viernes, 18 de mayo de 2018

Domingo de Pentecostés. Ciclo B.



“VEN ESPÍRITU DIVINO, MANDA TU LUZ DESDE EL CIELO”

La Palabra proclamada en la primera lectura nos habla de hechos y de actitudes, un hecho concreto es que la COMUNIDAD que aguardaba al Señor estaba reunida en ORACIÓN,  era una comunidad quizás si  muy acobardada, pero confiaba en Jesús, oraba, se arropaban los unos a los otros, se confortaban mutuamente, se daban amor y esperanza.

En nuestro mundo globalizado tendemos a dispersarnos, a centrarnos en nosotros mismos, a pasar de los demás. Hoy la gente joven camina por las calles y está en medio de amigos con sus auriculares colocados en las orejas en actitud de pasar de todo y de todos lo que me rodea y  centrarme en lo que me apetece y gusta. No hay especio para la ESCUCHA, no se escucha al amigo que tienes al lado ¿cómo van a escuchar a Dios?, ¿cómo van a aguardar su propio PENTECOSTÉS?, ESA ES PUES LA ACTITUD, la urgente necesidad que tenemos de ESCUCHA, de escucharnos y de escuchar a Dios que se comunica con nosotros desde el SILENCIO.

La segunda lectura nos anima a confiar más en Dios quien está constantemente animándonos en nuestra vida cristiana, todas nuestras buenas acciones vienen de él. Él obra en todo y en todos, obra en nosotros, en nuestro corazón y todo lo bueno que realizamos es bajo la acción constante del ESPÍRITU SANTO.

Es bueno leer y meditar la Secuencia, en ella descubrimos la necesidad que tenemos de ese fuego divino que infunda su calor el nuestros corazones helados por las frías corrientes de nuestro mundo egoísta y duro, donde ante el dolor, el hambre, las guerras y tantos males naturales miramos para otro lado para no complicarnos o seguir con nuestra conciencia vacía.

El Evangelio nos invita, en palabras de Jesús, a estar llenos del Espíritu Santo para que seamos capaces de TESTIFICAR, nos urge a dar testimonio, para que seamos una comunidad cristiana creíble, ya que por nuestras acciones seremos juzgados, y según lo dicho anteriormente uno de nuestros pecados más comunes es el pasotismo, pues la persona pasota no se complica la vida simplemente porque no se implica, no se involucra en el dolor del mundo, en la agonía de una sociedad que se deja arrastrar por la incredulidad y el fanatismo.

Que hagamos espacios en nuestro corazón para que entre en nosotros la “fuerza” de Dios y podamos caminar seguros hacia la verdad plena que de Él y sólo de Él procede.

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