“El Señor está conmigo, como héroe poderoso”
La primera lectura nos narra la maldad de los
corazones que no quieren al Señor y que no tienen paz, tantas situaciones de la
vida cotidiana donde vemos como hay personas que piden el mal para su prójimo o
se alegran del mal que sufren los demás o peor aún, trabajan para sembrar el
mal en los demás y tienes la sensación de que sufren cuando ven a alguien de su
entorno que le va bien, que prospera, que es sumamente feliz. Por desgracia
esta fea realidad se da en este tiempo que nos ha tocado vivir, como se daba en
tiempos de Jeremías y en todo tiempo y lugar.
Pero el que tiene fe es sabedor que el Señor
está con nosotros como fuerte soldado, defensor nuestro en el peligro, en más
de una ocasión hemos escuchado de la
Palabra que el Señor desnuda su brazo, es decir, se arremanga
para indicar su fuerza, su amparo su protección, bendito sea en Señor que sale
fiador por cada uno de nosotros, por aquellos que ponemos en Él nuestro corazón,
que confiamos en él.
Y esto es una realidad porque para el Señor
cada uno de nosotros contamos, no somos desconocidos para Él, el sondea
nuestros corazones, ha puesto su confianza en nosotros. Dios ha mandado su Hijo
al mundo para apostar por la gente de este mundo, no mira la maldad, confía,
espera, aguarda siempre la conversión, el cambio de actitud, la corrección. Esto
no es otra cosa que una manifestación de la
FUERZA DE SU AMOR, pues no ama con egoísmo
como nosotros, AMA y CONFÍA y eso le basta.
Y es que el amor de Dios es así, es todo
generosidad, esa generosidad tiene nombre para nosotros: JESÚS. Ya lo dice San
Pablo en la segunda lectura a los Romanos: “Así como por un hombre entró el
pecado en el mundo, refiriéndose a Adán, por un hombre: Jesús nos vino la
salvación, es el plan de Dios para vivificarnos arrancándonos de la esclavitud
y vivir como HIJOS DE DIOS, donde se desborda sobre todos nosotros el DON
maravilloso de nuestro Dios que es PADRE.
El Evangelio tomado de San Mateo, 10, 26-33.
es un “empuje” que nos da Jesús hacia la confianza plena en él, un saber
aprender cada día a vivir en la confianza, en el amor, en la espera de una vida
mejor y más justa que la que podemos experimentar aquí abajo, sabiendo que en
la otra todo será distinto, pero mientras llega ese día también este
aprendizaje nos lleva a vivir con la frente bien alta, sin acobardarnos de
aquellos que nos odian y hacen el mal, Cristo está con nosotros, aquí se une el
mensaje que ya hemos escuchado en la primera lectura. Confiemos hermanos y
hermanas en este SEÑOR de nuestra vida que todo lo puede y que pondrá un día a
cada uno en su sitio.