martes, 9 de septiembre de 2014

Exaltación de la Santa Cruz. Ciclo A



Cruz del retablo del templo de Santo Domingo de Granada

Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único

Lectura del libro de los Números 21, 4b-9:

En aquellos días, el pueblo estaba extenuado del camino, y habló contra Dios y contra Moisés: -«¿Por qué nos has sacado de Egipto para morir en el desierto? No tenemos ni pan ni agua, y nos da náusea ese pan sin cuerpo.» El Señor envió contra el pueblo serpientes venenosas, que los mordían, y murieron muchos israelitas. Entonces el pueblo acudió a Moisés, diciendo: -«Hemos pecado hablando contra el Señor y contra ti; reza al Señor para que aparte de nosotros las serpientes.» Moisés rezó al Señor por el pueblo, y el Señor le respondió: -«Haz una serpiente venenosa y colócala en un estandarte: los mordidos de serpientes quedarán sanos al mirarla.» Moisés hizo una serpiente de bronce y la colocó en un estandarte. Cuando una serpiente mordía a uno, él miraba a la serpiente de bronce y quedaba curado.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 2, 6-11

Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.

Lectura del santo evangelio según san Juan 3, 13-17

En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo:
-«Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna. Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.»


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 POR TI SOMOS LIBRES


Desde Este Convento de la Santa Cruz de Granada, su templo es una constante exaltación de la Santa Cruz, esa Cruz querida, abrazada por Cristo y ofrecida a toda la cristiandad como remedio de salvación y de sanación.
En la primera lectura nos resulta chocante el hecho de que ante las serpientes que atormentaban a los Israelitas a Moisés se le ocurriera hacer una de bronce y colocarla en un estandarte, de hecho esto tenía que haber encolerizado a Dios, enemigo de cualquier imagen hecha por el hombre, ya vimos el resultado de aquel grupo que decidieron crear un becerro de oro. Pero al contrario que con el becerro este estandarte de la serpiente trajo la sanación al pueblo de Israel.
En la mente del Dios Eterno y Padre de la humanidad estaba ya latente la Cruz de Cristo, esa Cruz que al ser elevada, como había sido elevado el estandarte de la serpiente, atraería todas las miradas hacia ella y sería causa de Salvación, de Redención, de Vida para todos los hombres.
Esta Cruz de Cristo es por tanto la prueba más grande del amor de Dios para con nosotros, al permitir el SACRIFICIO de Cristo, como cordero inocente que va al matadero, para ser sacrificado, para salvarnos.
En estos tiempos, como en tiempos anteriores, son muchos los que se empeñan en quitar de la vista este maravilloso símbolo del Crucificado;  nosotros, en contrapartida a esta humillación que el hombre sin fe quiere hacer a Dios, tendríamos que esforzarnos más para que en nuestros hogares no faltara nunca una Cruz, y para que en vez de llevar joyas y adornos en nuestro cuerpo no dejáramos de colgar una cadena en nuestro cuello, para que la CRUZ quede en nuestro pecho, bien cerca de nuestro propio corazón, como testimonio vivo del amor que tenemos que tributar a aquel que abrazó el árbol de la Cruz para redimirnos, para alcanzarnos la salvación a nosotros y al mundo entero.
En los años que viví en Puerto Rico, volviendo mi memoria a aquellas vivencias de fe casi  semanales en la Casa de Jornadas de Yauco, obra del Padre Basilio Cosmen, con la colaboración de tantas generaciones de jóvenes, como Lucho con su guitarra, Ramón, Frances, Pancho y a tantos otros que con toda la juventud yaucana, aún resuena esta canción que era un poco así como el himno que nos unía y nos distinguía, el que nos hacía ser y pertenecer a esa juventud del P. Basilio,  a la Iglesia, a la JAC:

Yo vengo del sur y del norte
Del este y oeste y de todo lugar
Caminos y vidas recorro
Llevando socorro queriendo ayudar.

Mensaje de paz es mi canto 
Y cruzo montañas y voy hasta el fin
El mundo no me satisface
Lo que busco es la paz, lo que quiero es vivir.

AL PECHO LLEVO UNA CRUZ
Y EN MI CORAZÓN LO QUE DICE JESÚS (2)

Yo sé que no tengo la edad
Ni la madurez de quien ya vivió
Mas se que es de mi propiedad
Buscar la verdad y gritar con mi voz.

El mundo va herido y cansado
De un negro pasado de guerras sin fin
Hoy teme a la bomba que hizo
La fe que deshizo y espera por mí

AL PECHO...

Yo quiero dejar mi recado
No tengo pasado pero tengo amor
El mismo de un crucificado 
Que quiso dejarnos un mundo mejor

Yo digo a los indiferentes 
Que soy de la gente que cree en la cruz
Y creo en la fuerza del hombre
Que sigue el camino de Cristo Jesús
Tomado de AlbumCancionYLetra.com
AL PECHO ...

Recuerdos y emociones por los años vividos. Agradecimiento a esta Cruz que nos ha fortalecido en tantos momentos de debilidad. Amor a aquel que nos la entrega para que sepamos superarnos en la vida y para que nunca olvidemos que sin la Cruz no puede haber Gloria.

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