miércoles, 17 de mayo de 2017

SEXTO DOMINGO DE PASCUA, CICLO A


“NO OS DEJARÉ DESAMPARADOS, VOLVERÉ”



En la primera lectura de los Hechos, 8,5-8.14-17, vemos como la primera Comunidad, después de la predicación de Felipe, los creyentes recibían el Espíritu Santo. Los Apóstoles Pedro y Juan confirmaban a la Comunidad que había abrazado la FE en Cristo nuestro Señor.

La Comunidad creyente de nuestros días es un tanto cuestionable, son muchos los cristianos que no aprecian o estiman los Sacramentos de la iniciación cristiana, se quedan tan conformes con recibir el bautismo y hacer la primera Comunión, sobre todo en esta fría espiritualmente Europa y aquí en España. Por eso, ya hace muchos, pero muchos años que el gran dominico el P. Antonio Royo Marín escribió un libro sobre el Espíritu Santo al que dio el título de “El gran desconocido” y que verdad es.

Teníamos que vibrar de alegría ante la posibilidad de recibir la Confirmación, ya que es la plenitud de nuestra iniciación cristiana y es Él quien lo mueve todo, lo abarca todo, lo llena todo, lo hace nuevo todo; Él cambia nuestras vidas, Él llena nuestro ser, Él nos infunde la GRACIA que recibimos de lo ALTO para saber más, profundizar más, conocer más de Dios y aplicar a nuestras vidas este “soplo” de sabiduría que nos infunde y nos llena.

San Pedro, en la segunda lectura, 3,15-18 nos aconseja, siguiendo el modelo de vida de Jesús, a vivir nuestra vida conformes a la fe que profesamos: “Mejor es padecer haciendo el bien, si tal es la voluntad de Dios, que padecer haciendo el mal”. Seguro es que el que se empeña en vivir según la carne para nada tiene en cuenta la voluntad de Dios, pero para aquellos que se esfuerzan en hacer en todo la voluntad de Dios, siguiendo a Jesús, padecerán injusticias, pues los mundanos detestan a los que ponen su mirada en lo que es y viene de Dios, y la maldad del hombre lleva a perseguir a aquellos que quieren vivir según el Evangelio de Jesús. Pero es misión nuestra no solamente padecer si es que fuese necesario, tenemos que orar por aquellos que persiguen a la iglesia, por los pecadores, por los apartados de Dios, más aún, por los que se ponen en contra de Dios y lo desprecian. La vida del creyente es dura, sí, pero no estamos solos, tenemos al Señor con nosotros y su Santo Espíritu nos inspira en cada momento lo que debemos hacer y nos da la gracia necesaria para llevarlo a buen término.

En el Evangelio según S. Juan, 14, 15-21, nos anima el Señor a guardar sus mandamientos por amor a Él, es motivo suficiente, la fuerza del amor es el lazo más potente que jamás el hombre vio, otros lazos se rompen, otras cadenas quiebran, pero el lazo del amor, si se ama como Jesús nos enseñó, como Él nos amó, ese lazo jamás cederá.

Nuestra esperanza es saber que Jesús está con el Padre, nosotros con Jesús y Él con nosotros. Por lo tanto estamos con Dios y Dios con nosotros y además asistidos con la gracia del Espíritu Santo que es el ceñidor de toda nuestra vida, todo lo podemos, todo es posible si se hace en comunión con el Señor bajo la acción del Espíritu Santo.

También el Evangelio de Juan quiere dejarnos bien claro, que aunque Cristo murió en la CRUZ, resucitó y subió al CIELO no nos ha dejado abandonados. El Espíritu Santo llena nuestras vidas y nos fortalece. Oremos con insistencia al Espíritu Santo para que llene nuestros corazones de su divina GRACIA.


Que este mismo Espíritu colme vuestras vidas, que tengáis un feliz Domingo, día del Señor, lleno de paz y de bendiciones.

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