lunes, 26 de enero de 2015

Este Domingo pasado, en el rezo del Ángelus, el Papa Francisco clausuró el Octavario por la Unidad de los Cristianos


Un año más el Papa habló en la Plaza de San Pedro para clausurar la jornada de oración por la unión de los cristianos. Nos recordó lo triste que es presentarnos ante el mundo tan rotos, tan divididos, mirando ciegamente sólo aquello que nos separa que es poco en comparación a tanto que nos une. Un año más elevamos oraciones al Señor con la esperanza vida, sedientos de ese agua PURA que el Espíritu Santo nos da, para que cada uno busque la ansiada Unidad. Y un año más hemos de meditar en las PALABRAS de CRISTO: "Sed uno, como Yo y el Padre somos UNO", ese es nuestro ideal, pero ¿cómo podemos aspirar a esta unidad de toda la Iglesia si ni tampoco estamos unidos de verdad en la nuestra?, ¿no se ven críticas al Papa porque simplemente es de un estilo que a mí no me va? ¿o porque sigue o no sigue la linea de este o aquel Pontífice que la es HISTORIA dentro de la Iglesia?, No. No podemos, ni mucho menos, aspirar a la tan deseada misión de unificar todo el CRISTIANISMO si no tenemos intención de Iglesia, intención del mandato de Jesús, intención de unidad.
Y todavía hay más. La unidad de criterios en la persona. Esa unidad personal. Hay cristianos que cambian de opinión con la misma facilidad que lo hace de dirección la veleta del campanario, y así tampoco se puede ser coherente. Hay que tener firmes criterios, conocimiento de nuestra religión, una fe férrea, un amor sin límites a nuestra amada Iglesia, un esfuerzo constante por mejorar, por cambiar si es que nos hace falta cambiar. No podemos seguir caminando por la vida a estas alturas del siglo XXI diciendo que nosotros somos los buenos y los otros cristianos que están separado son los malos, sol los del diablo, son los que se marcharon, no, nosotros tenemos y arrastramos una culpa muy grave en esas separaciones, como todos, y tenemos la obligación de REPARAR.
No es todo un trabajo pendiente del Espíritu Santo, es también un trabajo pendiente de cada uno de nosotros, si no hay arrepentimiento, deseo de unidad, deseo de reparar, corazón lleno de misericordia no hay deseo de una auténtica UNIDAD.

(Foto: Mano del Cristo del Perdón de la iglesia de Santo Domingo de Málaga, creo muy apropiado para este tema que tratamos aquí).

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