FINCA DE ORMAS
El tiempo
pasa, en ocasiones lentamente, otras veces veloz. Depende de cada
persona, de cada momento, de la actividad humana que se realice.
En Málaga
el tiempo pasaba veloz, aquí,en el descanso, sin nada que hacer
omejor dicho, sin nada que poder hacer al menos en estos días que
han pasado, este tiempo se eterniza, se hace desesperante, eterno.
Sólo queda leer y escribir algo, pero ese es otro problema,
acostumbrado siempre al ordenador de escritorio no hay manera de
hacerlo con el portátil, como que no atino a darle a este teclado,
colocado tan incómodo y con ese insoportable sistema que anula el
querido y añorado “ratón”.
Parece que
ayer estaba en la rutina de la Parroquia, que aunque habían achaques
de salud uno estaba bien, había ganas y entusiasmo para hacer cosas,
para seguir trabajando hasta que en junio se entregara la Parroquia
al Sr. Obispo, pero no pudo ser así, y la enfermedad me hizo salir
corriendo de Málaga yde Santo Domingo y dejar todo tan de repente,
afortunadamente dio tiempopara dejar las cuentas terminadas.
Desde mi
llegada a Santander las molestias no cesas, el corazón sigue dando
bandazos, unos dicen que es normal, pero el susto lo tiene uno encima
después de vivir lo que se vivió en Málaga, en aquella noche
funesta.
Me dicen que
la cuestión es desconectarse, pero una cosa es decir y otra muy
distinta es obrar, y no se puede obrar como se dice, no se puede
cortar, quitar de la mente y del corazón recuerdos, buenos y malos,
están ahí, al alcance de la memoria, al alcance de las emociones,
están presentes.
Este valle
campurriano es algo extraordinario, es una especia de Paraiso
Terrenal, como una obra de Dios pero sin contaminar por el hombre, es
lo que era siempre, lo que conocimos de niños, es un recinto de paz.
Aquí, ahora, solamente escucho el ruido que hacen las llamas de la
chimenea y el canto de los pájaros, cuando sopla el viento el ruido
de las hojas... la paz hasta el extremo.
Cuando
mejore el tiepo si intentaré caminar, como me pidieron los médicos,
para quitar peso y aligerar el corazón, pero cuando mejore, que
ahora no hace para salir de casa, en este invierno repentino que nos
ha llegado este fin de semana, como visita inesperada y poco deseada.
Con Málaga
tengo una cita, que dependerá de mi salud y de la situación de la
Parroquia en el mes de junio final o primeros de Julio, para celebrar
los 25 años de la Ordenación que se cumplieron el día 17 y estaban
planificados para estos días en la Parroquia, y para decir adiós a
la querida feligresía de Santo Domingo, que no digan que me marché
por la puerta de atrás, lo que sucedió todos
saben la
razón, fue el infarto que cambió todos los planes, pero por ese
motivo me es de gran importancia, después de los 5 años en esa
Parroquia poder decir adiós como Dios manda.
FRUTALES
Así que
Dios reparta paciencia y salud para que pronto nos podamos ver. En mi
mente queda cada acontecimiento, las rutinas, las misas, la
predicación de cada día, el pensar como Mena habrá dejado los
bancos después de la misa de 12 los niños de la Catequesis, Aaron y
sus charlas prebautismales, Paco y Pepe en el despacho, el gran Coro
de Santo Domingos, los enfermitos que no les dije ni adiós pero que
espero que Paquita, Adela, Mary Paz y Elvira habrán anunciado a sus
respectivos enfermos el motivo de mi marcha tan precipitada.
De nuevo
agradecer vuestras oraciones, que se son muchas por mi salud y
recuperación. Estoy contento por haber sido destinado a Granada,
podré trabajar en una parroquia y vivir en una Comunidad, ah, una
Comunidad, que gran invento, una Comunidad es una familia, podrás
encontrarte hermanos mejores y peores, pero tendrás hermanos, y
entre nosotros, con nuestros fallos y defectos pues la vida
comunitaria es vivir en familia, en paz y en armonía. ¡Cuanto he
añorado en los tres últimos años vivir en Comunidad!, y cuanto me
va a costar hacerlo ahora de nuevo. Pero es un reto que merece la
pena
ESCUDO DE LA FACHADA DE LA CASA DE ORMAS