ESTE DOMINGO NOS PLANTEA UN
INTERROGANTE: ¿QUÉ DEBEMOS HACER?
La lectura primera del libro
del Éxodo, 16, 12-15 nos narra la apatía, la falta de seriedad, el poco
compromiso de los israelitas para con Dios, que los ha librado de la esclavitud
y les ha sacado a la tierra de Promisión, pero que por sus pecados, por
olvidarse de Dios, por querer hacerse un dios a su manera han sido castigados a
vagar 40 años por el desierto. ¿Para qué 40 años? Para que todos aquellos que
levantaron la mano airosos contra Dios murieran en el desierto sin ver la
tierra prometida, y solamente llegaran a ella los que estaban libres de culpa.
El Señor es compasivo y
misericordioso y da a su pueblo un pan celestial para que tengan la fuerza
necesaria para el camino, para la peregrinación, lo mismo que hace con
nosotros, nos da el Pan Eucarístico para tener fuerzas en nuestra peregrinación
hacia la Patria
definitiva que es el CIELO.
San Pablo en la segunda lectura
nos exhorta a VIVIR EN CRISTO, con todo lo que esto significa. Por el Bautismo
somos hombres nuevos, raza nueva, pueblo nuevo, y si somos algo nuevo no
podemos estar siempre arrastrando como cadenas pesadas las miserias de nuestra
antigua condición humana, hemos sido liberados por Cristo, somos criaturas
nuevas, tenemos que renunciar de una vez y para siempre de las envidias, de la
corrupción, de las maldades que son fruto del pecado, de todo lo que nos aparta
del amor de Dios. Si Dios nos hace nuevos seamos consecuentes, seamos nuevos,
si caemos, si nos aferramos a la antigua condición en su Iglesia nos da el
remedio para nuestros males, no son acciones de brujería, son SACRAMENTOS que
nos hacen nuevos, reparan, fortalecen vivifican, animan, alientan, ¿qué más
podemos pedir?, ¿Qué más nos puede dar el Señor?.
En el Evangelio según San Juan,
6, 24-35, vemos esa actitud humana del que duda, del que está siempre buscando
pero que en el fondo no sabe lo que quiere, del que acude al Señor pero con un
corazón egoísta, siempre pidiendo, siempre deseando que nos den, que nos quiten
trabajo, que nos hagan la vida fácil, un Jesús “aspirina” que nos cure de
nuestras dolencias, ¿acaso la vida de Jesús ha sido una vida fácil?.
El Señor nos da la auténtica
respuesta: “El que viene a mí no pasará hambre y el que cree en mí no pasará
nunca sed” y esto es así porque el señor nos dice:”YO SOY EL PAN DE VIDA”. ¿Quién
nos podrá saciar como lo hace Él?, ¿Quién puede estar más pendiente de nuestras
necesidades como lo está Él de nosotros. Adonde podremos ir nosotros Señor si
solo tú tienes Palabras de vida eterna.
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