jueves, 26 de enero de 2017

CUARTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO A.



BENDITOS VOSOTROS LOS HUMILDES…”

La primera lectura del Profeta Sofonías, 2,3; 3,12-13. nos deja un sabor amargo, nos deja el corazón triste cuando nos dice el Profeta que en medio de nosotros dejará el señor un resto, un pueblo pequeño, pobre y humilde, mientras que entendemos que la gran mayoría pasan de Dios, pasan de vivir una vida cristiana coherente, pobre, con la mirada en Jesús, en su vida y en sus enseñanzas. Este “resto” sabrá apreciar la grandeza de un Dios de amor y misericordia que no nos quiere ni ciegos ni sordos, nos quiere bien  despiertos siendo humildes y veraces. No nos entristezcamos cuando veamos que no somos tantos, que somos pocos, un resto.

En el Salmo147 repetiremos: “Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos” donde nos habla de ese Espíritu de Dios que hace las cosas con amor para que nosotros respondamos con una vida sana, honrada y trabajadora, Él solo busca nuestra felicidad, y esa felicidad, siguiendo la tónica de las tres lecturas no está en la riqueza ni en el inflado ego del hombre, está en lo pequeño, lo fácil, lo sencillo, lo humilde. Ahí encontramos a Dios y ahí Él se encuentra con el HOMBRE.

En la Segunda lectura de San Pablo a los CORINTIOS, 1,26-31, el Apóstol nos manda mirarnos a nosotros mismos, ver que somos la gente sencilla, humilde, que busca al Señor y aguarda sus promesas, que entre nosotros no están los grandes hombres y mujeres que sobresalen por sus conocimientos o títulos o fortunas, ellos ya tienen sus dioses, nosotros somos los que estos desprecian por mirar con fe al cielo aguardando al Señor. Bendito sea Dios y que Él nos permita seguir así, sin perder la fe hasta que Él regrese y de cumplimiento a su Promesa.
El espíritu cristiano está resumido totalmente y claramente en las bienaventuranzas. No son para cada uno de nosotros ni para la Iglesia otra cosa que “un desconcertante programa de vida cristiana”. Ese espíritu del hombre es nuestra ley, no nos pongamos al escucharlas a la defensiva.  Estas son así, tal cual suenan, tengamos mucho cuidado al leerlas o al escucharlas de no intentar manipular, ni dar un nuevo colorido, o sacar una nueva versión con lo que yo creo que quiso decir o pienso que en realidad dice, son tan cual son, sin cambio alguno, es una manera quizás sí radical, pero es que la vida de Jesús es así de radical, no se pierde en medias tintas ni en colores deslavados, el blanco es blanco y el negro es negro, no hay grises.

Dichosos los pobres, los sufridos, los que lloran, los que tienen hambre y sed de la justicia, los misericordiosos, los limpios de corazón, los que trabajan por la paz, los perseguidos, dichosos cuando os insulten y calumnien por mi causa… Nos da el Señor la clave para ser dichosos, felices, bienaventurados y la manera de lograrlo.


Hermanos, que paséis un feliz DOMINGO, día del Señor y que por su Palabra os consideréis felices y dichosos. Que Dios os bendiga.

1 comentario:

  1. Jesús, como un nuevo Moisés, sube a la montaña para establecer la nueva Ley. En el Sinaí Dios se presentó como el libertador del pueblo elegido, aquí , Jesús, nos lo presenta como Quién nos conduce a la felicidad.La Humanidad camina desorientada y busca la felicidad en el bienestar, el poder...Jesús sitúa a la felicidad en el camino de los pobres que buscan el consuelo de Dios y no se conforman con alegrías pasajeras y no cierran los ojos ante el sufrimiento de los hermanos; buscan la Paz y la Justicia y prefieren tener una conciencia muy limpia mientras esperan esa felicidad que no es una experiencia pasajera sino una promesa que Dios nos garantiza.Ahora ya la podemos gustar en forma de esperanza y nos hace más soportable el camino.

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