viernes, 14 de junio de 2019

Padre, Hijo y Espíritu Santo.

DOMINGO DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD DEL CICLO C.



Nos encontramos en la primera lectura con un precioso relato del Libro de los Proverbios donde la Sabiduría de Dios nos habla en primera persona. Esta Sabiduría que ha estado presente en toda la obra creadora de Dios es la misma Sabiduría que Dios nos da, que está en nosotros, en nuestra Iglesia, en donde dos o tres se reúnen para orar en nombre de Nuestro Señor Jesucristo. Es la acción constante del Espíritu Divino, el Espíritu Santo.

Hoy más que fijarnos es esta Sabiduría de Dios presente en todo lo creado notamos, por desgracia, la ausencia de Ella, por ser este mundo nuestro tan incrédulo, por no amar a Dios, por cerrar la puerta del corazón al Espíritu Santo suceden las cosas que están sucediendo en nuestro mundo, por ese alejamiento de Dios el hombre en ves de tener “poesía”, pasión, gozo en el alma, en vez de construir y colaborar con Dios en su obra de creación, destruye, aniquila la obra creada, aniquilamos el planeta. Vista la realidad de nuestra historia habría que agradecer a Dios nuestra torpeza y nuestro atraso en conquistar otros mundos, por fortuna no podemos poner el píe ni siquiera en la Luna, de lo contraría también estaría destruyéndose, correría peligro.

San Pablo en su carta a los Romanos, 5,1-5 con unas líneas totalmente trinitarias nos anima en nuestra vida de creyentes, que sepamos avivar nuestra fe, esperanza y caridad para que el amor de Dios padre nos colme de su paz por la acción del Espíritu que no defrauda con la fortaleza que nos da el saber que podemos vencer las tribulaciones de nuestra vida, pues Jesucristo ha vencido en la cruz y esa victoria es nuestra fuerza.

San Juan 16,12-15, en el Evangelio ciertamente nos conforta con el mensaje de Jesús, donde nos muestra y da lo recibido del Padre por la acción del Espíritu Santo.

“Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena”.

Con estas palabras Jesús nos habla de la importancia de la REVELACIÓN, pero también nos advierte de que no está todo dicho, el Espíritu sigue comunicándose con nosotros, por eso la urgencia de hacer hueco en nuestra vida llena de ruido para estar a la escucha.

Hoy celebramos el día de la VIDA CONTEMPLATIVA. De tantos hombres y mujeres que viven en contemplación, a la Escucha. Escucha de la Palabra revelada, pero también escucha al Espíritu, que en ocasiones habla, otras veces ruge, en otras es un suave susurro como de viento, pero nunca permanece callado.

En algunas ocasiones algunos han llegado a decir que Dios está en silencio, no hay nada más falso, Dios habla, habla constantemente, el problema está en que no hacemos espacios para escucharle; de que no le queremos ver en las manifestaciones de la naturaleza; de los hombres que nos rodean; pobre humanidad nuestra, ciegos, sordos, mudos, necios y encima creemos que lo sabemos todo, que lo dominamos todo que estamos tan alto que sobrepasan incluso al Creador. Esa torre de Babel se construye en nuestros días desde el “ego” tan acentuado de tantas personas que prescinden de Dios. Este Dios que es “familia” y se nos da a conocer, se llega a nosotros por un solo motivo, por un inmenso amor a la humanidad.

Oremos por las vocaciones, por nuestros monjes y nuestras monjas, que la gracia del Espíritu llegue a los corazones generosos, que tiene que haber muchos en un mundo tan grande, para que descubran la llamada y la misión. Como decía nuestro Padre Santo Domingo: “Contemplar para dar el fruto de lo contemplado”.

Que paséis un feliz Domingo lleno de bendiciones. En el nombre del Padre, por Jesucristo, el Hijo, bajo la acción constante del Espíritu Santo. 


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