martes, 25 de febrero de 2014

Los religiosos, testimonio de fe:

 

Desde el inicio de la Iglesia ha habido cristianos que se han consagrado totalmente a Dios.  Recordamos aquellos que se retiraban al desierto buscando la paz que solamente Dios pueda dar al corazón del hombre, y aquellos hombres solitarios poco a poco iban creciendo de discípulos que motivados por el espíritu de sus maestros daban comienzo a familias religiosas.
Aunque ahora en algunos lugares de nuestro mundo, como en Europa estemos en crisis y muchos centros de religiosos y religiosas estemos en peligro de extinción, esta manera de vivir la vida cristiana existirá siempre en la Iglesia porque la promueve el Espíritu Santo en el corazón de los hombres y las mujeres. Es una vida de seguimiento radical de Jesús con la profesión de los consejos evangélicos de castidad, pobreza y obediencia.
Por eso resulta triste, muy triste, ver que en la misma Iglesia algunos Pastores no favorezcan, animen, confirmen en la fe ni quieran a la gran familia religiosa. La Iglesia sin nosotros no habría llegado a donde ha llegado ni sería lo que es. Prueba de ello la cantidad de santos canonizados y sin canonizar que vivieron el espíritu del Evangelio desde la Vida Consagrada y Contemplativa.

Que no decaiga la vocación, que no decaiga, por nosotros mismos y por nuestra Iglesia, por la propagación de la Fe, por la extensión del Reino del Señor, por el amor y la paz que ha dejado en tantos corazones y que aún hoy sigue dejando. Pero que no decaiga el justo reconocimiento de los que dirigen la Iglesia a la Familia Religiosa, el amor que esta gran Familia se merece, el respeto que con su trabajo y dedicación se ha ganado. Que sigan floreciendo las vocaciones.

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