jueves, 6 de diciembre de 2012

COMENTARIOS DE CADA DOMINGO

San Juan Bautista

COMENTARIO BÍBLICO AL 2º DOMINGO DEL TIEMPO DE ADVIENTO:

 

Lectura del santo Evangelio según San Lucas 3, 1-6

En el año quince del reinado del emperador Tiberio, siendo Poncio Pilato gobernador de Judea, y Herodes virrey de Galilea, y su hermano Felipe virrey de Iturea y Traconítide, y Lisanio virrey de Abilene, bajo el sumo sacerdocio de Anás y Caifás, vino la Palabra de Dios sobre Juan, hijo de Zacarías, en el desierto.
Y recorrió toda la comarca del Jordán, predicando un bautismo de conversión para perdón de los pecados, como está escrito en el libro de los oráculos del Profeta Isaías:
«Una voz grita en el desierto:
preparad el camino del Señor, allanad sus senderos;
elévense los valles, desciendan los montes y colinas;
que lo torcido se enderece, lo escabroso se iguale.
Y todos verán la salvación de Dios.»


Desierto


Juan Bautista, hijo de Zacarías y de Isabel, pasó algún tiempo en el desierto, a solas, sin ruidos ni nada que le pudiera distraer. Nosotros estamos invadidos de ruidos por todas partes, tenemos la tele, la radio, Internet, cantidad de prensa de noticias internacionales, nacionales, comarcales, regionales, deportivas etc., etc. y nos desbordan las palabras, la música, el cine… Necesitamos con urgencia adentrarnos en el desierto de nuestro Adviento para escuchar a Jesús, para ver que dice, que mensaje tiene para cada uno de nosotros.
Y allí, el profeta Juan el Bautismo, en el desierto,  permanecía a la escucha de la Palabra de Dios.
Cuando escuchó el deseo de Dios, se puso en camino hacia los pueblos cercanos al río Jordán, y decía a la gente, con palabras del Profeta Isaías: ¡Preparad el camino al Señor! Allanad los senderos. Que los valles se eleven, los montes se abajen y lo torcido se enderece.
Por supuesto no se refería a los caminos de esas tierras donde nació Jesús, ni a los caminos de nuestra tierra, sino a los caminos del corazón de cada persona, a tender puentes, a allanar dificultades, a acercarnos los unos a los otros, a tender una mano al que tiene necesidad, a luchar en la vida por un mundo más justo, por una sociedad más unida, por una España sin divisiones, por salir ya de una vez de esas dos españas, que luchemos por un mundo mejor, sí, un mundo mejor, que no es una utopía, es algo que está al alcance de nosotros, algo posible de realizar.
“Es en este  desierto así entendido, de donde viene Juan, donde se conoce de veras cuál es la justicia que Dios quiere. Es aquella que no se conforma con dar a cada uno “lo que es suyo”, “lo que merece”, “a los que tiene derecho según la ley”. Esta es, en el mejor de los casos, la justicia que se promueve en los palacios de Tiberio, Pilato, Herodes, Anás y Caifás… ayer, y en los centros políticos y financieros de hoy. Pero el resultado de esta justicia es cada vez más injusticia, cada vez más excluidos, cada vez más pobres y más indocumentados a quienes se les niegan los derechos del ciudadano”[Del texto del comentario bíblico de Fr. Felicísimo Martínez Díez O.P.  del Convento Ntra. Sra. del Rosario (Madrid)].
Que esta invitación de Juan a la Solidaridad, al hermanamiento, a compartir las cargas de los demás, a favorecer a los más débiles hagan de nosotros mejores cristianos y hombres y mujeres más solidarios. Cambiar es posible, quizás nos resulte complicado o casi imposible cambiar la mentalidad de nuestro mundo egoísta e insolidario, pero sí que tenemos a mano la oportunidad para cambiar nosotros mismos, y no sólo cambiar nosotros, si no más bien que al cambiar cada uno de nosotros ya estamos logrando el milagro del cambio que nuestro mundo necesita y que Juan nos apremia desde su desierto.

Representación (según el coraz´n humano)  de la Santísima Trinidad.

 


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