Son muchas las personas que ya no acuden a confesarse, y son muchos los sacerdotes que se quejan de que en sus Comunidades Parroquiales la mayor parte de los feligreses comulgan, pero no confiesan. Es evidente que es un punto que tenemos que analizar con el propósito de dar solución.
El teólogo español José Antonio Fortea, propone en un artículo publicado en internet una solución, basando en su argumento que son bastantes los cristianos que no se confiesan simplemente por sentir vergüenza. Para estos casos, dice, algunas iglesias han puesto ya soluciones.
Hoy en día muchas veces confesamos en un banco de la iglesia y quizás porque te sientas en el confesionario y no va nadie cada ves son menos los que se sientan por lo que el penitente tiene que buscar en la sacristía un confesor, esto dificulta que aquellos que sienten vergüenza invencible puedan confesarse.
Para ellos tenemos que tener el confesionario en un lugar estratégico en el templo, no basta con que tenga rejilla, tendrá que tener cortina en la rejilla o agujeros que impidan al sacerdote ver al penitente, así como puerta o cortina de manera que el sacerdote no vea al penitente ni al llegar ni al salir, para darle seguridad de que no es observado.
En estos casos extremos quizás también valdría que por la reja o ventanilla del confesionario pueda tener un lugar para entregar un papel con sus pecados, escuetamente escritos, esto es válido para los mudos y los sordos, puede ser también válido para estos feligreses que la vergüenza les impide confesarse, como también dice, que si por teléfono habla con un sacerdote de su vida y sus pecados, sabiendo que no se puede confesar por teléfono ni darle la absolución, esto sí facilitaría que pudiera acercarse más confiado al Sacramento.
Es un problema, sí, pero entre todos tenemos que buscar soluciones.
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