tu existencia, el para qué de tu presencia
en este mundo.
“Todo lo hizo
hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que
alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta
el fin.”
En ocasiones
pienso que muchas personas pierden su
tiempo al quedarse en lo que es puramente estético, en lo superficial y no se
adentran en lo profundo, en el misterio. Cristo está en el Sagrario, en la Eucaristía, pero no es
apreciado, es como poquita cosa para aquellos que se quedan en la imagen, en el
colorido, o incluso en lo artístico. Por eso pasan delante de Él sin verlo, sin
entenderlo, sin comprenderlo o sin apreciarlo, pero, ¿por qué el Señor escogió
esa “poquita cosa” que es el pan para darse y quedarse con nosotros?.
No hermanos, no
perdamos el tiempo.
Fr. Francisco García,
OP
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