JESÚS NAZARENO, REY DE LOS JUDÍOS, REY DEL UNIVERSO.
Con este Domingo un ciclo termina y otro comienza,
el Adviento del ciclo A está ya a la puerta, comenzamos a caminar desde la
esperanza en el Señor Jesús. Él, durante este ciclo que concluye con la fiesta
de Cristo Rey nos ha acompañada, ha caminado a nuestro lado, nos ha cogido de
la mano para darnos ánimo, ha cargado en sus hombros a aquellos que sus fuerzas
flaquearon y no podían ya caminar, nos ha confortado a través de su Palabra y
con los Sacramentos de la
Iglesia , siempre está cercano, como el vecino, o el compañero
de trabajo, o nuestro prójimo. Pero también nosotros nos hemos preocupado por
caminar con Él, de estar con Él, de escuchar la Palabra Proclamada ,
de estar a su lado.
Como en el segundo libro de Samuel, el pueblo de
Israel acude a David para ungirlo Rey, así nosotros acudimos en esta jornada a
Jesús para proclamarle desde lo más profundo de nuestro corazón “Señor de
nuestras Vidas”, nuestro Rey, pero no un REY al estilo de los reyes de su
tiempo o de tiempos anteriores o posteriores, un REY que se da por entero, que
sirve a su pueblo, que no usa cetro o corona a no ser que estos sean por burla
de caña y de espinas. Sí hermano, el reinado de Jesús es un reinado de amor, de
compasión: “Hoy mismo estarás conmigo en el Paraíso”, de misericordia, no duda
en su despedida en quitarse el manto, ceñirse la toalla y lavar los píes a sus
discípulos, para que aprendamos que es sirviendo como llegaremos a reinar con Él.
No se sienta en un trono de oro o plata, su trono es
la CRUZ , esa
cruz que despreciaban por igual griegos y romanos y que en nuestros días a
tantos les molesta y odian, la
CRUZ de Jesús que desprecian, que se burlan –como entonces de Él y de ella-
y que nosotros que decimos ser y lo somos CRISTIANOS tendríamos que tener más
valor y defender la CRUZ, es más, ahora que tantos en nuestro propio país quieren apartarla
de su vista, pues les ofende su
presencia, tendríamos que buscar una bien bonita y grande, que se vea bien y
ponerla en una cadena o cordón colgada de nuestro cuello para que sea bien
visible en nuestro pecho, como dice la canción: “Al pecho llevo una Cruz y en
mi corazón lo que dice Jesús”.
Y es que si caminamos con Él “vamos alegres a la Casa del Señor” y más, mucho
más, hacemos de nuestro propio corazón la mejor casa, la mejor de las iglesias,
la casa más limpia y acogedora del Señor, yo en Él, yo con Él y Él en mí, Él con
nosotros y en nosotros.
Que Él que nos ha sacado del “dominio de las
tinieblas”, es decir, nos ha arrancado del mal o ha arrancado de nosotros el
mal, haga que nos sintamos de verdad hombres nuevos, hombres y mujeres
liberados, animados y capaces de animar a otros para mostrar nuestra paz y
alegría. Quien encuentra un tesoro no lo puede enterrar otra vez donde lo
encontró, ha de salir a la vista de todos, no encierres tu alegría solamente en
tu corazón, compártela con los demás, para que otros se alegren contigo y gocen
contigo y vivan contigo la novedad del Evangelio de Jesús.
Hermano, hermana, que pases un feliz Domingo de
Cristo Rey, domingo día del Señor.
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