martes, 13 de diciembre de 2016

YO CONFÍO:





Desde que nacemos nos acostumbramos a confiar, a fiarnos de los demás, a vencer los miedos y apartar los nubarrones que tantas veces crecen en la mente de los niños. Pero este aprendizaje de “confiar” es costoso y requiere colaboración del otro, pero más aún requiere esfuerzo de uno. Una vida basada en la desconfianza es una vida muerta, sin ilusión, sin esperanza.

Tenemos que madurar, el niño confía en quien está con él que le alimenta, le viste, le aporta todo lo que precisa en cada momento, esto está muy bien para vivirlo en una etapa infantil, pero tenemos que crecer.

Para poder crecer tenemos que avanzar de esta etapa de confianza a otra de “seguridad”, para que se de plenamente tenemos que ser “tentados” por el miedo, lo inseguro, lo desconocido, lo que me asusta, cuando soy capaz de CONFIAR venzo todas esas tentaciones y miedos y aprendo a ser yo mismo, pero yo con valores, yo con capacidad de tomar decisiones, yo con la entereza necesaria para afrontar la vida. No podemos estar toda una vida en una etapa infantil y siendo sobre protegidos que no nos enseña nada, nos lo da todo hecho, nunca aprenderemos a tener una calidad de vida en Comunidad, en familia, entre compañeros de colegio ni siquiera entre cristianos en la Comunidad Parroquial, en la Cofradía o cualquier agrupación a la que pertenezcas, es más, difícilmente pertenecerás a nada si no has madurado convenientemente.

Yo confío, comenzaba diciendo, confío en Dios, en su Gracia, confío muchísimo en eso que la Iglesia llama “GRACIA DE ESTADO” que es la CAPACIDAD que Dios, por la fuerza del Espíritu da a los que tenemos responsabilidades dentro de la Iglesia, por supuesto esta gracia de Estado no es para todos igual, no es lo mismo ser un pobre párroco que un obispo que tiene mucha más responsabilidad o que el mismo Papa que lleva el peso de toda la Iglesia.

Yo confío en el Papa, aparto de mi muro de facebook todos los comentarios negativos sobre él, la mayor parte de ellos inventados por los grandes enemigos de la Iglesia, soltados con maldad para desacreditar y hacer daño, siembran cizaña, le hacen el juego a Satanás, critican, difaman, en ocasiones con tonterías, pero con la creencia fija de que “difama, que algo queda” en el corazón de quien lo lee, o le da un me gusta, o comparte esas publicaciones para dar más fuerza a la maldad. Pobres infelices, tiran piedras al Papa Francisco y eso es como tirarle las piedras a Dios, son tontos, les cae encima.
Por esta desconfianza en la Fuerza de Dios caemos en una religiosidad que destruye en vez de vivir una religiosidad que humaniza, pasamos a bloquear en el corazón aquello que te hace ser humano, cercano al otro, confiado en el otro, para ser poco menos que un animal que siembra el caos, el pánico, que mata sin escrúpulos. No hace falta poner ejemplos de este tipo de religiosidad, ISIS nos deja una amplia estela de los que esto hace en el corazón del hombre deshumanizado.

Este mismo destrozo crece de manera parecida dentro de la Iglesia cuando tenemos un Papa, puesto por Dios, para un momento oportuno, como todos los papas anteriores, y luchamos contra la FUERZA de lo ALTO con tal de dejar por encima de todo mi criterio, mi opinión, mi deseo, mi voluntad, mi gusto, para entonces dejar de ser cristiano de verdad y ser una cosa muy distinta, muy opuesta, muy peligrosa, y vemos que eso se da hasta en los estamentos más altos de la Iglesia, aunque te reconforta leer los escritos de Cardenales como Amigo o el que fuera obispo en Granada y arzobispo de Pamplona D. Fernando Sebastián, que coincidencia, los dos religiosos.

Pidamos al Señor que no seamos infantiles, que seamos capaces de crecer, pero crecer de tal manera que las pruebas, las crisis, los desacuerdos de algunos en vez de amilanarnos y acobardarnos nos hagan más sabios y más fuertes. ¡Viva el Papa Francisco!



1 comentario:

  1. La parábola del Evangelio de hoy nos advierte del peligro de mantener las formas pero sin hacer lo que el Padre nos pide. Nos lo pide de muchas formas, hay que saber interpretar su voluntad. Nos lo pide a través del Papa , nos lo pide a través del Celebrante que interpreta la Palabra...En los tiempos de Jesús los formadores eran los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo. Hoy podemos ser nosotros los transmisores de la Palabra; de ahí que tenemos que prestar atención para poder proclamarla.Las preguntas de Jesús invitan a examinar cuidadosamente nuestra vida y, en todo caso pedir la gracia de convertirnos en todo lo que haga falta. . Me uno a tí, Reverendo Duende del Perchel, para vitorear a nuestro Santo Padre, Papa Francisco: ¡Viva el Papa Francisco!rosadeabril.

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