martes, 20 de junio de 2017

EL CAMINO DE LA VIDA:





Muchas veces nos vemos obligados por la vida a salir, a marchar, a emprender un nuevo camino que nos lleve a un destino distinto, diferente, en ocasiones incierto y siempre –pues para eso emprendemos el camino- esperanzados.

La incógnita de nuestro camino esta en la “confianza” que podamos tener para hacer el camino o para llegar a esa meta. Lo que si tenemos que saber y tener siempre muy claro es que “Dios ayuda a las personas a la hora de recorrer su camino en la vida”. Dios está ahí con nosotros, no nos deja solos, está a nuestro lado, está en nosotros, hace nuestro camino. Al final de todo sabremos con claridad que Él es la meta de nuestro camino.

Pero lo más bonito de nuestro caminar es que Dios siempre pone en nuestro camino a multitud de personas, además te encontrarás con infinidad de cruces de caminos, por lo que tu caminar no es nunca un caminar en solitario. De este caminar aprenderás a pedir ayuda, a prestarla, a cargar el peso de quien no puede con él, a solicitar te ayuden con tu peso, a compartir lo que tienes para comer o arrimarte a la mesa de quien tiene si tu no tienes en ese momento, la vida, el caminar de la vida es eso, un constante compartir, hacer amigos, sentirte hermano, o padre o madre o hijo para los otros de acuerdo a cada circunstancia de to peregrinaje.

Pero si quieres que tu camino te lleve a buen puerto ten por seguro que esto lo alcanzarás si en esa gran peregrinación que es tu vida, con regularidad haces un  alto reposas y para llenar tus fuerzas, encontrar  el sentido de tu vida y descansar en el banquete que para ti y para todos te ofrece Jesús en el Altar, si comes su Cuerpo y bebes su preciosísima Sangre. Este COMULGAR es quien te sostendrá durante toda la vida y quien hará posible que cuanto haces por los demás tenga auténtico sentido pues estará repleto de amor, pues si Dios es amor, si por amor vino Cristo a nuestra vida, si con amor te acercas a recibirle, es muy lógico que con amor te des tu también como hostia pura y blanca a los demás, concretamente a aquellos que más te necesiten.


Solamente Cristo dará sentido al camino que tomes en tu vida, sin él no llegaremos a parte alguna que realmente merezca la pena esforzarnos por llegar.

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