viernes, 22 de marzo de 2019

DOMINGO TERCERO DE CUARESMA. ÉL NOS LLAMA: ESTEMOS A LA ESCUCHA



Tercer domingo de CUARESMA.
Ciclo C.

La Palabra proclamada nos habla de un Dios cercano, un Dios que se quiere hacer el encontradizo con nosotros, pero nosotros que somos pobres y muy limitados tenemos que vivir todo un proceso, que puede durar muchos años, para descubrirle a él. Y eso que se nos está manifestando constantemente en tantas cosas, en el corazón de cada persona, en el hermano, en el pobre, en la Iglesia, que, aunque al estar formada por hombres y mujeres carga con el lastre de la miseria humana, también es cierto que es morada, recipiente de tanta bendición y tanta Gracia de Dios que Él pone a nuestro servicio. Creo que es sumamente difícil que podamos llegar a descubrir a Dios si estamos apartados de la Iglesia y más complicado aún lo tendremos si estamos fuera de ella.

Para conocer al Padre no hay otro camino que leer el Evangelio. Mejor que el Antiguo Testamento donde ciertamente se nos habla con tanta frecuencia de Dios, pero con las limitaciones que pueden encontrarse a través de los hombres, la cultura, la religión. Con Jesús es totalmente distinto, no nos habla de lo que le han contado, o de aquello que ha podido estudiar, Él nos habla de lo que sabe, de su conocimiento divino, el nos muestra al Padre en lo que nos dice, en lo que hace y en lo que vive y como lo vive, nos demuestra al Padre incluso en como nace y en como muera en la Cruz salvadora y redentora.

Quizás una muy simple enseñanza de la primera lectura es que teníamos que estar más atentos a lo que vemos a nuestro alrededor y ser, como Moisés, un poco más curiosos. Sin esa curiosidad Moisés no se habría encontrado con el Señor cuando el episodio de la zarza ardiendo le llamó poderosamente la atención. Cuantas cosas son “señales de Dios” para cada uno de nosotros y pasamos de largo simplemente porque vamos por la vida con una prisa tan inmensa que parece que vamos a perder el tren, y lo triste del caso es que después de tanto correr puede ser que al final perdamos la última oportunidad. Pero el Señor tiene paciencia, cosa que a nosotros ya nos falta.

San Pablo en la segunda lectura nos da una seria advertencia. Lo que le sucedió en el desierto durante 40 años al pueblo de Israel es una llamada de alerta para que no nos suceda a nosotros lo mismo, tanto dar vueltas para luego quedarnos tirados a dos pasos de la meta. Ahí tenemos la Palabra, no es la Biblia un libro de adorno, bonito. Es un libro de VIDA, la vida que tenemos que vivir y experimentar, sabiendo que, aunque frágiles y pecadores, -como nos dice el Salmo Dios es compasivo y misericordioso con nosotros-. La codicia, la murmuración, la falta de confianza en Dios, el desapego de lo espiritual, nos puede llevar a la ruina total.

El Evangelio de San Lucas nos sitúa en la realidad de nuestras vidas. No se es de Dios a medias, se es o no se es. Si eres, como dice el Señor, se te tiene que conocer por tus frutos, si no hay frutos tu vida está vacía y no puede esperar otra cosa que el hacha. Esta alegoría de la cepa plantada en la viña que llevaba tres años sin dar fruto es una severa advertencia para lo que hacemos con nuestra vida, no estamos aquí, en el mundo para ver pasar las nubes, estamos para dar frutos de buenas obras y el que no lo quiera hacer no solamente se aparta del plan de Dios, se pone frente a Dios y por desgracia hoy en día muchos intentan ponerse frente a Dios de igual a igual, pobres infelices, con Dios lo somos todo, sin él somos vacío y nada. 
Estas lecturas nos dan una clave importantísima para tener en cuenta en esta tercera semana de desierto. Que el Dios de Abrahán es un Dios de Esperanza, el Dios de Moisés es un Dios de libertad y el Dios de Jesús es un Dios de amor. Que no nos falte la esperanza para que desde la libertad amemos a nuestro prójimo con la misma fuerza que tenemos que amar a nuestro Dios, no podemos mentir, no podemos asegurar que amamos a Dios si nos olvidamos del prójimo, tampoco podremos ser auténticos con el prójimo si nos alejamos de Dios.

Hermanos, que paséis un feliz domingo de cuaresma, que volváis vuestro corazón al Señor con un corazón arrepentido por los fallos, las debilidades, el hablar tantas veces de más y que nos preparemos, en el tiempo que queda de cuaresma para vivir la Semana Santa con intensidad, con certeza y sintámonos en verdad resucitados con Cristo y animados a ser útiles y dar frutos abundantes.

Si al pensar en esto llegas a desanimarte pues te encuentras algo vacío NO TE DESANIMES, sabemos que nosotros no podemos llegar con nuestras fuerzas muy lejos, pero con Él lo podemos todo. No está la salvación pendiente de nosotros, lo más importante ya está hecho, ya ha sido dado, Jesús ha muerto por nosotros, Él ya lo ha hecho TODO, nosotros sólo nos queda seguir sus pasos.

Las Caldas de Besaya, Cantabria, 22 de marzo de 2019.

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