viernes, 25 de julio de 2014

XVII Domingo del tiempo ordinario. Ciclo A





El Reino de Dios se parece a...


Lectura del primer libro de los Reyes 3, 5. 7-12

En aquellos días, el Señor se apareció en sueños a Salomón y le dijo:
- «Pídeme lo que quieras.»


- y le pidió sabiduría, sabiduría para poder gobernar a su pueblo. A Dios le complació esta petición. Es raro imaginarse hoy en día a nuestros políticos ni siquiera pensar en pedir a Dios y menos sabiduría para gobernar con equidad. Por este motivo no solamente España, con todo lo que tienen liado, con la crisis que no termina, con Podemos y la izquierda radical presentando en su programa de gobierno acabar con la Iglesia, quitarle sus bienes, suprimir toda procesión y manifestación religiosa, bueno, el colmo, presumen ser los redescubridores de la auténtica democracia y buscan aplastar a una gran mayoría de creyentes, muchos más de los que son ellos. Así no se puede hacer un pueblo, así, sin Dios no se puede construir futuro alguno, todo lo que ellos planeen está abocado al desastre total. Pero no nos desesperemos ni tampoco nos rasguemos las vestiduras, esta situación no es nueva, ha pasado siempre. Pidamos al Señor y pidamos de corazón por los gobernantes, los políticos, los jueces, para que Dios les dé la verdadera sabiduría para conducir a España por caminos de libertad, paz y progreso, sepan defender y promover los verdaderos valores, no solamente lo económico, que tengamos líderes más formados, con más conocimientos pues si dirigir una empresa es cuestión de líderes capacitados, ¿no habrán de estar más capacitados aquellos que se proponen dirigir un País?.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 8, 28-30

Hermanos:
Sabemos que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien: a los que ha llamado conforme a su designio.
A los que había escogido, Dios los predestinó a ser imagen de su Hijo, para que él fuera el primogénito de muchos hermanos.
A los que predestinó, los llamó; a los que llamó, los justificó, a los que justificó, los glorificó.

El Señor nos ha llamado, somos un pueblo de gente escogida, gente libre, estamos sellados con ese sello del Espíritu que nos hace libres, nos aparta de los pueblos que siguen la esclavitud del pecado, pero esta libertad que nos ofrece Dios tenemos que ganarla, y se gana luchando contra el mal, en primer lugar contra el mal en nosotros mismos, luego contra el mal en nuestra Comunidad, y posteriormente contra el mal en nuestra sociedad. Vivamos ya desde ahora la novedad –siempre es novedad- del Reino de los Cielos. Si no sentimos el estar elegidos, llamados, predestinados, justificados, glorificados es que no hemos conocido la experiencia del Señor en nuestras vidas. El Bautismo es algo más que mojarse con agua la cabeza, es una puerta nueva que te introduce en una nueva dimensión, no la del mundo, la de Cristo.

Lectura del santo evangelio según san Mateo 13, 44-52

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:
- «El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo.
El reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra.
El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran.
Lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno encendido. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.
¿Entendéis bien todo esto?» 
Ellos le contestaron: 
- «Sí.»
Él les dijo:
«Ya veis, un escriba que entiende del reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo.»


Todo en la vida nos tiene que llevar a descubrir el Reino de Dios, pero como vemos en la parábola está oculto, conlleva trabajo, tiempo, dedicación, mucho interés, lo mismo que el comerciante que encuentra la perla de gran valor, vende todo lo demás para comprarla. El que algo quiere algo le cuesta, lo que es de balde suele ser porque vale poco, pero lo que vale mucho es más complicado adquirirlo.

¿Cómo descubrir este Reino de Dios si es que está oculto?. Es sumamente fácil, está oculto en Jesús, conoce a Jesús y conocerás su Reino y lo que este Reino espera de ti, que te ha de sorprender, pues Jesús siempre sorprende.

En nuestro tiempo tenemos la desgracia de que muchos cristianos y Comunidades Cristianas no han descubierto el proyecto que Dios tiene para nosotros como individuos y como familia, asamblea cristiana. Y esto es porque no tomamos en serio la Palabra de Dios. Creemos que lo sabemos todo, que estamos preparados, pero que preparación es la nuestra, ¿acaso los tres años de catecismo cuando éramos niños?, ¿Eso es todo?.

Mostremos más amor al Señor y tomémonos la religión más en serio, cierto que Dios no pide tanto de nosotros, pero tener un corazón preparado, dispuesto, trabajado eso sí que lo quiere, es el tema de los Evangelios de domingos anteriores, y es el tema de aquel que encuentra el tesoro de su vida y lo vende todo para conseguirlo.

Al final, retornamos a la primera lectura, necesitamos más sabiduría, para acertar en la vida, para ir sacando del arca del “tesoro” de nuestro interior lo nuevo y lo viejo, lo que vale y lo que acumulamos con tanto apego pero que no vale para nada, así, de manera sabia, sabremos que nos conviene conservar, aprender, realizar y que nos conviene olvidar y desechar del corazón, para que ese espacio perdido lo llene algo que realmente tenga valor, no para este mundo y sí para la eternidad.


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