domingo, 3 de septiembre de 2017

Palomas blancas llegaron bien


Lignum Crucis





Se han terminado ya las vacaciones, devuelta en la rutina, pero también en la ilusión del trabajo, de poder servir al Señor por los hermanos, por la feligresía pues la vida del cristiano no es ser maestros, padres, sacerdotes, esta vida cotidiana no es otra cosa que ser compañeros unos de otros del peregrinaje hacia la Casa del Padre, y en este peregrinar todos vamos juntos, todos necesitamos ayudarnos unos a otros, todos enseñamos algo valioso y todos aprendemos algo de gran valor de los que peregrinan a nuestro lado.

Una única salida de mi pueblo de Ormas, como peregrino a ganar el Jubileo del Año Santo a la Santa Cruz de Santo Toribio de Liébana. Una experiencia maravillosa. Fuimos mi hermano José Ramón que me llevó en su coche y yo, llegamos antes de las 10 de la mañana, a las 10 entramos por la puerta del PERDÓN y adoramos la Santa Cruz, esperamos a las 12 para la Misa del Peregrino, que siendo lunes estaba abarrotada la iglesia de gente, peregrinos de toda España, de lugares remotos de Europa y de otros Continentes. Una auténtica experiencia religiosa.






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