sábado, 16 de diciembre de 2017

DOMINGO III DE ADVIENTO DEL CICLO B.



“LA ALEGRÍA DE VERNOS COMPROMETIDOS CON CRISTO QUE VIENE”

El profeta Isaías nos muestra ese capítulo 61 que el Señor asumió como propio: “El espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha ungido, me ha enviado para dar la buena noticia a los que sufren, para vendar los corazones desgarrados, para proclamar la amnistía a los cautivos, a los prisioneros la libertad, para proclamar el año de gracia del Señor”.

Este mensaje del profeta se hace realidad en Jesús, Él ha traído a la tierra parte del cielo para levantarnos de la miseria y darnos conciencia de seres celestiales, no somos la tierra que pisamos, ciertamente nuestro cuerpo es tierra y a la tierra volverá, pero nuestra alma está destinada para el cielo, para glorificar a Dios y estar con Él eternamente. Pero esto, ¿cómo lo veremos?, el Señor hace brotar la justicia, su justicia ante todos los pueblos.

San Pablo en la carta a los Tesalonicenses nos exhorta a permanecer fieles y constantes en la Acción de Gracias, lo que llamamos nosotros la Misa, ya que en ella y por ella nos llegan todas las gracias del Señor, atentos a la Palabra, que no se proclama solamente para oírla, tenemos que meditarla y hacerla vida en nosotros sabedores que el Señor es fiel y cumplirá todas las promesas, cumplamos nosotros con nuestras obligaciones y demos muestra de nuestra fidelidad.

El Evangelio de san Juan también nos invita a nosotros además de conocer la figura importante de Juan el Bautista a imitarle en su tarea de allanar el camino, de hacer esta vida más fácil, de estar o saber estar sintiéndonos responsables en las acciones y sobre todo el tirar puentes más que construir murallas para llegar a todos y servir a todos como nos ha enseñado el Señor Jesús.

Por último, en este domingo de alegría, una mirada a nuestro Bautismo, no es un hecho aislado, es un acontecimiento que ha cambiado totalmente nuestras vidas, si estamos  bautizados tenemos una señal de pertenencia, pertenecemos al Señor, no somos entes aislados, somos criaturas, creadas por Dios a su imagen y semejanza y redimidos por Cristo que con su sacrificio nos ha rescatado a cada uno de nosotros a precio de sangra, de su preciosísima sangre con la que nos ha lavado y purificado. Seamos agradecidos y démosle gracias siempre. Bendito en día más importante de nuestras vidas, que no es el de nuestro nacimiento, es el día que fuimos bautizados.

Que paséis un feliz domingo, día del Señor que viene a nosotros, a nuestros corazones para llenarnos de paz y de amor. Que al salir del templo salgamos como testigos de la Luz del Señor, por eso no nos vale vivir apagados, si no somos lumbreras nuestra vida carece de lo más elemental, y esa luz la recibimos gratis de parte del Señor y gratis la tenemos que dar a todos los que de una manera u otra se crucen con nosotros en nuestro camino. Mucha paz y bendiciones de parte del Señor para todos, queridos lectores, atentamente,

Fr. Francisco E. García, O.P.

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