viernes, 11 de julio de 2014

XV Domingo del tiempo ordinario. Ciclo A






El resto cayó en tierra buena y dio grano


Lectura del libro de Isaías 55, 10-11

Así dice el Señor:
«Como bajan la lluvia y la nieve del cielo, 
y no vuelven allá sino después de empapar la tierra, 
de fecundarla y hacerla germinar, 
para que dé semilla al sembrador y pan al que come, 
así será mi palabra, que sale de mi boca:
no volverá a mi vacía, 
sino que hará mi voluntad y cumplirá mi encargo.»

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 8, 18-23

Hermanos:
Sostengo que los sufrimientos de ahora no pesan lo que la gloria que un día se nos descubrirá. Porque la creación, expectante, está aguardando la plena manifestación de los hijos de Dios; ella fue sometida a la frustración, no por su voluntad, sino por uno que la sometió; pero fue con la esperanza de que la creación misma se vería liberada de la esclavitud de la corrupción, para entrar en la libertad gloriosa de los hijos de Dios.
Porque sabemos que hasta hoy la creación entera está gimiendo toda ella con dolores de parto.
Y no sólo eso; también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos en nuestro interior, aguardando la hora de ser hijos de Dios, la redención de nuestro cuerpo.


Lectura del santo evangelio según san Mateo 13, 1-23

Aquel día, salió Jesús de casa y se sentó junto al lago. Y acudió a él tanta gente que tuvo que subirse a una barca; se sentó, y la gente se quedó de pie en la orilla.
Les habló mucho rato en parábolas:
- «Salió el sembrador a sembrar. Al sembrar, un poco cayó al borde del camino; vinieron los pájaros y se lo comieron.
Otro poco cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenla tierra, y, como la tierra no era profunda, brotó en seguida; pero, en cuanto salió el sol, se abrasó y por falta de raíz se secó.
Otro poco cayó entre zarzas, que crecieron y lo ahogaron.
El resto cayó en tierra buena y dio grano: unos, ciento; otros, sesenta; otros, treinta.
El que tenga oídos que oiga.»
Se le acercaron los discípulos y le preguntaron: 
- «¿Por qué les hablas en parábolas?» 
El les contestó:
- «A vosotros se os ha concedido conocer los secretos del reino de los cielos y a ellos no. Porque al que tiene se le dará y tendrá de sobra, y al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene. Por eso les hablo en parábolas, porque miran sin ver y escuchan sin oír ni entender. Así se cumplirá en ellos la profecía de Isaías:
"Oiréis con los oídos sin entender; 
miraréis con los ojos sin ver; 
porque está embotado el corazón de este pueblo,
son duros de oído, han cerrado los ojos;
para no ver con los ojos, ni oír con los oídos,
ni entender con el corazón,
ni convertirse para que yo los cure."
¡Dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos, porque oyen! Os aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis vosotros y no lo vieron, y oír lo que oís y no lo oyeron.
Vosotros oíd lo que significa la parábola del sembrador:
Si uno escucha la palabra del reino sin entenderla, viene el Maligno y roba lo sembrado en su corazón. Esto significa lo sembrado al borde del camino.
Lo sembrado en terreno pedregoso significa el que la escucha y la acepta en seguida con alegría; pero no tiene raíces, es inconstante, y, en cuanto viene una dificultad o persecución por la palabra, sucumbe.
Lo sembrado entre zarzas significa el que escucha la palabra; pero los afanes de la vida y la seducción de las riquezas la ahogan y se queda estéril. Lo sembrado en tierra buena significa el que escucha la palabra y la entiende; ése dará fruto y producirá ciento o sesenta o treinta por uno.»






En este domingo, según la santa liturgia el XV de este tiempo llamado ordinario, las lecturas nos hacen una fuerte llamada de atención para que pensemos en la Palabra de Dios y la meditemos, es una llamada para que el cristiano que acude a la Misa cada domingo piense muy seriamente que si acostumbra a llegar tarde y pierde la escucha de la Palabra se queda sin una de las partes más importantes de la Misa, es como si va a comprar un coche y se lo dan sin el motor, ¿para que te sirve?.

Por otra parte, aquí, Jesús, nos está diciendo que no podemos quedarnos solo en escuchar su Palabra, que tenemos que esforzarnos por entender su mensaje, si no lo entendemos tampoco podrá dar en nosotros los frutos esperados. Esta palabra tiene que llegar a nosotros con una disposición interior dispuesta a cambiarnos, a hacernos nuevos, una disposición alegre pero a la vez radical en el deseo de transformarnos, ser mejores, ser distintos si la Palabra nos indica que lo seamos. Eso es ser ese terreno fertir que quiere Dios de nosotros y que nos hablará más adelante el Evangelio de hoy.

En la primera lectura: La Palabra de Dios nos nutre, nos alimenta, es nuestro socorro en todo tiempo, en la bonanza y en tiempos de problemas y graves dificultades. Si no vivimos ansiando la Palabra nuestra vida estará completamente vacía. Solo tú, Señor, tienes Palabra de Vida eterna. Sólo en ti confiamos, sólo tu nos das la fuerza para seguir luchando en la carrera de la vida y sólo tu nos das la esperanza de que llegaremos a la meta definitiva, estar en tu Divina presencia.

El secreto de ese triunfo que anhelamos está en como “rumiamos” en nuestro interior esa palabra, en lo que hacemos con ella o mejor dicho, lo que hacemos nosotros después de recibirla. Es ella la que nos tiene que motivar al cambio constante, a la conversión continua para que vuelva a Dios llena de buenos frutos y con el premio de una vida nueva, convertida, rehecha, para así seguir cada día, muy especialmente cada domingo.

En la segunda lectura nos unimos al pensamiento de San Pablo, nó sólo la creación entera aguarda y gime, cada uno de nosotros aguarda y gime esperando la redención. Sabemos que nosotros solos no podemos, pero si está Él con nosotros, Él nos dará la fuerza que nos falta para alcanzar esa liberación definitiva que un día tendremos. Cuando esta casa nuestra que es nuestro cuerpo se derrumbe aparecerá la Gloria de Dios para los que creen en Él y hayan puesto en Él toda la esperanza.

El Evangelio vuelve al tema de la primera lectura y en esta ocasión lo hace con una “PARÁBOLA”, que es en labios de Jesús un estilo de hablar con ejemplos, con historias, con comparaciones, como la mamá que cuenta al niño un cuento para que este comprenda que ser bueno le trae beneficios y le ayudará a crecer feliz.

Estas “historias” que nos cuenta el Señor tratan siempre del Reino de Dios, para que nosotros apetezcamos ese reino como nuestro y así modelemos nuestra vida según Cristo y dispongamos nuestro corazón para actuar en la vida en consecuencia con eso que hemos aprendido de Él, que es lo que nos enseña en sus parábolas.















1 comentario:

  1. ¡Nada ni nadie puede detener el camino del Reino! A pesar de las situaciones desagradables que puede deparar la vida, siempre hay personas escogidas buenas transmisoras de esperanza y optimismo que, en Su Nombre,nos ayudan a situarnos en el Evangelio y descubrir qué parte del mismo no ha crecido en mi vida, o qué aspecto debo trabajar para que mi corazón tenga un espacio bien grande de tierra buena y preguntarme con sinceridad qué más y mejores cosas puedo hacer para ser buena sembradora de las semillas del Evangelio

    "Jesucristo, lleno de atractivo se dirige personalmente hoy a cada uno. A mí. Y me dice: Yo cuento contigo"..."Traspasando la ventana..."Libro que te recomiendo del P. Manuel Cantero, SI.

    Padre Pachi, te deseo un feliz y santo verano y recibe un fraternal abrazo. MªJosé.

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