jueves, 13 de noviembre de 2014

DOMINGO XXXIII DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO A.



A uno le dio tres talentos, a otro dos... a cada cual según su capacidad.

Lectura del libro de los Proverbios 31, 10-13. 19-20. 30-31

Una mujer hacendosa, ¿quién la hallará?
Vale mucho más que las perlas.
Su marido se fía de ella, y no le faltan riquezas.
Le trae ganancias y no pérdidas todos los días de su vida. 
Adquiere lana y lino, los trabaja con la destreza de sus manos. 
Extiende la mano hacia el huso, y sostiene con la palma la rueca. 
Abre sus manos al necesitado y extiende el brazo al pobre.
Engañosa es la gracia, fugaz la hermosura,
la que teme al Señor merece alabanza.
Cantadle por el éxito de su trabajo, que sus obras la alaben en la plaza.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses 5, 1-6

En lo referente al tiempo y a las circunstancias no necesitáis, hermanos, que os escriba.
Sabéis perfectamente que el día del Señor llegará como un ladrón en la noche. Cuando estén diciendo: «Paz y seguridad», entonces, de improviso, les sobrevendrá la ruina, como los dolores de parto a la que está encinta, y no podrán escapar.
Pero vosotros, hermanos, no vivís en tinieblas, para que ese día no os sorprenda como un ladrón, porque todos sois hijos de la luz e hijos del día; no lo sois de la noche ni de las tinieblas.
Así, pues, no durmamos como los demás, sino estemos vigilantes y despejados.

Lectura del santo evangelio según san Mateo 25, 14-30

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:
- «Un hombre, al irse de viaje, llamó a sus empleados y los dejó encargados de sus bienes: a uno le dejó cinco talentos de plata, a otro dos, a otro uno, a cada cual según su capacidad; luego se marchó.
El que recibió cinco talentos fue enseguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos.
En cambio, el que recibió uno hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor.
Al cabo de mucho tiempo volvió el señor de aquellos empleados y se puso a ajustar las cuentas con ellos.
Se acercó el que había recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo:
"Señor, cinco talentos me dejaste; mira, he ganado otros cinco." 
Su señor le dijo:
"Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor.
Se acercó luego el que había recibido dos talentos y dijo:
"Señor, dos talentos me dejaste; mira, he ganado otros dos."
Su señor le dijo:
"Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor.
Finalmente, se acercó el que había recibido un talento y dijo: 
"Señor, sabía que eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces, tuve miedo y fui a esconder mi talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo."
El señor le respondió:
"Eres un empleado negligente y holgazán. ¿Con que sabías que siego donde no siembro y recojo donde no esparzo? Pues debías haber puesto mi dinero en el banco, para que, al volver yo, pudiera recoger lo mío con los intereses. Quitadle el talento y dádselo al que tiene diez. Porque al que tiene se le dará y le sobrará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Y a ese empleado inútil echadle fuera, a las tinieblas; allí será el llanto y el rechinar de dientes. »
 _________________________________________________________


No dejes que tus talentos queden escondidos en la tierra. Sácalos fuera, al servicio de los demás.


Fugaz es la hermosura y engañosa la gracia más sin embargo aquel o aquella que es trabajador, es honrado, es cumplidor vale mucho más que aquel o aquella que presumen de hermosura o de gracia. En la primera lectura te hablan de la mujer, pero es aplicable a todos, hombres o mujeres, mayores o jóvenes.

La segunda lectura nos hace una llamada a la vigilancia, pero no una vigilancia pasiva, de espera con los brazos cruzados, una vigilancia entrelazada con el espíritu de la primera lectura, acción, sí, pero vigilantes para que no nos sorprenda el final de nuestra historia y estemos con las manos vacías. No se trata de acumular tesoros que para el más allá no sirven, se trata de acumular acciones de bondad que merezcan una recompensa en la vida venidera.

Es el tema del Evangelio, la producción de esos tesoros para la otra vida, una producción que nos viene de los dones y talentos que el Señor ha depositado en cada uno de nosotros. No somos pobres hombres y pobres mujeres creados por Dios y “dejados” aquí en este mundo para angustiosamente ver pasar los años de la vida y luego llegar a un cielo donde vamos a encontrar unas exigencias penosas para poder cruzar la frontera del cielo. No.

Dios nos da a cada uno un don, o dos, o tres… no importa la cantidad de dones que recibimos, lo que importa de verdad es nuestra actitud ante los dones recibidos, el qué hacemos con ellos, el empleo que le damos.

Y esto en todo lo referente a la vida del hombre y de la mujer, a nuestro tiempo de trabajo, a nuestro tiempo de ocio, a nuestra relación para con Dios y la relación para con los otros, a los que llamamos “el prójimo”. En todo somos medidos, somos pesados, en todo se nos calcula nuestra valía, aquí no valen los enchufes ni las trampas, el que vale, vale; y el que no vale no vale nada; así de claro, así de sencillo.

Piensa en lo relativo a Dios. Te ha dado dones, conocimientos, valores, talentos no para ti, no para acumular cuadros de títulos universitarios, te los ha dado para que repercutan en Él, o bien directamente o bien a través de los demás, pero para QUE LLEGUEN DE NUEVO A ÉL. No hace otra cosa, cuando llega el momento te pide lo que te dio como un préstamo.

Cuantos domingos no se quedan los cristianos perezosamente durmiendo en vez de levantarse de la cama prontos a la llamada del Señor para ir a la Iglesia y dar ese tiempo que Él te da durante los días de tu vida, tu, que menos que regalarle una hora semanal para Él. Y cuántas personas que van a la celebración de la Misa no lo hacen con espíritu libre y sí cargando el lastre de toda la semana, sin aprender a desconectar para entregarle a Dios un culto reverente, el culto que Él se merece, con una participación activa, que anime desde esos talentos la asamblea y se logre un culto más lleno de vida, de ilusión, de alegría y de esperanza. Si en ocasiones no encuentras en la Misa quien pasa el cestillo de las ofrendas o quien participe en las lecturas o en la oración de los fieles, que lo lógico sería que la hicieran los fieles y no el sacerdote.

Vamos a poner más espíritu en lo que hacemos, más fuerza en hacerlo mejor, más alegría en compartir con los demás, más vida en vivir los Sacramentos de la Iglesia, que parece que en algunos solo se limita en ver que modelito luzco o con que vestimenta puedo "dar el cante" y en eso se queda todo, cuando el centro lo marcas en la medida que te entregas, que participas, te das al Sacramento que celebras, a la vivencia de la Palabra que se proclama y la fuerza -que como en vasos comunicantes- se vive en las asambleas litúrgicas.

1 comentario:

  1. P Pachi, Dios nos ha hecho sus colaboradores, no quiere hacer las cosas solo. Nos trata como personas adultas capaces de tener responsabilidad y nos dio un gran margen de confianza. Tú como Sacerdote del Altísimo proclamando su Evangelio de esta manera; y, yo como pecadora importante y como laica, cofiando en la misericordia de Dios y enseñando a los hermanos a no caer en la tentación de mirarle con miedo, como a un Juez. No me enteré que estabas en Málaga; de haberlo sabido hubiera ido a Misa a Santo Domingo. Un fraternal abrazo. MªJosé Bermúdez.

    ResponderEliminar