miércoles, 20 de septiembre de 2017

DOMINGO XXV DEL TIEMPO ORDINARIO DEL CICLO A:

Terremoto en México




“EL SEÑOR NOS PAGARÁ SEGÚN NUESTRO ESFUERZO AL ATARDECER DE LA VIDA

Isaías en la primera lectura nos llama a volver nuestro corazón a Dios, está ahí, está cerca y hemos de caminar para encontrarnos con él. La experiencia de la vida nos dirá una y mil veces que aunque andemos despistados respecto al Señor el se manifiesta, se acerca a nosotros, se hace el encontradizo, pues esos planes de Dios no son otros de que nos demos cuenta de una vez que por muy “lejos” que veamos el cielo él se abaja a nosotros para mostrarnos si compasión pues es un Dios misericordioso.

En la carta de Pablo a los FILIPENSES, nos muestra esta incógnita sobre lo que quiere con su vida. Ojala cada uno de nosotros pudiéramos tener claro que si partimos ya de este mundo vamos a estar por siempre con Cristo en su gloria, o incluso que pidiéramos al Señor que prolongue más los años de nuestra existencia en este mundo pues nos sentimos necesarios para la vida y salvación del prójimo.

Pero hemos de ser prácticos, en la vida y en la muerte somos del Señor, así que bien aquí o bien en la gloria de Dios anhelamos o debemos anhelar estar con el Señor.

El Evangelio de Mateo nos narra la parábola del jornalero que contrata trabajadores para su campo a distintas horas del día y al final para a todos lo mismo indignando esta actitud a aquellos que habían trabajado más horas en la jornada. Ante esta parábola lo que sí tenemos que tener claro es que el Señor siempre para al atardecer. Por eso nuestra vida tiene que ser una constante preparación para ese atardecer, para estar trabajando, que no nos sorprenda ociosos, y mucho menos envidiosos, pensando que si llevamos toda la vida siendo cristianos tenemos más derechos o más recompensa que aquellos que se unieron a él a última hora.

Pidamos al Señor que al atardecer de nuestra vida seamos juzgados por haber vivido una existencia  plena de amor, compasión y misericordia para con nuestros hermanos. Nada peor para el cristiano de a píe que sentirse superior, prepotente, imprescindible, para Dios todos somos igual pues él nos ama a todos con su corazón misericordioso y perdona siempre, la cuestión es si el hombre prepotente puede acercarse al perdón de Dios, no por cuestiones de Dios que siempre está dispuesto a perdonar y sí más bien por razón de prepotencia que hace al hombre orgulloso pensar que lo puede alcanzar todo y llegar a lo más alto sin necesidad de Dios. Cuidemos nuestra humildad, nos es muy necesaria para llegar al Señor.

Que paséis un feliz Domingo día del Señor y que en vuestras oraciones no os olvidéis en estos días del sufrimiento en América, por los terremotos en México, los huracanes repetidos por todo Centro América y el Caribe. Que nuestra oración, desde la distancia, sea solidaria con los que sufren estas desgracias naturales. Que pensemos que con todo esto ya hay bastante sufrimiento en nuestro mundo para que venga el hombre con su odio, su maldad y su pecado a crear guerras, terrorismo y daño en el corazón de las personas que quieren una vida tranquila y pacífica.



No hay comentarios:

Publicar un comentario