viernes, 26 de enero de 2018

CUARTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO DEL CICLO B.


La Palabra de Dios en el libro del Deuteronomio nos habla de que según el anuncio de Moisés, Dios suscitará un Profeta para el pueblo, hay que valorar la función del profeta, que es elegido por Dios para anunciar y dar a conocer su voluntad, no se trata de los “adivinos” y los que son “supersticiosos” que abundaban en los pueblos vecinos al Pueblo Elegido por Dios, ese Espíritu de Profecía no murió con el A.T., cada uno de nosotros, por el Sacramento del Bautismos somos elegidos por Dios Sacerdotes, Profetas y Reyes de la Nueva Alianza de Dios con el Hombre en Jesús nuestro Señor.

Cada uno de nosotros debemos poner toda nuestra fuerza, nuestra ilusión, amor y esperanza al escuchar la Palabra de Dios y hacerla VIDA en nuestro corazón, ya que es destino de la Palabra de Dios no es el conocimiento del hombre, es la CONVERSIÓN del corazón, el cambio de vida, el saber retornar al camino que nos traza Jesús en su Evangelio, por eso esta Palabra es más, mucho más que una mera lectura, es VIDA y está destinada a darnos, transmitirnos la VIDA ETERNA.

En la segunda lectura de San Pablo a los Corintios el Apóstol nos habla de aquellas primeras comunidades cristianas donde al convertirse a Cristo se encuentran algo perdidos y no saben bien a qué atenerse a partir de esa conversión, ya que la vida de la Comunidad es muy variable en las personas y sus compromisos, unos, como pasa en nuestros días nos dedicamos más a divulgar la Palabra de Dios y a celebrar los Sacramentos, otros a la vida de piedad y religiosa y otros a los trabajos y quehaceres de la familia cristiana, ciertamente todos no podemos ser iguales ni estar en lo mismo, y no se trata de decir que lo mío es más importante que lo tuyo, TODO es importante si estamos encaminados en la vía del Evangelio de Jesús y lo que hacemos lo hacemos con ánimo de dar vida y enseñanza a aquellos que nos rodean. En resumen Pablo solamente quiere que cada uno, en la condición en la que esté sea fiel a Dios y cumpla con las exigencias del Evangelio y testifique su fe ante los demás con una vida piadosa, honrada y trabajadora.

San Marcos en el Evangelio de este domingo nos narra las enseñanzas de Jesús en Cafarnaún, un estilo propio y desconocido hasta entonces, como dice el Evangelista, “enseñaba con autoridad”, y esa manera de enseñar lo mismo que esa autoridad sorprendía lo mismo que molestaba pues para Jesús lo más importante no era el cumplimiento vacío de la ley y ponía su acento en la necesidad de la persona, por eso aunque fuera sábado curaba, expulsaba demonios, resucitaba muertos… porque el hombre no se hizo para el sábado y sí el sábado para el hombre.

Este amor a la persona, principalmente a la persona que padece un mal, lo muestra en las sinagogas, lugares de oración, no de curación, pero Jesús quiere unir estas dos cosas imprescindibles para el hombre, La curación es la fuerza de su PALABRA, lo que el Evangelista llama “hablar con autoridad”, lo que Jesús en tantas ocasiones manifiesta como “que es más fácil, decir coge la camilla y vete a tu casa o decir tus pecados te son perdonados” que escuchamos en otro evangelio.

Tenemos, a la luz de la Palabra de Dios, que revisar nuestra vida y ver que no nos falte nunca esta doble acción, orar y sanar, para que siendo en nuestro tiempo otros CRISTOS mostremos el amor de Dios a la gente de nuestro mundo, principalmente, como hacía Jesús, a aquellos que más padecen y que han de ser para nosotros prioridad en nuestro quehacer cotidiano.

Que paséis un feliz Domingo, día del Señor lleno de bendiciones.


Francisco García, O.P.

domingo, 21 de enero de 2018

DOMINGO TERCERO DEL TIEMPO ORDINARIO DEL CICLO B.


“CONVERTIOS Y CREED EN EL EVANGELIO”

Una vez más el señor “pasa” a tu lado pero no sigue de largo, se para, te mira y te llama y te invita a ser parte activa de su REINO.
La primera lectura con la historia de Jonás ya nos habla de esa pasada misteriosa del Señor, llama, NOS LLAMA A LA CONVERSIÓN, A SER MEJORES, a hacer mejor las cosas, a poner más espíritu en lo que hacemos, decimos e incluso en lo que pensamos, convertirnos es buscar el cambio, es reconocer los errores, poner solución a nuestras equivocaciones, valorar más las cosas de Dios en nuestras vidas y en las vidas de aquellos que nos rodean.

Esta llamada del Señor a convertirnos nos tiene que llevar como a los ninivitas a actuar y pronto, a cambiar nuestras vestiduras de apariencias o de sepulcros blanqueados en hombres y mujeres auténticos que de verdad valoran el Reino de Dios y quieren escapar de las tentaciones del enemigo para poder disfrutar de esa paz, amor, armonía que solamente pueden tener los que están con una conciencia limpia que no les acuse de sus malas acciones.

San Pablo en su carta a los Corintios nos dice cosas que a primera vista nos desconciertan, pero que pensando un poco nos aportan soluciones. En primer lugar comienza diciendo que “el momento es apremiante”, que es ahora, no más tarde ni mañana cuando tenemos que dar ese cambio a la dirección que lleva nuestra vida, mañana puede ser ya tarde.

En segundo lugar, eso de que “los que tengan mujer, que vivan como si no la tuviera, los que lloran, como si no lloraras, los que están alegres, como si no lo estuvieran…” nos está hablando de nuestra vida cotidiana, pero de nuestra vida DE CRISTIANOS. El cristiano es, pero no es de este mundo, estamos en el mundo pero no nos podemos ni identificar como mundanos ni ser del o para el mundo, nuestra ciudadanía no es la terrenal, somos ciudadanos del cielo.

Es natural que entre nosotros los cristianos el trabajo, los problemas, los quehaceres formen parte de nuestro día a día, pero nuestra vida no está destinada para los años que vivamos aquí en la tierra, estamos destinados para el cielo, pero para lograr esto, para no dejarnos dominar por el mundo, hemos de tener mucha fe en Dios y vivir ese día a día con profunda radicalidad, poniendo el acento no en lo que es “cotidiano” para los mundanos y sí poner todo el acento en lo que es propio del CREYENTE.

Recuerda la historia de Abrahan, cuando el Señor lo llama le ordena: “Sal de tu tierra”, es decir, sal de ti mismo, de tu vida, de tus proyectos, de tus quehaceres y ambiciones y de tu entorno,  lánzate a la aventura de encontrar una nueva tierra, de cruzar desiertos, de llegar al PARAÍSO.


Esta es la aventura de la llamada que Marcos, 1,14-20 nos narra en el Evangelio de este Domingo, una aventura que pasa por dejarlo todo, pero más importante aún “dejarse abandonar en los brazos de Jesús”, dejar que sea Él quien guíe nuestros pasos, poner toda nuestra vida en sus manos, confiando en que con Él encontraremos el puerto que lleve nuestra nave a esa nueva tierra y nuevo cielo que es la salvación. Que el Señor os bendiga y feliz Domingo.

miércoles, 17 de enero de 2018

YO: SACERDOTE:


La obra del sacerdote es la obra de Jesús, quien quiere destruir a un sacerdote quiere destruir a Jesucristo, a su obra; todo lo que yo como sacerdote que soy hago lo hago como obra de Jesús. Yo no me puedo dividir, una parte de mi es sacerdote, otra parte es laica, no. Soy por entero desde la ordenación sacerdotal, por la Unción, por la imposición de las manos del Obispo consagrante y del Presbiterio, del Señor.  Todas mis obras están encaminadas a la MISIÓN que Él que me llamó,  me encomendó al Servicio de la Palabra del Evangelio y a la celebración de LOS SACRAMENTOS, principalmente, siendo más sacerdote que nunca, cuando celebro el Santo Sacrificio de la Santa Misa.

Por eso ten mucho cuidado a la hora de hablar con demasiada ligereza de un sacerdote, de un obispo o del mismo Papa, todos somos “un cristo en la tierra”, pero el consagrado lo es por derecho propio de aquel  que lo llamó Él mismo para su servicio, para ser él, para la Misión. Y por desgracia en estos días ya ni siquiera se respeta al Papa, cada cual juzga, compara con el anterior, critica, insulta, calumnia, difama… si esto hacen con el Papa que no harán con los Obispos, Presbíteros, Diáconos, Religiosos, Religiosas…


Que no nos falte nunca el juicio, no el de juzgar a otros, que eso le corresponde a Dios, el sano juicio para no malograr la vida por culpa de una lengua demasiado ligera. El que tenga oídos que oiga.

sábado, 13 de enero de 2018

SEGUNDO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO DEL CICLO B


“VENID Y VEREIS”

El tema de este segundo domingo del tiempo ordinario, después de celebrar el pasado el Bautismo del Señor, es, y no podría ser de otra manera el domingo de la LLAMADA. En la primera lectura nos introduce al Evangelio con la llamada de Samuel, el Profeta. Y nos “marca” la actitud o respuesta que el viejo Elí enseña al joven Samuel cuando el Señor es el que llama: “Habla, Señor, que tu siervo te escucha”.
Esa actitud ha de ser la nuestra ante el Señor, primero actitud de PERMANENCIA, estamos con el Señor, somos de él, nos familiarizamos con él. En segundo lugar de ESCUCHA, COMO Eliseo estamos atentos a la VOZ DEL SEÑOR. Dios no es mudo, ni sordo ni está alejado, Dios siempre se ha querido acercar al HOMBRE, comunicarse con él, decirnos muchas cosas, pero él no está en el ruido, en el terremoto, en el huracán, está en el susurro, en el silencio, en el murmullo y tenemos que estar muy avispados si de verdad queremos escucharle, si ciertamente estamos interesados en dialogar con él y él con nosotros.
Por último no es estar con la disposición de buscar al Señor, es estar con la convicción que estamos aquí para “Hacer su voluntad”, es la enseñanza de Elí a su jovencito discípulo, que en esta semana hemos escuchado en las misas su historia y hoy volvemos a escuchar para aprender de él a tener actitud de pertenencia y escucha.

San Pablo a los Corintios nos habla de lo maravilloso que es a los ojos de Dios nuestro cuerpo, y por tanto, lo nocivo que nos resulta el pecado, pero de entre todos los pecados el que más nos daña este cuerpo que es TEMPLO DE DIOS Y MORADA DE SU ESPÍRITU es la fornicación.
Por eso tenemos que esforzarnos en permanecer puros ante Dios que todo lo ve y todo lo sabe, no por apariencias, por quedar bien con los otros, lo hacemos como regalo, como sacrificio ofrecido a Dios.
En el Evangelio de San Juan se nos vuelve a repetir el tema de la llamada del Señor. Pero para sentir esta llamada tiene que haber un reconocimiento, y en el Evangelio es Juan quien reconoce al Cordero de Dios que quita el pecado del mundo y lo manifiesta, de modo de que quien escuchan esta manifestación de Juan siguen al Señor, sienten su llamada.

¿No sientes curiosidad por Jesús? VENIZ Y VERÉIS. Él está constantemente llamando a la vida, a la paz, a la ilusión, al servicio de los demás en distintos puestos de trabajo o profesiones y al servicio de Dios en la vocación religiosa y sacerdotal, solamente nos queda venid a Él y VER con los ojos de la fe, del corazón, del amor y crear espacios en nuestra vida de pertenencia. No somos de nosotros, no nos mandamos, pertenecemos a alguien que es muy superior a nosotros, a nuestro Dios y creador, a Él tenemos que escuchar, servir, amar y obedecer. Que seamos fieles a su Palabra que las Sagradas Escrituras nos anuncia y sobre todo a la Palabra encarnada, hecha hombre nacida de María Virgen y que vino para mostrarnos al Padre, enviarnos al Espíritu Santo y quedarse con nosotros en el Santísimo Sacramento de la Eucaristía.

Que paséis un feliz Domingo, día del Señor.

Fr. Francisco García, O.P.

sábado, 6 de enero de 2018

DOMINGO DEL BAUTISMO DEL SEÑOR: Ciclo B.


“UN MESÍAS QUE SE VACÍA PARA DARNOS VIDA PLENA”

“Tú eres mi Hijo, mi preferido, a quien amo”, son las palabras que resuenan en nosotros en este día, que parece que nos han arrancado de cuajo las fiestas de Navidad con esta fiesta del Bautismo, cuando contemplamos a Jesús ya con treinta años.

Juan no hace otra cosa que anunciar lo ya anunciado por los Profetas, muy concretamente por Isaías, que hoy escucharemos en la primera lectura, cuando nos anima a fijarnos, a poner todos los sentidos en el “enviado por Dios para ser el Salvador del mundo”.

Si nos quedáramos aunque solamente fuera con la primera lectura ya habríamos sacado “tema” de meditación para largo tiempo pues comienza diciendo que fijemos nuestra mirada en el Siervo, y ¿quién es este siervo?, nos dejó claramente estas palabras: “No he venido a ser servido, he venido a servir”. Él es pues el siervo en quien nosotros tenemos que fijarnos, es nuestro modelo de vida, nuestro ejemplo a seguir, nuestro orgullo y nuestra meta, Él y solamente Él.

Este Siervo vino en silencio en la fría noche de la Navidad. Sin hacer ruido, sin gritar, sin imposiciones fue anunciando un Evangelio no de conversión, como el de Juan el Bautista, su anuncio era más bien una nueva forma de vivir, de ver la vida con otro color, de hacer las cosas con otro sentido, de amar, pero amar hasta el límite, por encima de todo, por encima de intereses, de perjuicios, de enemistades, un amor que todo lo abarca, lo invade, lo penetra, un amor que te lleva quizás a la muerte y te entregas a ella con alegría pues sabes que mueres por amor como nos dejó escrito nuestro Maestro y como Él murió por todos y cada uno de nosotros.

Este cambio se puede dar en nosotros gracias a que siguiendo al Profeta Isaías el Señor nos ha llamado con justicia, nos ha tomado de la mano, luego no estamos solos, no caminamos el camino de nuestra vida en soledad, por muy tristes y solos que nos encontremos, si miramos bien dentro encontraremos que seguimos tomados de su mano.

Y por último el Profeta nos da la clave de la MISIÓN A LA QUE HEMOS SIDO LLAMADOS: No es otra que hacer lo que el hacía, Ser ALIANZA, vivir en unidad, luchar por la unidad, todo el que divide es del diablo, el que es de Dios busca siempre la unidad; nos llama a ser LUZ DE LAS NACIONES, para vencer la oscuridad, para que esta no reine, para que el mal no se expanda, para que seamos antorchar o estrellas que guíen, que den seguridad, alegría, verdad, contra tanta mentira, tanto odio y tanta violencia que tiene nuestro mundo.

Así podremos ser útiles ante tantos hermanos que viven en cautiverio, aprisionados por la fuerza del mal, encadenados por el odio, y que ansían la libertad verdadera que no es otra que la que nos ofrece Dios.

Por último, hermanos no olvidemos que nuestra aventura de cristianos comenzó el día de nuestro bautizo, no desperdiciemos tanta GRACIA que DIOS ha depositado en cada uno de nosotros, no echemos en saco roto lo que con tanto sacrificio Jesús nos legó para que seamos en verdad felices y viviendo esa felicidad que de Él procede alcancemos la VIDA ETERNA.

Que paséis un feliz Domingo, día del Señor, que vuestros corazones estén repletos de la paz del Señor.


Fr. Francisco García, O.P. 

DÍA DE REYES:

DÍA DE REYES EN GRANADA


La Epifanía, manifestación misteriosa a tres Magos de Oriente de distintos sitios que guiados por una estrella llegan a los pies de Jesús niño para postrarse de rodillas y adorarlo.
No nos planteamos hechos verídicos, solamente lo que dice el Evangelio del Señor y el significado de esta Palabra de vida para cada uno de nosotros. Lo cierto es que el anuncio de la llegada del Mesías, el esperado no ya del pueblo judío y sí de las naciones, no podía quedar en el anuncio de los Ángeles a los pastores de la comarca, tenía que abarcar al mundo entero, por eso esta EPIFANÍA es esa manifestación de la gran noticia del Dios encarnado que llega hasta los confines de la tierra, en ellos, los Magos de Oriente estamos todos representados, a ellos intentamos imitar. Ofrecieron regalos a Jesús que abarcaban toda la personalidad del niño nacido en el pesebre de Belén, como Rey que es, Oro, como Dios que es, incienso, como Hombre que ha de morir unos treinta y tres años más tarde para redimir a toda la humanidad, mirra, ungüento que se utilizaba en la época para enterrar a los muertos. Pero el Evangelio dice: “Le ofrecieron sus dones”, y esto es lo importante para nosotros. ¿Qué dones le ofrezco yo a mi Señor?, esta es la verdadera cuestión que ha de interrogarnos en este día y siempre, lo que guardo yo en mi corazón para darle al Señor, puesto que parece que lo que le ofrecen los Magos es un regalo caro, yo no puedo “despachar” este ofrecimiento con migajas, Él lo que quiere de mí es los VALORES que se encierran en mí, esos TALENTOS guardados no para que perezcan conmigo, pues no están destinados para eso, Dios nos da esas capacidades para que pensemos en el otro, para que salgamos de nosotros mismos, de nuestros egoísmos, para que cada uno de nosotros, guidados por la ESTRELLA de nuestra FE acudamos a él no por atajos, que lo sepamos hacer a través del hermano, del despreciado, del mal visto, del abandonado. Oh Señor, cuanto hemos progresado en estos 2018 años desde tu llegada al mundo y que poco hemos avanzado en el conocimiento de tu mensaje, que lejos queda de nosotros tu Palabra cuando nos dices que: “Aquello que hagáis por uno de estos mis pobres lo hacéis por mí”, o, “Tuve hambre y me diste de comer, sed y me diste de beber, desnudo y me vestiste, enfermo o en la cárcel y fuiste a verme”.

Que este día sea verdaderamente dichoso para todos ustedes, desde esta Granada blanca por la nevada que ha caído mucha paz y bendiciones en la fiesta de los Reyes Magos.


Francisco García, O.P.