“HACED LO QUE
ÉL OS DIGA”
Damos
inicio a este tiempo nuevo, el tiempo ordinario que este año será interrumpido
muy pronto por la Cuaresma
que está prácticamente ya al caer, aunque en nuestros corazones aún guardamos
la alegría de la Navidad,
y tenemos en la memoria las palabras que Dios dirige para nosotros en el
Evangelio del Domingo del Bautismo del Señor: “Este es mi Hijo, el amado,
escuchadle” y en este domingo nuestra bendita Madre del cielo en el Evangelio también
nos dice: “Haced lo que él os diga”.
En
la primera lectura de Isaías Dios nos anuncia lo nuevo que viene con Jesús, ese
mundo nuevo al que nosotros pertenecemos a él si en verdad tenemos a Jesús en
nuestro corazón y guardamos su Evangelio, no solamente lo guardamos, lo tenemos
que hacer vida en nosotros y lo tenemos que transmitir con amor a los demás,
así cada uno de nosotros seremos profetas del Señor que no se cansan, que no
callan la buena noticia, que no dejan de anunciar la Salvación que nos viene
de la mano de Jesús, nuestro Señor y nuestro Redentor.
No
tenemos que olvidar, como nos recuerda San Pablo en la carta a los Corintios,
que hay diversidad de dones, de servicios, de funciones que nos regala Dios por
medio de su Espíritu y que actúan en nosotros, no son para nosotros, vienen de
Dios a nosotros para que nosotros se los tramitemos a los demás, el fin último
de todo DON que Dios nos da es el bien común, es la Comunidad, es nuestra
sociedad, no nosotros, no alimentar nuestro ego, no para buscar nuestro
aplauso, lo que Dios da es para compartir, para dar con alegría, sin medida,
que desborde, sin poner límites ni condiciones, así es él con nosotros y así
tenemos que ser nosotros con los demás.
El
Evangelio de este domingo es bien conocido por todos, además ha sido proclamado
también en este tiempo de la
Navidad que hemos vivido recientemente. Se trata de las bodas
de Caná de Galilea. Vemos como en el comienzo de esta Manifestación
pública de Jesús, María, nuestra Madre, toma protagonismo “intercediendo” con
súplica e insistencia por los novios. Y esta intercesión de María es aceptada
por Jesús.
Este
Evangelio de las bodas de Caná es toda una catequesis. Les falta el vino, les
falta la alegría, la ilusión, el entusiasmo, ¿Qué porvenir puede tener una
pareja que van al altar en estas condiciones?. Pero lo que es escaso para
nosotros por nuestra propia condición, Dios lo hace nuevo, abundante, repleto,
desbordante.
“Todos
ponen primero el vino bueno, cuando están bebidos ponen el malo. Tu en cambio
has guardado el bueno hasta el final”, y es que Jesús hace buenas y nuevas
todas las cosas, con él y en él todo es renovado, rehecho, todo es ya otra
cosa. Así tiene que ser en nosotros. Dejarnos hacer “nuevos” cada domingo
cuando acudimos a su mesa y él entra en nuestros corazones. Tenemos que
dejarnos ser renovados por él.
Lo
mismo que este “signo” del Señor abrió los ojos de los Apóstoles y empezaron a
pensar más y mejor de Jesús, nosotros tenemos que estar atentos para ver los
signos que el Señor nos da en nuestro tiempo, para que estemos alerta y no
dejemos escapar las oportunidades que él nos manda y no desaprovechemos nuestra
vida, que en definitiva sabemos que es demasiado corta y se nos puede pasar la
vida en tonterías que no merecen la pena y dejar a un lado, sin apreciar, lo
que verdaderamente vale la pena, lo que es del Señor.
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