martes, 2 de octubre de 2012

Octubre: Mes del Rosario


Desde el año 1999 en que llegué de Puerto Rico y fui destinado a Jerez de la Frontera por el periodo de dos años, de ahí a Granada por seis años, a Málaga por cinco años y ahora de nuevo a Granada, he celebrado en cada una de estas ciudades con mucha solemnidad la fiesta de la Virgen del Rosario, animada y vivida de manera extraordinaria por sus respectivas archicofradías.



La preciosa imagen de la Virgen del Rosario de Jerez amparada por la Archicofradía y conocida con el sobrenombre de “Los Montañeses”  que en su trono de plata recorre las calles de la ciudad y que es venerada en la monumental iglesia de Santo Domingo.



La Virgen del Rosario de Granada, copatrona de la Ciudad, con su vestido de plata, conocida como la Virgen de Lepanto ,es venerada en su templo de Santo Domingo, donde destaca por la maravilla barroca de su retablo y su camarín y por la veneración que le tributa su Archicofradía con sus cultos y procesión por las calles del Realejo.



En Málaga está la preciosa imagen de la Virgen del Rosario del siglo XVII con su precioso niño del XVIII, en el templo de Santo Domingo, que gozó de gran fervor y riqueza y que ahora ha vuelto a resurgir gracias a su restaurada Archicofradía del Santo Rosario que le da culto a la Virgen con una Novena y una Procesión por las calles del Perchel malagueño.



Anteriormente a mi tiempo de Puerto Rico destacó el fervor y popularidad de la devoción a la Virgen del Rosario por su devotos y archicofrades la del hermoso templo de San Esteban de Salamanca, que goza de gran tradición y popularidad.




 El las vísperas de la fiesta de San Francisco de Asís, el día 4, aquí queda este precioso lienzo de la Virgen del Rosario con Santo Domingo y San Francisco, unidos por su tiempo y su gran amor a la Iglesia.
Que la poderosa intercesión de nuestra Madre del Rosario y nuestros padres Santo Domingo y San Francisco nos alcancen los favores que más necesitamos, principalmente la salud del alma y del cuerpo y el espíritu de lucha para trabajar en la Iglesia con el mismo amor y fervor que ellos manifestaron con su vida entregada y vivida con generosidad.


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