En
la maravillosa lectura del Oficio de esta mañana se nos habla de estos tres
temas. Curiosamente nos advierte que los tres tienen que estar y practicarse
como si fueran UNO, de lo contrario, cada uno de ellos, de por sí solo, carecería
de fuerza e importancia.
La
oración sola, sin más propósito que pedir y pedir a Dios por uno mismo es de
poco sentido, no somos seres aislados, nuestra obligación es pedir los unos por
los otros. Así mostramos que nos preocupamos por las situaciones adversas de nuestro
entorno y nuestro mundo. Lo mismo pasa con el ayuno, ayuno ¿para qué?, para
poder compartir, para dar de lo mío a aquel que tiene necesidad, para ser
generoso con los demás. Esto es ser misericordioso, pero uno alcanza ese grado
de misericordia cuando está acostumbrado a una vida de oración, esa oración te
da el sentido de vivir en familia y ese sentido te ayuda a ser misericordioso
con los demás como tú quieres y pides normalmente a Dios que sea misericordioso
contigo.
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