miércoles, 18 de febrero de 2015

DOMINGO 1º DE CUARESMA. CICLO B.




“Yo hago un pacto con vosotros…”



Se nos habla en la primera lectura tomada del  libro del Génesis:


Dios hace un pacto con Noé y su descendencia; hace un pacto de presencia, de amparo, de protección al hombre y a todos los seres que pueblan la tierra, nada se queda olvidado, a nadie deja Dios desprotegido, por todos vela y todo lo vigila.
 Por eso el Hombre se tiene que sentir confiado pues Dios protege sus entradas y salidas, pero a la vez se tiene que sentir abochornado por el mal trato que da a sus semejantes, por sus odios y rencores, por sus envidias y sus guerras, por su mal trato a los animales que Dios protegió del diluvio y sigue protegiendo ahora de la mal acción de tantas personas contra ellos, contra su entorno, contra la naturaleza, esas acciones malvadas no quedarán impugnes, el Hombre es responsable del entorno y de los animales que pueblan la tierra y ante Dios ha de dar cuenta de sus gestiones y acciones que han llevado a la extinción de tantos animales y a otros muchos al borde la la misma.
No, no se trata solo de la relación hombre con hombre, se trata de la responsabilidad del hombre en todo su entorno y más con los más desfavorecidos, sean hombres o sean animales o sea simplemente el rincón más lejano del planeta Tierra, de todo hay que rendir cuenta ante Dios pues Él se lo ha dejado al Hombre para que lo cuide y proteja. Cada vez que veamos el Arco Iris tenemos que acordarnos de este PACTO de Dios con el Hombre y de esta responsabilidad nuestra de amar y proteger todo lo que salió con VIDA del Arca de la nueva Alianza, el Arca de Noé.

En el salmo repetiremos repetiremos: "Tus sendas, Señor, son misericordia y lealtad para los que guardan tu alianza".

Sí, tenemos que aprender los Caminos del Señor pues la ignorancia no nos salva, tenemos que caminar por la vida con lealtad y siendo responsables aunque solo sea por el amor del Señor para con nosotros, por su ternura, por su misericordia para con nosotros que somos pecadores, pero que tenemos la gracia y la fuerza de volver nuestro corazón arrepentido hacia Dios y él que es bueno nos perdona. Él es amor.


Nos habla la segunda lectura que está tomada de la primera carta del apóstol san Pedro.

Cristo murió por los pecados una vez para siempre: el inocente por los culpables, para conducirnos a Dios. Esa muerte ignominiosa fue vergüenza para el hombre, pero a la vez, por designio de Dios ha sido VIDA para todos, y no se trata de un aumento de nuestros días de vida, o una mejor vida, es VIDA, pues el que está con Cristo muere con Él y VIVE para siempre, el es el único CAMINO DEL HOMBRE, Él es la única VERDAD DEL HOMBRE, Él es la Vida del HOMBRE. Quien está con Él no morirá para siempre, gozará de la paz del Paraíso para toda la eternidad.

En la lectura del  Santo Evangelio, que está tomado de  San Marcos, el Señor nos habla al corazón.

En aquel tiempo, el Espíritu empujó a Jesús al desierto, esta experiencia de “desierto” ha de ser nuestra cuaresma, el desierto es soledad, es quietud, es concentración, necesitamos de todo eso para adentrarnos en nosotros mismos, lo más oculto de nosotros, lo más inaccesible, para que veamos en verdad como somos, que hacemos bien y que estamos haciendo mal, para que podamos optar por la auténtica conversión, de lo contrario irán pasando los días de la CUARESMA y nuestra vida estará igual, no habrá progreso en el camino cuaresmal, camino de arrepentimiento, de volver al camino de Jesús, de llenarnos nuestras vidas de Él que es la salvación del Hombre, la salvación del mundo, pero tampoco olvidemos que el tentador estaba ahí con Él y sigue estando presente en nuestras vidas. Por eso es urgente nuestro auténtico cambio.

Si escudriñamos lo más profundo de nuestro ser, si nos adentramos en lo inmenso de nuestro desierto nos encontraremos con un oasis lleno de vida y de amor, pues ahí, en lo más profundo, mora nuestro Dios.


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