Hoy
celebramos la fiesta de San Mateo, el rico publicano que quedó maravillado de
la inmensa pobreza de Jesús y decide invitarlo a un banquete en su casa para
conocer al Maestro. En este banquete no solamente se convierte Mateo al Señor,
se convierten cantidad de pecadores y publicanos que al ver el ejemplo de la
conversión de Mateo les arrastra a ellos también a buscar al Señor y seguir sus
pasos de paz, amor, comprensión y misericordia.
El
segundo banquete es el interno, según nos dice el Apocalipsis: “Mira que estoy
a la puerta y llamo, si quieres entraré en tu casa y comeremos juntos”. Mateo
después de este primer encuentro con el Señor ya abrió la puerta de su corazón
para que el señor habitara de continuo su corazón. Su vida ya quedó ligada
hasta la eternidad con el Maestro.
Que
nosotros sepamos renunciar a tantas cosas materiales que no nos aportan nada
espiritual y abramos nuestro corazón, como San Mateo, para que el Señor sea el
invitado a compartir nuestra vida con él y así logremos la felicidad verdadera.
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