miércoles, 2 de noviembre de 2016

LOS FIELES DIFUNTOS:


Hoy, día de los fieles difuntos, nosotros los cristianos, dirigimos nuestras oraciones a Dios por las benditas almas del purgatorio, aquellos que están en el infierno ya nada podemos hacer por ellos, tampoco nuestras oraciones dan más santidad a aquellos que están en el cielo, pero los que penan aún por tener algo que purificar y no han alcanzado el cielo si son ampliamente favorecidos con nuestras oraciones y sacrificios por ellos.

Nuestros hermanos que están en el cielo oran ante el Padre constantemente por nosotros, lo mismo quienes no han alcanzado ese estado de pureza necesaria para estar en la presencia de Dios.


Esto nos dice dos cosas muy importantes para el día de hoy y para todos los días de nuestra vida: 1º: Que tenemos que luchar en la vida, es decir, mientras aún vivimos, para poder estar en gracia de Dios y podernos purificar de las secuelas que deja en nuestras almas el pecado, no lo hace todo el confesarse, la confesión borra o arranca de nuestra alma el pecado, pero quedan secuelas que han de ser purificadas, limpiadas con ayuno, sacrificios, oraciones; y 2º: que no tenemos que dejar pasar un solo día sin rezar a Dios, sin elevarle nuestras súplicas y peticiones por las BENDITAS ALMAS DEL PURGATORIO, ellas no oran por ellas mismas, oran por nosotros, esperan nuestro recuerdo, nuestro cariño y nuestra oración, principalmente nuestra oración. La oración más perfecta para “arrebatar del purgatorio a las almas” es la Santa Misa, vivida con amor, participando en ella con el alma limpia, desde que comienza hasta que termina, y en el momento del ofertorio presentarle a Dios nuestras súplicas por las Almas del Purgatorio, como se decía en los responsos en Puerto Rico “Para que Dios saque a las almas de la pena y las lleve a descansar, a su gloria”.

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