domingo, 5 de febrero de 2017

QUINTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO A.

Precioso acantilado de día y en calma, pero en una tormenta, si un barco sin timón va sobre él solo traerá muerte y ruina, que seamos nosotros ese FARO que haga llegar a puerto seguro a tanto barco a la deriva que el pecado arrastra por los "mares"  del mundo. Seamos como el Señor nos pide LUZ que alumbre.


“VOSOTROS SOIS LA SAL DE LA TIERRA…”

Aquí en Granada, tierra muy fría en invierno, tenemos a cuatro pasos la preciosa Sierra Nevada que su blancura nos llena de frío principalmente en las noches, estas noches que para el que tiene casa son apacibles, tranquilas, llevaderas, pero para el sin techo, el abandonado, el pobre de solemnidad son noches terroríficas, gélidas, desagradables.

La Iglesia, nuestra Iglesia junto a nuestra Parroquia participamos con el Arciprestazgo de las Angustias del Proyecto JERICÓ, que acoge a los sin techo y les facilita una posada, un hostal o casa donde pasar las noches frías y poder sacar de la calle a tantos desafortunados que con la crisis económica los epulones bancos se han quedado con sus casas mientras que los gobernantes más capitalistas que socialistas no mueven un dedo para hacer justicia o leyes justas que defiendan principalmente a los pobres de las injusticias y la avaricia de los poderosos, el Sr. Don DINERO.

Con esta actitud caritativa entonamos perfectamente en la primera lectura de hoy: “Parte tu pan con el hambriento, hospeda a los pobres sin techo…”

San pablo nos anima en la carta a los Corintios a mirar la vida no con sabiduría humana, que vemos en la realidad de la vida lleva al puro egoísmo, a mirarnos a nosotros mismos sin mirar a los demás ni a Dios y sí a buscar la sabiduría que da el Espíritu a aquel que le busca a Él y se quiere llenar de Él para darle a los demás esa paz y esa sensación de estar en el buen camino que solamente Dios nos sabe dar.

Vemos como el egocentrismo, la avaricia, la gula, la envidia, la lujuria, los males de nuestros días pudren nuestra sociedad. Para estos males el señor te señala a ti, no busques soluciones milagrosas, mágicas, espectaculares, la solución eres tú, el Señor te dice, Tú eres la sal de la tierra, tú eres esa sal que impide la podredumbre, esa sal que sazona, da gusto, da sabor a la vida de los hombres, de la sociedad, del mundo, está en ti y en mí evitar el mal haciendo el bien.


Pero también el Señor te dice hoy en el Evangelio: Tú eres la luz del Mundo. Ese faro tan necesario para evitar que los barcos de los hombres y mujeres de nuestra sociedad no se estrellen contra el acantilado en las noches de tormenta, que alegría tiene que inundar nuestra alma al sabernos tan necesitados por Dios, tan llenos de su amor y de su confianza, Él quiere hacer las cosas hoy como las hizo ayer y las hará mañana, contando con el hombre, haciendo al hombre instrumento de su acción misericordiosa. Quizás como mensaje para guardar en nuestro corazón en este Domingo, día del Señor es este, que el Señor te llama, espera por ti, cuenta contigo, te da una misión, pone en tus manos su luz para que alumbres el mundo, para que ilumines en medio de las tinieblas, para que conduzcas, como un nuevo Moisés al Resto de Israel por el camino sencillo del Evangelio hacia la Patria definitiva que es el Cielo. Hermoso mensaje y hermoso acometido el que cada uno de nosotros tenemos, el Señor nos invita, confía, espera de nosotros, espera por nosotros. Que el Señor te bendiga.

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