MARÍA, NUESTRA MADRE, NOS TRAE LA ESPERANZA. Un niño ha
nacido un HIJO SE NOS HA DADO:
En este 4º Domingo de Adviento ya entramos en la Navidad, y
la Palabra proclamada nos tiene que llenar de ilusión y esperanza. Ya no
necesitamos los “signos” del Antiguo Testamento, no precisamos la de presencia
misteriosa de aquel Arca, María es la nueva Arca de una nueva y definitiva
alianza de Dios con el Hombre, ella con su SÏ a Dios abrió la puerta de la
esperanza a toda la humanidad, ella, que se consideró la “Esclava del Señor” es
la Reina de nuestro mundo que mira esperanzado hacia el cielo pues sabemos que
gracias a ese sí allí está nuestra casa, nuestra patria definitiva, nuestra
salvación.
Esa nueva alianza jurada por Dios a su siervo el Rey David se
hizo realidad en Jesús nuestro Señor, él, que se abajó a nuestra condición
humilde, ya es abajarse siendo Dios hacerse uno de nosotros, pero además quiso
nacer en las condiciones más precarias, más tristes, más desoladoras, en un
pesebre de un establo para poder así en él levantar toda la humanidad caída.
Estemos alegres en el Señor, esta esperanza que nos trae
María nos tiene que reconfortar, es esperanza que nunca falla, que es firme,
fiel, está apoyada en Dios, basada en el plan de Dios para hacernos dichosos,
eternamente felices. Cuantas han de ser nuestras muestras de agradecimiento a
Dios por su cercanía y generosidad, a Jesús por su amor y entrega por nosotros
y a maría por ese saber acatar, en el momento preciso, sin escusas, sin
temores, la voluntad de un Dios que con el anuncio del Ángel viene a ponerle
las cosas pero que muy complicadas y difíciles, a ella, a San José bendito y a
todos los que estaban cercanos a ella, su vida no fue un camino de rosas, tenía
más espinas que flor y aún y con todo lo asumió por amor a Dios y por hacer
posible su plan de redención.
LA NAVIDAD:
Esta es nuestra noche, la que llamamos familiarmente NOCHE
BUENA, sí, la mejor de las noches pues se realizó el gran milagro de amor de
Dios para con nosotros, un niño se nos ha dado, un Hijo nos ha nacido, el
Señor, el Salvador.
La Palabra que proclamaremos este día es de suma importancia
para todos nosotros, toda ella nos invita a la alegría, a la alabanza, a
bendecir a Dios, pero como ha de suceder siempre a no quedarnos en este gozo
para nosotros en nuestro corazón, escuchamos la Palabra de Dios para que
alegres salgamos del templo y comencemos a proclamar lo que hemos escuchado, no
solamente con palabras, son más importantes los gestos, las acciones, los
testimonios que con nuestra manera de vivir puedan hablar de nosotros, de la fe
que tenemos y de lo que significa en nuestras vidas que el Señor naciera en un
pobre portal para enriquecernos a nosotros. Una Navidad sin Cristo, sin
compartir, sin un corazón capaz de enternecerse ante el dolor del otro es una
pobre Navidad, no empobrezcamos lo que Dios hizo tan ricamente, no depositemos
tanta gracia que Dios nos da en cestas de mimbre, construyamos en nuestro
corazón sólida vasijas que recojan tan preciado tesoro para que nos saciemos
con él y saciemos la sed de paz, amor, justicia, libertad de tantas personas
que viven esclavizadas, oprimidas, despreciadas, solas, abandonadas por la
desidia de nuestros gobiernos y de nuestra sociedad egoísta y ciega que solamente
piensa en sí misma, que pasa de los demás y el centro de todo está en ellos
mismos.
Recordemos que es esta nuche unos pastores escuchan asustados
el anuncio de los ángeles, pero este anuncio no les paralizó, supieron reaccionar
bien, como creyeron fueron a buscar lo que les llenaría de paz, en Belén
encontraron al niño pobre envuelto en pañales. Cuando lo vieron no se quedaron
allí, fueron de prisa a contarlo por pueblos y caminos, para que todos se enteraran
de las buenas nuevas que Dios ha traído a la humanidad, es lo que tenemos que
hacer nosotros, salir y contarlo.
Que paséis unas felices fiestas de la Navidad, yo pasaré unos
días visitando a mi madre, así que estaré ausente de este medio y no me
comunicaré con vosotros hasta mi regreso, muchas felicidades y que el Niño Dios
de verdad nazca en vuestros corazones y os llene de su amor y su paz.
Fr. Francisco E. García Ortega, O.P.
Santo Domingo de Granada.