jueves, 15 de febrero de 2018

DOMINGO PRIMERO DE CUARESMA DEL CICLO B.


CUATESMA: Tiempo, Oportunidad, Compromiso:

Es el tiempo propicio, ese tiempo único, esa oportunidad que Dios nos da a cada uno de nosotros para adentrarnos en nosotros mismos, mirarnos hacia dentro, y ver, sobre todo VER o VERNOS, er esa realidad que soy yo, que somos cada uno de nosotros, pero verla con ojos críticos y deseos de cambio, de “recrear” hacernos de nuevo, ser nuevas criaturas más a imagen y semejanza de nuestro Padre y Dios que nos creó no para un tiempo concreto, nos ha creado para la ETERNIDAD.

Pero no basta con mirarnos a nosotros mismos con deseo de Cambio, que está muy bien, pero este cambio tiene que ir orientado a la manera de mirar al hermano, al prójimo, al necesitado, si me miro yo primero es para adaptar mi vida no a mí, que entonces estaría toda la vida circulando en torno a mí, a mi ego, a mí mismo, sintiéndome yo el centro y acabando así con mi vida, que de pobre vida pasaría a ser una vida miserable, somos en la medida que nos damos a los demás, que nos integramos en una familia, en una comunidad, en un pueblo, en una iglesia.

La Cuaresma es como ese resplandor de VIDA que nos llega cual ryo de luz de las primeras Comunidades cristianas, era ese tiempo de andadura, de formación, de incorporación a la Iglesia que se hacía realidad en la Pascua de Resurrección del Señor con el Sacramento del Bautismo. En nosotros ha de darse en estos cuarenta días ese recorrido hacia la Pascua, ya estamos bautizados, pero la pequeñez humana, las miserias humanas, nuestra vida vacilante, las tentaciones de una sociedad consumista, materialista, egoísta y egocéntrica nos envuelven y tienden a arrastrarnos por caminos contrarios al Evangelio de Jesús. La vida del cristiano ha de ser lucha constante contra las fuerzas del mal, vigilancia para saber discernir y mucha oración para pedir fortaleza y hacer lo correcto.

Comienza la primera lectura con la historia del Génesis, en esta lectura se nos habla de un pacto, una alianza de Dios, una señal que nos recuerda la apuesta de Dios por la VIDA, por toda vida, en plan ecológico también, por la vida animal y por la VIDA HUMANA. Este plan ecológico que en tantas ocasiones ha hecho hincapié el Papa Francisco no puede ser algo lejano a nosotros, a nuestro diario vivir. Es una NECESIDAD del ser humano mantener un equilibrio en la naturaleza, es como querer tener limpia y ordenada la casa, nuestra casa, donde vivimos, donde hacemos las cosas cotidianas de la vida, el MUNDO es nuestra GRAN casa y tenemos que mimarlo, cuidarlo, protegerlo, el Señor nos ha puesto al frente de todo lo creado para mantenerlo, incluso mejorarlo, pero nunca para perjudicarlo o acabar con especies vegetales y mucho menos animales, y ya ni pensar acabar con el hombre por razones racistas o de cualquier tipo. Si guardamos la ALIANZA, el pacto con Dios tenemos que seguir sus sendas, no otras, no tenemos dioses en cantidad que nos ofrezcan un abanico de posibilidades de caminos o alianzas, tenemos un ÚNICO DIOS cercano y verdadero que nos ofrece un único camino para llegar a la felicidad plena, ese camino no es otro que Cristo nuestro Señor y él nos ha enseñado que las sendas del Señor son misericordia y lealtad para los que guardan la alianza, como repetimos en el salmo responsorial.

San Pedro nos anima a buscar a Dios a través de Jesús que se entregó como víctima por los pecados de todos. Él nos ha hecho nuevos con el Sacramento del Bautismo y nos reconcilia diariamente con el Padre, no olvidemos nunca el precio que Él ha pagado por nuestra libertad,  ni olvidemos que en los Sacramentos tenemos gracia tras gracia para heredar la vida eterna, escuchemos con atención a San Pedro que siempre nos dice cosas concretas pero que nos son de mucha utilidad.

San Marcos, escuetamente, nos dice que la “aventura” de la predicación del Reino Jesús la comienza en el desierto. El Miércoles de Ceniza comenzó nuestro peregrinaje por el desierto de nuestra vida en busca del oasis de la salvación. No nos perdamos, las señales están en el cielo, que seamos capaces de verlas para llegar victoriosos y alegres, después de superar nuestras pruebas, a los brazos de nuestro amado Padre Dios.

Que paséis un feliz domingo, día del Señor y que este inicio de la Cuaresma de este 2018 sea la cuaresma del encuentro, encuentro con el hermano y encuentro con Dios, para que siendo fieles a su Evangelio demos en verdad frutos de salvación, que sean visibles, que se entiendan, que los que nos contemplan puedan comprender y no precisen tradición alguna, por el fruto se sabe si el árbol está sano y merce la pena que ocupe su espacio, un árbol que da buenos frutos se le cuida, se le abona, se le presta tiempo y da cariño, el que da malos frutos se corta y para el fuego. ¿Para qué estamos destinados nosotros?


Fr. Francisco E. García Ortega, O.P.

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