jueves, 23 de noviembre de 2017

JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO. CICLO A



“Jesús reina a través de su amor, compasión, misericordia y preferencia por los pecadores, los pobres, los perseguidos e ignorados. Por todos los que tienen gran necesidad de Él”.

Con esta fiesta de Cristo Rey del Universo damos fin al año litúrgico y al ciclo A. La semana próxima, con el Adviento, nos introduciremos en una nueva aventura de la Palabra, cercanía del Señor que nos irá orientando semana tras semana hasta mostrarnos el gran misterio de esta PALABRA que se hizo CARNE, uno de nosotros, pues Dios, además de estar siempre en el corazón del hombre, quería venir a nosotros como uno de nosotros y experimentar los gozos y los sufrimientos de nuestra pobre humanidad.

Este reinado de Jesús, tal como nos lo plantea Ezequiel en la primera lectura se nos presenta atípico, no viene con corona y cetro, viene como pastor que se preocupa de su rebaño, viene como pobre que sirve, que se entrega, que se da por todos nosotros. Muy lejos de las realezas de nuestro mundo y de nuestra sociedad donde todos buscan con afán el ser servidos y muy pocos tienen ese espíritu de estar en este mundo con la noble función de servir.

Este Cristo Rey nos dirá San Pablo en su carta a los Corintios nos ha entregado una corona a cada uno de nosotros con su victoria sobre el pecado y la muerte, si por Adán vino la ruina a la humanidad, esta humanidad ha quedado regenerada en Jesús que se entregó al suplicio para nuestra justificación, en él somos salvados.

El Evangelio de Mateo nos presenta a este Jesús pobre y sencillo pero que un día vendrá como REY SOBERANO DE TODOS. Y lo hace de la mejor de las maneras que podía hacerlo. Somos parte de este reino de Jesús en la medida de que compartamos la vida con el prójimo, por eso está muy vigente y más en este tiempo pos crisis económica esto de “tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber, fui forastero y me hospedaste, estuve desnudo y me vestiste, enfermo y me visitaste, en la cárcel y viniste a verme…”

Es todo un programa de amor y de vida, no es ni una religión, ni una filosofía, es la vida misma, la vida de la salvación que pasa por actitudes concretas de caridad y auténtico amor y que si no se dan en nosotros no tenemos nada que hacer respecto a esperar una posible salvación, no nos vale decir “no lo sabía”, Jesús ha hablado alto y claro y el que escuche se salva y el que se niegue a escuchar se condena.

Que tengáis un feliz Domingo, día del Señor Rey y Pastor que anima nuestros corazones para darnos la salvación. Un abrazo fraterno.

Fr. Francisco E. García, O.P.

jueves, 16 de noviembre de 2017

DOMINGO XXXIII DEL TIEMPO ORDINARIO DEL CICLO A



¡SE TERMINA NUESTRO AÑO LITURGICO, ESTAMOS A LA ESPERA DEL SEÑOR!

El libro de los Proverbios, en la primera lectura nos habla de las virtudes de la mujer que es hacendosa, con no es que la Iglesia quiera resaltar hoy el trabajo de la mujer, más bien quiere resaltar el trabajo de toda persona, es una llamada a la responsabilidad de cada uno de dar de nosotros siempre lo mejor, ya que esta lectura cuadrará luego con el Evangelio que nos presenta el tema de los talentos. Estamos llamados por Dios a producir. Se nos ha dado una inteligencia y unos valores para que cada uno multiplique con su dedicación y esfuerzo en beneficio de todos. Es el caso de esta primera lectura, cuando la mujer de la casa, cuando el hombre de la casa son hacendosos todo marcha bien en el hogar, todo sigue un engranaje que a la larga produce satisfacción y placer, bienestar y alegría y todos los que están en esa casa dan muestras de profundo agradecimiento por la entrega y la generosidad.

“Comerás del fruto de tu trabajo, serás dichoso, te irá bien” escucharemos en el Salmo Responsorial, ahora sobre el tema que estamos tratando, nos anima a superarnos, a producir más, a vivir mejor, con más dignidad, más vivencia. Por desgracia son muchos en nuestra sociedad que están en una situación muy precaria, pobre, sin ilusiones en la vida, sin nada. Pero lo más triste de estas situaciones es que son también muchos los que se quedan paralizados, no luchan por cambiar, por estar en mejor situación, con lo que sacan mendigando se sienten satisfechos y esto no puede ser así, eso es esconder en un  hoyo bajo tierra los talentos que Dios nos da y veremos luego en el Evangelio.

San Pablo en su carta a los Tesalonicenses nos advierte de nuestras “seguridades”, muchas veces nos engañan, nuestros planes no son los planes del Señor y los planes del Señor no son nuestros planes, por eso la advertencia del Apóstol, nadie sabe el día ni la hora y hay que estar siempre preparados, y estar preparado es haber producido en la vida frutos que permanezcan, no los materiales que como materia que son terminan aquí, pero los espirituales nos acompañan a la otra VIDA, y a esa VIDA NUEVA no se puede llegar con las manos vacías, hay pre presentar no algo, mucho, y este “mucho” se traduce en buenas obras de amor, compasión y misericordia.

Lo triste de nuestra vida es que sabiendo que el Señor es exigente, nosotros no nos esforcemos demasiado en complacerle, quizás pensando que mejor será dejarlo para más tarde, para lo mismo pensar mañana y el próximo mes o el próximo año y nos sorprenda el Señor con su llamada para ajustar cuentas y tengamos nuestros talentos en el hoyo sin producir frutos, de ser así ya sabemos que podemos esperar. No penséis que Dios es duro, al contrario, es muy comprensivo, pero al mismo tiempo, por justicia con los que sí cumplen, tiene que ser exigente con nosotros y esperar de nosotros los frutos correspondientes a los dones y telentos que hemos recibido. En ningún momento el Señor nos va a exigir más de lo que podemos dar.

Yo creo que un buen maestro que conoce perfectamente a sus alumnos sabe hasta donde llega cada uno de ellos. A la hora de poner una nota no solamente tiene que evaluar el examen en sí, tiene que ser consciente de la capacidad que tiene cada uno de ellos, pues se puede dar el caso de que uno que es muy inteligente y con una memoria que asombra saca siempre sobresalientes sin esforzarse nada, pero otro que no es tan brillante se pasa horas y horas estudiando, se sacrifica a tope, da todo lo que tiene pero sus resultados no son tan brillantes, sin embargo al poner la calificación todo este esfuerzo tiene que puntuar también, es lo justo, es lo merecido. El Señor es así con nosotros, ¡por qué no vamos a ser nosotros así con los demás?.

Que paséis un feliz Domingo día del Señor.
Atentamente,

Fr. Francisco E. García Ortega, O.P.

SOBRE LOS COMENTARIOS A LAS LECTURAS DE CADA DOMINGO

El Domingo XXXII por motivos de un viaje no pude hacer el comentario a las lecturas, pero en El Duende del Perchel ya tengo comentarios de los tres ciclos litúrgicos, así que buscando, buscando se puede encontrar el correspondiente a cada domingo.


jueves, 2 de noviembre de 2017

GUARDA MI ALMA EN LA PAZ, JUNTO A TI, SEÑOR.

DOMINGO 31 DEL TIEMPO ORDINARIO DEL CICLO A



El lenguaje del profeta Malaquías nos resulta difícil de entender, ya que la idea que nosotros tenemos de Dios es muy distinta, nuestro Dios no nos maldice, no desea nuestro castigo, nuestra perdición. Pero sí que es cierto que si de verdad amamos a Dios nuestra respuesta tendría que ser otra. El profeta nos dice: “¿No tenemos todos un solo Padre?, ¿No nos creó el mismo Señor? ¿Por qué, pues, el hombre despoja a su prójimo profanando la alianza de nuestros padres?”. Esta es la cuestión, si no somos bueno unos con otros, si le damos al chisme a la maledicencia, a la difamación, si nos creemos jueces para los demás, pero que a mí no me toquen ni me señalen, si no obramos con misericordia ¿cómo esperar pues que Dios sea misericordioso con nosotros?.

Como en el Salmo necesitamos vivir una vida sencilla, sin altanerías ni ambiciones para estar, ya no solamente en el cielo cuando nos llame Dios, y sí ahora, en los años de nuestra vida en paz, en la PAZ que Dios nos da y nosotros tenemos que disfrutar pues la necesitamos todos para vivir felices. Por eso que gran pecado el de aquel o aquella que se mete por medio de otros y les quita de vivir en paz.

San Pablo en la carta a los Tesalonicenses nos anima a que acojamos con cariño la Palabra de Dios, y no solamente a la Palabra, también a aquellos que la proclamamos, que sepamos valorar esta Palabra y no ver en ella al que la proclama, con sus pecados y defectos o sus virtudes, ver al mismo Señor pues no se trata de proclamar nuestra palabra y sí la de Él. Valoremos esta proclamación que nos vivifica y santifica para que nos mueva a la conversión cada semana, cada día.

La advertencia del Señor que nos habla San Mateo no es a no llamar, maestro, señor o padre a la gente, es a ver más allá de esas personas que se nos presentan pues no cuentan con una autoridad propia, la autoridad y la fuerza son de nuestro Dios, en este sentido solamente Él es el Padre, el Maestro, el Señor de nuestras vidas, todos los demás, ocupen el cargo que ocupen, sean papas, cardenales, obispos, sacerdotes, diáconos, la autoridad que tienen viene de Dios, y ellos, nosotros todos sus servidores, ni más ni menos, el título más hermoso del Papa no es otro que el de “siervo de los siervos de Dios” y eso es lo que somos todos, pobres siervos que tenemos que esforzarnos en eso, servir, darnos, entregar nuestra persona, nuestra vida, como nos decía San Pablo en la segunda lectura, a las Comunidades a las que servimos.


Que peséis un feliz Domingo día del Señor.