sábado, 12 de septiembre de 2015

DOMINGO XXIV DEL TIEMPO ORDINARIO, CORRESPONDIENTE AL CICLO B.






¿Quién dice la gente y quién decís vosotros que soy yo?

Nos pregunta Jesús: ¿Quién soy yo para vosotros?, te pregunta: ¿Quién soy yo para ti?. Esta respuesta que demos como Comunidad eclesial o individual ha de marcar, como un estigma, toda nuestra vida de cristianos, pues dependiendo de quien sea en verdad Jesús para nosotros actuaremos en la vida, ya que nuestra propia vida, cada una de nuestras acciones mostrarán a los demás –y también a Dios- lo que de verdad somos, o quisiéramos ser pero no llegamos por nuestras imperfecciones y debilidades, pero que en sí marcan la trayectoria de toda nuestra vida. Sabemos y muy bien que nadie puede dar lo que no tiene, no podemos aparentar ser otra cosa, somos lo que somos y si no somos auténticos cristianos pobre beneficio podemos esperar para nuestra alma inmortal.

Lo que sí es cierto que la REVELACIÓN DE DIOS AL PUEBLO JUDÍO ya anunciaba un estilo distinto de Mesías a aquella idea de “poderoso guerrero que habría de vencer en mil batallas contra el imperio de Roma” que con tanta fe esperaba el pueblo sencillo para verse liberados de la bota opresora, esta misma idea estaba metida en el corazón de los mismos seguidores de Jesús, los Apóstoles y aunque el Señor les recuerda a cada paso las Escrituras, como esta primera lectura que este domingo escuchamos: “Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, la mejilla a los que mesaban mi barba. No oculté el rostro a insultos y salivazos”, ellos siguen sordos a sus palabras esperando ese Mesías salvador que tome el camino de la fuerza.

La cuestión fundamental de nuestra vida cristiana nos la muestra el Apóstol Santiago en la segunda lectura. No basta tener fe, es necesario que aquellos que hemos recibido gratuitamente de Dios el DON de la fe mostremos nuestro agradecimiento al DADOR de TODO BIEN y respondamos en nuestra vida con una actitud CRISTIANA, tengo fe pues respondo con buenas obras. Si mis obras no son tan buenas, si no soy capaz de dar buen ejemplo a aquellos que comparten la vida conmigo, esto quiere decir que mi fe ni es tan buena ni tan sólida o en machos casos no llega a ser auténtica fe, es otra cosa.

No queramos escapar de la Pasión, no huyamos de la CRUZ, en el Evangelio, cuando Pedro recrimina a Jesús pues anuncia la pasión del Señor y teme que todos se marchen de su lado asustados el Señor recrimina a Pedro con esas palabras que nos suenan muy fuertes: “Quítate de mi vista Satanás, tu piensas como los hombres, no como Dios”,  busca para Jesús el camino fácil, lo cómodo, lo que no implica sacrificio, lo más llevadero. Es por tanto una tentación, de ahí la respuesta del Señor al pobre Pedro que ha de quedar al menos aturdido ante esta respuesta de Jesús.

Curiosamente a la luz de la Palabra de Dios podemos encontrar nuestros fallos y pecados como cristianos cuando queriendo escapar de la cruz de cada día y buscamos no el mejor camino según Dios y sí lo más cómodo, lo más fácil cambiando así la auténtica religión por “otra” hecha por nosotros a nuestra medida, dejamos la CRUZ para construirnos nuestro becerro de oro, eso es abandonar a Dios que tanto ha hecho por nosotros. Si somos seamos auténticos, serios, comprometidos, entregados a las buenas costumbres y tengamos la costumbre de practicar las buenas obras para con nuestra vida manifestar a quienes nos rodean nuestro amor a Dios y hacerle presente en nuestro entorno y en nuestra propia vida.

Que este rico mensaje de la Palabra que la Liturgia nos presenta en este domingo no caiga en saco roto y sí en un corazón como tierra bien preparada esperando con humildad pueda llegar a dar en ciento por uno de buenas obras. Humildemente nunca dejemos de pedir al Señor el DON de tener buena fe.

1 comentario:

  1. Este evangelio ha sido escrito para que cada uno de nosotros se sienta interpelado por la persona de Jesús y tome su posición ante Él. Nunca respondemos totalmente a la pregunta sobre quién es Él. Pedro conocía a Jesús, sabía que era el Mesías. Pero aún le quedaba mucho camino de conversión para conocer a Jesús; para aceptar que Jesús era un Hombre, totalmente humano, no era un heroe,;rechazado y condenado por las autoridades del pueblo y debía morir para llegar a la resurrección.

    La tentación de Pedro tambien la tenemos nosotros: nos cuesta entender que el único camino cristiano es el que siguió Jesús; el camino de la cruz. Si no andamos por este camino, ponemos en peligro al evangelio. Es necesario que cada día nos preocupemos por la orientación de nuestra vida porque si vivimos únicamente para nosotros mismos,vamos derechitos al fracaso, condenados a vivir encerrados en nuestro egoismo. En cambio si nos descentramos y vivimos también para los demás,nuestra vida de solidaridad nos lleva a nuestra plena realización y es bueno para el mundo, pues si los creyentes vivimos según el Evangelio, si somos generosos y serviciales, colaboramos por un mundo mejor para que el egoismo desaparezca del mundo..Humildemente reconocemos nuestra pobreza y pedimos al Señor el Don de la Fe .

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