"Dios
es Amor" (Jn 4,8-16) y el Amor que es el primer don, contiene todos los
demás. Este amor, que arranca de la
Cruz y nos lo entrega el Crucificado para que nosotros lo entreguemos
a los demás, es la fuerza misteriosa de un Dios que se encarna y padece, muere
en cruz y resucita.
La
cincuentena Pascual es ya toda ella una efusión del Espíritu Santo: "Dios
ha derramado su AMOR en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha
sido dado". (Rom 5,5).
Puesto
que hemos muerto, o al menos, hemos sido heridos por el pecado, el primer
efecto del don del Amor es la remisión de nuestros pecados. Cristo nos ha
curado, ha sanado nuestras heridas, nos ha salvado.
La
Comunión con el Espíritu Santo, "La gracia del Señor
Jesucristo, y la caridad de Dios, y la comunicación del Espíritu Santo sean con
todos vosotros." 2 Co 13,13; es la que, en la Iglesia, vuelve a dar a
los bautizados la semejanza divina perdida por el pecado.
No
olvidemos nuestro Bautismo, es el día más importante de nuestras vidas, de él
vienen a nuestra alma todas las demás posibilidades de reconciliación con Dios.
En el Bautismo nos lo ha dado todo Dios nuestro Señor. Cristo nos ha salvado.
Fr. Francisco E. García, OP
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