Cristo De Ruiz Montes (Málaga)
SORPRÉNDETE:
El
Señor nos habla por medio del Profeta Isaías y nos presenta a Jesús, que es el
centro de las tres lecturas, un Jesús conocedor de nuestros sufrimientos y
nuestras dolencias, pues en todo, menos en el pecado, ha experimentado la
condición humana, que nos indica la segunda lectura, y que nos anima a profundizar
en el conocimiento de su Evangelio. Para amar hay que conocer, sin ese
conocimiento no puede haber amor por nuestra parte.
Pero
si hay una invitación por parte de Dios para conocer al Hijo, esta invitación
no se queda en un mero conocimiento, como podemos anhelar conocer los logros y
prodigios de un personaje histórico. Se trata de conocer para ser, ser como Él
es, y esta pauta nos la marca el Evangelio de este domingo.
Los Santos nos enseñan con su vida el camino del Evangelio (mosaico del abrazo de San Francisco y Santo Domingo)
Si
ciertamente queremos parecernos a Jesús hemos de tener como norma sagrada en
nuestras vidas el servicio a los demás. Cristo el Señor no ha venido a que le
sirvan, sino a servir, no ha venido a ocupar los primeros puestos, se ha
mezclado con los pobres, los indigentes, los desechados de la sociedad, los
marginados, los pecadores, ha estado entre ellos, ha comido con ellos, ha
experimentado sus dolores, sus angustias, su marginación, se ha acercado a los
leprosos, a los ciegos a los tullidos… y les ha servido, les ha curado, les ha
aportado una dignidad que incluso ellos mismos pensaban habían perdido.
Para
nuestro mundo suena con fuerza el mensaje de Jesús: en este tiempo donde los
hombres buscan la fuerza, el poder, las riquezas, el dominio, sea como sea de
los demás, el mensaje de Jesús es siempre el mismo: “El que quiera ser grande,
sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos”.
San Martín de Porres, ejemplo de vivencia evangélica.
Aprendamos
del Señor que es manso y humilde de corazón y la paz llegará a nuestras vidas,
y su fuerza nos invadirá y se nos mostrará con suma claridad el camino a la
felicidad, no sólo la felicidad eterna, sino también la felicidad plena para
vivirla, experimentarla, lograrla en esta vida terrenal.
La Santísima Virgen María: Moodelo de servicio y entrega
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