“VENDE LO QUE
TIENES, DALE EL DINERO A LOS POBRES Y SÍGUEME”
La primera
lectura del libro de la
Sabiduría nos habla de la dádiva de Dios, la prudencia y la
sabiduría nos vienen juntas, son un tesoro, poseerlas vale más que todo el oro
y la plata, es luz que ilumina toda nuestra vida. El hombre sin ellas no es
nada, se transforma en un pobre hombre que carece de lo más elemental. Quien no
tiene prudencia y sabiduría ¿Qué podrá hacer por su vida?, pidamos al Señor que
nos llene de sus Dones y Virtudes.
Es también el
mensaje de la segunda lectura de la carta a los Hebreos, sin esta sabiduría de
Dios la Palabra
no actuaría en nosotros, y nosotros sin la Palabra de Dios no somos nada, en tal caso sin
ella seríamos paja que se lleva en viento.
Esta Palabra
es como espada de doble filo, no podemos jugar con ella, ni creernos que
tenemos poder para interpretarla según nuestra conveniencia y capricho, pues la
palabra que está escrita por voluntad Divina para dar vida nos aniquilaría,
sería para nosotros motivo de castigo, de condenación. La Palabra es Palabra de
Dios, no nuestra palabra, ni nuestro capricho, ni siquiera podemos escoger
aquello que me gusta o me resulta fácil cumplir y desechar lo que me es difícil
o más me cuesta, pensando que podemos engañar a Dios y hacernos una religión
facilona y sin sentido para acallar nuestra voluntad y nuestra conciencia.
El Evangelio
es la confirmación de todo lo dicho anteriormente y mucho más, pues va más allá
del mero cumplimiento, como el joven bueno que cumple con todos los
mandamientos pero su apego a la riqueza le impide “soltarse” las cadenas de la
esclavitud del dinero para seguir al Señor.
“Que difícil
le resulta a un rico ganarse el Reino de los cielos”. Que complicado lo vamos a
tener si estamos encadenados, amarrados al dinero, a los placeres, a lo
nuestro, a nuestro propio “YO”, a tantas cosas que el mundo nos ofrece
tentadoramente como cosas maravillosas pero nos apartan de la voluntad
salvadora de un Dios que ha puesto su confianza en el corazón del Hombre.
Sí, lo mismo
que Jesús se entristece ante la actitud del joven “bueno” del Evangelio, Dios,
tantas veces tendrá que entristecerse ante la actitud simple, sin sentido, sin
compromiso de tantos católicos que siendo cumplidores en lo mucho no se dejan
soltar de sus amarres a las cosas que nos dan como buenas y matan nuestra
verdadera libertad.
Que este
Domingo, día del Señor seamos capaces de dar respuestas de amor y libertad,
amor a quien libremente lo dio todo por nosotros, libertad al que muriendo en la Cruz rompió todas las
ataduras del pecado, si optamos por el dinero y todo lo que eso implica
estaremos despreciando esa libertad que el Señor nos ofrece, y como el joven,
con tristeza daremos media vuelta ante la mirada triste de nuestro Salvador por
causa de nuestros apegos desordenados.
Apelemos a la Prudencia y a la Sabiduría para encaminar
nuestra vida por la senda del Evangelio del Señor.
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