“HIJO, RECUERDA QUE RECIBISTE TUS BIENES EN VIDA”
La pregunta que nos hacemos,
nosotros los “pobres” de a píe es: ¿Qué podemos hacer nosotros?, ¿cómo
nosotros, con tantas limitaciones y sin fuerzas sociales y económicas vamos a
cambiar este mundo?. La respuesta nos la da Dios en la primera lectura y en el
Evangelio. Los que ahora se engordan y abusan o son ciegos ante tanta situación
injusta irás al destierro, o a un destino aún mucho peor, al fuego del infierno
donde toda la eternidad pagarán con creces la dureza de su corazón, el abuso de
sus políticas, la injusticia de sus leyes, su ceguera, su tozudez, su
injusticia.
Mucho de esto que nos dice la Palabra ya lo intuimos,
tenemos tanto en la primera lectura como en el Evangelio dos maneras de “pagar”
o bien se para en vida (es el destino que anuncia el profeta en la primera
lectura para los israelitas que no ven la necesidad del pobre, o bien se paga
en la otra vida, el destino del rico EPULÖN que pasa por la vida ignorando al
pobre LÄZARO. Ricos epulones y pobres lazaros hay miles en nuestra sociedad,
premio o castigo será lo que nos espere dependiendo de nuestro hacer cotidiano.
La clave para acertar en nuestra
vida y no malograr nuestra pobre existencia, seamos pobres o seamos ricos, nos
la da San Pablo en su carta a Timoteo, a ti y a mí: Primero comienza diciendo
hermano, somos hermanos, estamos hermanados en la vida, no sólo somos hermanos
los de la familia, la
Comunidad parroquial, la Iglesia a la que pertenecemos, somos hermanos la
humanidad entera sin importar razas, religiones, culturas, continentes… Luego
dice: siervo de Dios: nos indica que por Dios tenemos que cambiar, mejorar, ser
más buenos, más humanos, ser mejores los unos para con los otros. Y por fin las
“señales que te garantizan la felicidad aquí y en la otra vida, la felicidad
verdadera: Practicar la justicia, la religión, la fe, el amor, la paciencia, la
delicadeza, luchar el combate por la fe, que el enemigo siempre va a intentar
quitarte, en definitiva, que estemos unidos a Cristo ya que es él y no nosotros
quien nos da la Salvación
eterna.
Hermanos y hermanas, que esta
Palabra os ayude en vuestra vida a ser cada día mejores seguidores de Jesús y
os colme, ya en esta vida, de su paz y de su amor. Que paséis un feliz domingo,
día del Señor.
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