jueves, 25 de octubre de 2012

EL POR QUÉ Y EL PARA QUÉ DE UN AÑO DE LA FE:



 Fray Luís de Granada, hombre da fe y sabiduría que supo agradar a Dios con su estudio para contemplar y su predicación, para dar el fruto de lo contemplado.

Dice el Catecismo de la Iglesia: “El hombre, al creer, debe responder voluntariamente a Dios; nadie debe estar obligado contra su voluntad a abrazar la fe. En efecto, el acto de fe es voluntario por su propia naturaleza. Dios llama a los hombres a servirle en espíritu y verdad. Por ello, quedan vinculados por su conciencia, pero no coaccionados…”

Por eso nos es dado como condición para salvarnos el tener fe, el Creer en Cristo el Señor y en Dios Padre que le envió a nuestro mundo para salvarnos.

Sabemos los que formamos parte de la Iglesia que Dios ha puesto unas VIRTUDES, que son DONES gratuitos  que recibimos de El, y que necesitan ir creciendo en nosotros, pues si no crecen se quedan enquistados, sin vida, sin fuerza, sin acción salvadora; y lo mismo que nosotros crecemos, la fe tiene que ir aumentando en cada uno de nosotros, y nó solamente creciendo, también necesita purificarse, limpiarse, lo mismo que el trigo es cribado para sacar las asperezas y demás cosas que no sean trigo, así nuestra fe ha de purificarse para que quede limpia y pura, y nos lleve por el Camino que Dios quiere para cada uno de nosotros y nos conduzca al cielo.

 Iglesia de Santo Domingo de Granada, donde oró y contempló el gran dominico Fr. Luis de Granada

Como diría Fray Luis de Granada, somos una bonita obra de Arte, pero esa obra de arte no está terminada, y no está terminada por la pereza de un Dios misericordioso, sino por el AMOR de este Dios creador, que nos da la libertad para que cada uno de nosotros seamos los artífices de lo que ese “cuadro de nuestra propia vida” llegue a ser al final de nuestro camino. La obra está en nuestras manos, las pinceladas han de ser nuestras, Dios ya ha puesto la base, a nosotros nos toca completar dicho cuadro, Escuchemos lo que nos dice Fray Luis de Granada:

"Sacareis aguas con gozo de las fuentes de la salvación". Sagrario de Santo Domingo, de donde se pueden sacar esos abundantes manantiales de gracia que sacien la sed de tonto sediento, como supo hacer Fray Luín de Granada.

“Si un pintor, acabando de pintar una imagen, dejase por acabar los ojos, y aquella imagen sintiese lo que le falta, ¿Qué haría? ¿A dónde iría? No iría, cierto a casas de reyes ni príncipes, porque ésos, en cuanto tales no pueden satisfacer a su deseo, sino irse hía a la casa de su maestro y suplicarle hía la acabase de perfeccionar. Pues, ¡oh criatura racional!, ¿Qué otra causa es la tuya sino esta?. No estás aún acabada de hacer. Mucho es lo que te falta para llegar al cumplimiento de tu perfección. Apenas está acabado el debujo. Todo el lustre y hermosura de la obra queda por dar. Lo cual muestra el apetito continuo de la misma naturaleza que como quien se siente necesitada, no reposa, siempre está piando y suspirando por más. Quiso Dios tomarte por hambre, y que las mismas necesidades  te metiesen por sus puertas  y te llevasen a El.  Por eso no te quiso acabar dende el principio; por eso no te enriqueció dende luego; no por escaso, sino por amoroso; no porque fuese pobre, sino porque fueses humilde: no porque fueses necesitado, sino por tenerte siempre consigo. Pues si eres pobre, y ciego, y menesteroso, ¿por qué no te vas al Padre que te crió, y al pintor que te comenzó, para que él acabe lo que te falta?. Tus manos hicieron todo lo que hay en mí. Clarifica Señor los ojos deste ciego DESDE SU NACIMIENTO para que con ellos TE CONOZCA y así se acabe lo que comenzaste en mí”
(Fr. Luís de Granada; Guía de Pecadores).

 La Gloria de la Orden no es otra que el amor y la santidad de sus miembros

Unidos al espíritu que nuestro Pastor Benedicto XVI nos ha querido transmitir con este año de la Fe, busquemos con ahínco el aumento de nuestra fe, para que nuestra alma, saciada del amor divino pueda llegar a la casa del cielo. Que seamos conscientes que las tentaciones del enemigo quisieran muchas veces que esta obra de Dios que somos cada uno de nosotros colgase en ricos y placenteros palacios, en esas paredes totalmente y espantosamente frías, para así impedir nuestro verdadero destino.

Ya lo decía el buen Obispo de Hipona, San Agustín, de manera abreviada: “Nos creaste Señor para ti, y nuestra alma estará inquieta hasta que no retorne de nuevo a ti”

 Claustro del Convento de Santa Cruz la Real donde estudió Fr. Luis de Granada.

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