viernes, 24 de mayo de 2019

Sexto domingo de PASCUA del ciclo c.



“EL QUE ME AMA GUARDARÁ MI PALABRA, Y MI PADRE LO AMARÁ”

“Unos que bajaron a Judea” siembran la discordia pidiendo y exigiendo leyes que aprisionaran a la nueva iglesia de los cristianos, precedentes de la gentilidad. Suele pasar también en nuestros días cuando decimos que los hay más papistas que el Papa, cuan hay en las Comunidades gente que generalmente hacen lo que quieren y son muy liberales en sus vidas, pero para exigir a los demás son los primeros cargando cargas que ellos no han de llevar. 
Pero todo mal, cuando hay gente de buena voluntad, y aquí estaban Pablo y Bernabé, suele hacer pensar a muchos y motiva un bien, en este caso el bien es mayúsculo, podríamos decir que gracias a esta exigencia de los judaizantes de circuncidar a los gentiles y cargarles con todas les leyes judías ocasiona lo que podría ser el primer Concilio de la Iglesia. Y la conclusión de este Concilio, la segunda parte de esta primera lectura no podía ser de otra manera es decisión claramente del Espíritu Santo que quiere una Iglesia de Jesucristo, obediente a Dios, pero viviendo en paz y libertad, sin ataduras del pasado y menos del judaísmo, crea algo nuevo, distinto y tenía que ser así, pues Jesús hizo todas las cosas nuevas con su muerte y resurrección.

La Segunda lectura del libro del Apocalipsis nos muestra la nueva Jerusalén, la ciudad de Dios, el cielo, donde no hace falta sol, Dios lo ilumina todo, su lámpara es el Cordero.
Este cielo es el que aspiramos conquistar algún día con esfuerzo, sacrificio y dedicación por nuestra parte, pero siendo conscientes de que esto que sí es importante para nosotros no lo es tanto para Dios, pues el cielo es un DON, un regalo, no ganado por nosotros, no conquistado con nuestras luchas, es conquistado para nosotros por voluntad Divina por la preciosísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo, desde la Cruz nos lleva a todos hacia él.

En el Evangelio de Juan Jesús nos llama al amor, amor como única consecuencia de su morada en nosotros, ya que el amor es el centro de todo, donde hay amor ahí está el Señor, si hay amor en una familia, Jesús es el centro de esa familia, si hay amor en un pueblo, Jesús es el centro de ese pueblo, si hay amor en la Iglesia Jesús es el centro de la Iglesia, pero si en la familia, en el pueblo o en la Iglesia no hay verdadero amor Jesús está entonces muy lejos. Solamente donde hay amor hace él morada. 

Este Evangelio nos anuncia ya la partida del Señor, se va pero no nos deja solos, el Espíritu Santo vendrá a nosotros y él nos irá diciendo lo que tenemos que hacer en cada momento o en los momentos más importantes y decisivos de nuestra vida. Lo triste es que tantas y tantas veces el Espíritu habla, pero los hombres están sordos, embotados por tantas cosas materiales, con los cascos puestos escuchando estridentes músicas que no dejan especio para la escucha y entonces esa comunicación Espíritu y hombre se va rompiendo, perdiendo, haciendo cada vez más escasa.

Por lo tanto, ya casi terminado esta Pascua el Señor nos llama a la escucha aplicada y serena para que la fuerza del Espíritu esté en nosotros sabiendo que la base de esa nueva vida con Dios y en Dios está basada en el amor como ceñidor y centro de todo.

Que abramos nuestros corazones para que dejemos que esta Palabra que hoy nos dirige el Señor nos conforte de verdad, sea vida para cada uno de nosotros, nos mueva a salir de nosotros mismos, de nuestros templos, de nuestras ideas y nuestros encasillamientos y nos demos con amor grande y generosa alegría a los corazones de los demás, principalmente de aquellos que viven en la periferia, apartados, despreciados, no queridos ni buscados por los grandes de la sociedad, marginados por los políticos incapaces de hacer leyes que de verdad arranquen la miseria de nuestra sociedad.

Pero uno se pregunta con cierto desánimo ¿podrá darse una sociedad más justa, más equilibrada, con un mejor reparto de las riquezas?, pues es difícil, ya que quienes nos dirigen son incapaces es ver como se destroza nuestro mundo, como se desmorona todo, como la fuerza del capitalismo está llevando nuestro pobre planeta a una ruina sin remedio. Ya se han causado males tan grandes que nunca se podrán solucionar, pero aún queda esperanza si se pusieran todos de acuerdo en cuidar nuestra CASA que es la Tierra, pero cuando no se ama a los que la habitan, ¿cómo se va amar a la casa? No dejemos por desidia de luchar por lo que es la esperanza para el futuro. Pero un futuro sin Dios es ya un futuro de las tinieblas, del pecado, de la oscuridad, del vacío.

Que la Palabra proclamada nos haga meditar queridos hermanos. Que paséis un feliz Domingo, día del Señor, nosotros, en nuestro Santuario de la Virgen de las Caldas en Cantabria lo haremos celebrando el día de la Rosa, despidiéndonos ya prácticamente de este mes de las Flores, Mes de María la Flor más bella.

1 comentario:

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