viernes, 13 de marzo de 2015

DOMINGO IV DE CUARESMA. CICLO B.



 

QUE SE ME PEGUE LA LENGUA AL PALADAR SI NO ME ACUERDO DE TI.

Vamos caminando por el camino de la Cuaresma, sentimos como el Señor está con nosotros, nos acompaña, camina a nuestro lado, no en lo alto de la nube, ni oculto en el lugar santo del Templo, está en el hermano, en el que camina a nuestro lado, en el que sufre, en el pobre, el marginado, en el que tiene un corazón humilde, ya que el soberbio se separa, se aleja de Dios, no se identifica con Él, pues recordemos que hemos sido creados por Dios a su imagen y semejanza. Pero ¿que mueve nuestras vidas, que nos motiva en el caminar de nuestra vida? Pues no es otra cosa que esa seguridad que nos da el Señor de sentirnos queridos por Él, amados por Él, elegidos por Él. Lo sabemos por la certeza que nos da nuestra fe. Esa certeza que sintieron los israelitas cuando se vieron salvados de la esclavitud, esa certeza que tenemos que sentir cada uno de nosotros cuando nos sentimos redimidos por Cristo, cuando Él arranca nuestras vidas de la miseria y del pecado y nos llena de nuevo de su gracia, de su salvación. Una salvación que en DON es GRATUIDAD, no es mérito nuestro, no hemos hecho nada para merecerla, Él lo ha hecho TODO por nosotros, solo tenemos que seguirlo.

 Miremos con fe y devoción ese madero de la Cruz elevado en lo alto para así atraernos a todos hacia él, que sepamos acoger esta Cruz en nuestras vidas con paz y con alegría, para que amándola intensamente NUESTRA VIDA SEA UNA MANIFESTACIÓN DE AGRADECIMIENTO AL AMOR DE DIOS, ese amor grande, infinito de Dios al hombre, un amor que no escatima sacrificios, “Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su hijo único, para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él”. Sepamos ser agradecidos, no echemos en saco roto tanto amor, tanta generosidad, tanta bondad de un Dios que es Padre amoroso, que es Misericordia, que es amigo del hombre, un Dios que no escatima nada con tal que nosotros alcancemos la salvación, un Dios que quiere –sí, la felicidad eterna del hombre- pero también quiere que seamos felices en esta vida, en este mundo; que luchemos y nos esforcemos por esa felicidad, pero que seamos conscientes que esa felicidad NO SERÁ POSIBLE SI EL HOMBRE DA LA ESPALDA A DIOS. Sin Él no podemos alcanzar nada, el Hombre din Dios va al abismo, a la condenación, se pierde.

 

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